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Islas Azores, un micromundo en medio del Atlántico

El archipiélago portugués se presenta como un vergel en medio del océano que deja boquiabierto al viajero.

El color verde es el más predominante en todas las islas que dan forma a Azores
El color verde es el más predominante en todas las islas que dan forma a AzoresDreamstimeDreamstime

«Montes de fuego, viento y soledad». Está constatado que con estas palabras describía las Azores uno de los primeros viajeros que desembarcó en estas islas en el siglo XVI, y no hay duda de que aún hoy, cinco siglos más tarde, son idóneas para definir la esencia de este archipiélago portugués que se caracteriza por su autenticidad y majestuosa naturaleza; un lugar de imprescindible visita.

Su ubicación, en pleno océano Atlántico, a miles de kilómetros de tierra firme, hace que estas nueve islas despierten al visitarlas una agradable sensación de lejanía de todo lo conocido, algo que forma parte de su gran encanto, ya que es, como expresó con su habitual lirismo el escritor Raúl Brandão: «el lugar que acoge el fin del mundo y de las palabras». Por otro lado, su origen volcánico las ha modelado exuberantes, montañosas y salvajes, así como con una rara y soberbia belleza muy diferente y con personalidad propia en cada una de ellas: São Miguel, Terceira, São Jorge, Pico, Faial, Flores, Graciosa, Corvo y Santa Maria.

São Miguel, puerta de entrada

De todas, São Miguel es la isla más grande y visitada del archipiélago y la principal puerta de entrada gracias a que tiene el aeropuerto más importante y con mayor número de conexiones aéreas de las Azores. Conocida también con el sobrenombre de «isla verde», destaca por sus montes escarpados, hermosas lagunas de montaña, bosques imponentes y prados de color verde esmeralda.

Su capital, Ponta Delgada, conocida por su encanto urbanita, es a la vez cosmopolita y con un aire salvaje, y se caracteriza por contar con un bello casco antiguo de calles adoquinadas, así como elegantes edificios monumentales. La entrada de esta urbe está marcada por las Portas da Cidade, un conjunto de tres arcos construidos en 1783 en tradicional piedra volcánica sobre la Praça do Município. La ciudad alberga numerosas iglesias y conventos, siendo el más emblemática el convento de Nossa Senhora da Esperança, una joya arquitectónica erigida en 1545. Visitas interesantes son también el Museo Carlos Machado, el jardín botánico José do Canto o el Mercado da Graça, entre otros.

Dentro del municipio Ponta Delgada, aunque fuera de la ciudad, se encuentra uno de los lugares más visitados de São Miguel, Sete Cidades. Este enclave azoreño es una caldera impresionante que se formó en tiempos prehistóricos, dentro del cual destacan, entre otros puntos de interés, dos grandes lagos: la Lagoa Verde de cristalinas aguas verdosa y la Lagoa Azul de asombrosas aguas azules, separadas ambas por tan solo un estrecho camino. Imprescindible en Sete Cidades es visitar sus asombrosos y espectaculares miradores.

Otro sitio muy fascinante y muy preciado en São Miguel es, por ejemplo, la Ribeira Grande, que destaca por su notable arquitectura típica de la isla y paisajes naturales de montañas, profundos barrancos y ríos. Entre todo lo que seduce de esta isla, no hay que olvidar sus hermosas playas de aguas con una temperatura suave todo el año.

El visitante puede realizar excursiones en barco para disfrutar del mar
El visitante puede realizar excursiones en barco para disfrutar del marDreamstimeDreamstime

Santa Maria y Terceira, una belleza natural exuberante

Continuemos por Santa Maria, una de las islas más llamativas desde el punto de vista paisajístico. Recibe el apodo de «isla del sol» y se caracteriza por sus campos verdes salpicados de pueblos típicos que se alternan con cultivos de color ocre y largas playas doradas. Como dato, esta fue la primera isla de las Azores en formarse y posee los famosos barrieros —terrenos de color rojizo anaranjado, aspecto árido y naturaleza arcillosa—, entre los que destaca el Barreiro da Faneca, conocido como «desierto rojo», que hechiza con su superficie ondulada y suave y sus tonalidades diferentes dependiendo de la hora del día. Sitios imponentes aquí son la Ribeira do Maloas, la cascada do Aveiro o la Ponta do Castelo, en cada uno de ellos sobrecoge la hermosa perfección de la naturaleza.

Seguimos por Terceira, otra de las más visitadas por sus contrastes divididos entre la belleza natural y la obra del hombre. Su capital es Angra do Heroísmo, en la que todo su centro fue designado Patrimonio de la Humanidad. Destacan las fortificaciones de São Sebastião y São João Baptista; su catedral del siglo XVI, la mayor iglesia del archipiélago; el Palacio Bettencourt y el Museo de Angra. Un reclamo de mucho interés para los turistas es que en esta isla se puede visitar el interior de un volcán, el Algar do Carvão, así como el espectáculo natural de las Furnas do Enxofre. Merece la pena visitar sus bahías y miradores, son sensacionales.

Una ojeada a lo más destacable de las otras islas

Llegados a este punto, es necesario para captar la esencia de Las Azores unas breves pinceladas al resto de las islas, ya que es imposible describir con detalle en un solo artículo todo lo que ofrecen cada una de las nueve islas. Imprescindible de mencionar es algo que hace muy especial a Faial: sus contrastes de montes, pastos y bosques de su parte alta frente a sus acantilados, bahías, piscinas naturales y playas de arena blanca. Muy próximas se encuentran Pico y São Jorge; Pico es conocida por albergar la montaña más alta de Portugal, el Volcán Pico; São Jorge es una de las islas más solitarias y de naturaleza virgen con costa escarpada y una cadena montañosa.

De las tres que quedan, empecemos por Flores, la más lluviosa y con una flora extraordinariamente rica. En ella se pueden admirar multitud de cascadas pintorescas y la extraordinaria imagen de sus lagos de origen volcánico, así como de sus costas de altos acantilados. Toca el turno a Graciosa. Es la segunda más pequeña y se caracteriza por sus montañas, que parecen caerse sobre el mar azul, y por ser una de las más tranquilas y rurales, clasificada por la Unesco como Reserva de la Biosfera. Y terminamos nuestra rápida ruta en Corvo, la más pequeña de todas. Su único asentamiento es Vila Nova do Corvo, un pueblecito precioso donde solo viven unas pocas de cientos de personas, y el que se caracteriza por sus casa de fachadas de piedra oscura.

Finalmente, concluimos con la idea de que, si tuviéramos que definir las Azores en pocas palabras, lo correcto sería como un archipiélago portugués compuesto de nueve islas, aunque después de lo descrito quizás sería mejor decir que este citado archipiélago está formado en realidad por nueve pequeños «mundos» tan distintos unos de otros que casi hacen imposible hablar de las Azores como una misma unidad, pero de lo que no hay duda es que este conjunto de islas constituyen un auténtico paraíso en la tierra. Un destino inolvidable.