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Fue expulsado de Tailandia durante un año: este error inocente le costó todo

Un simple atajo, que parecía inofensivo, terminó convirtiéndose en la decisión más cara de su vida

Fue expulsado de Tailandia durante un año: este error inocente le costó todo
Fue expulsado de Tailandia durante un año: este error inocente le costó todoUnsplash

La historia de un turista que perdió el derecho a entrar en Tailandia durante un año entero comienza con la misma sensación de confianza con la que inician muchos viajes. No fue un hecho dramático ni un escándalo público, sino una sucesión de pequeñas decisiones cotidianas que, en apariencia, no tenían nada de extraordinarias.

Este viajero llevaba meses en Chiang Mai, disfrutando de la rutina que tanto atrae a nómadas digitales y mochileros: cafés con wifi donde el día empieza lento, templos cubiertos de flores naranjas, puestos callejeros de comida vegana y paseos en bicicleta al atardecer. Había aprendido algunas palabras en tailandés, conocía al dueño de la tienda donde compraba fruta y tenía un rincón favorito en la biblioteca local. Todo parecía en orden.

Hasta que llegó el momento de extender su visado. Un trámite rutinario, tedioso para cualquiera que prefiera las calles llenas de motos antes que una cola de inmigración. Y entonces apareció la figura del "gestor", un hombre que le aseguraba que con él evitaría las colas, tendría su pasaporte a tiempo con el sello renovado. Lo usaban otros viajeros, era barato, rápido y, sobre todo, parecía normal.

El error que le costó un año fuera de Tailandia

El turista entregó su pasaporte al gestor y continuó con su vida, confiado. Días después, recibió el documento con un sello impecable: fechas claras, tinta oficial, apariencia intachable. Nadie en los cafés, templos o estaciones de tren cuestionó nunca su validez.

El problema apareció dos meses más tarde, cuando intentó salir del país para un breve viaje a Singapur. En el aeropuerto, los agentes de inmigración comprobaron el pasaporte y descubrieron que aquel sello no existía en el sistema. No importaba que él insistiera en que había pagado de buena fe ni que mostrara sus reservas de alojamiento o recibos de alquiler. La realidad era que había presentado un documento con una extensión inválida.

La decisión fue inmediata: un año de prohibición de entrada a Tailandia. El país donde había construido una rutina y una vida temporal desaparecía de golpe, convertido en un lugar al que no podría regresar hasta meses después.