Viajes
Un recorrido para descubrir las vistas panorámicas más mágicas de Luxemburgo
Escondida en una vegetación deslumbrante, la ciudad es una de las joyas mejor guardadas de Europa, sorprendiendo con una belleza arquitectónica única y decenas de castillos históricos
Sorprendente, interesante y fascinante, así es Luxemburgo, un país del que poco se habla, pero que fácilmente se podría describir como el país con las vistas naturales y panorámicas más impresionantes de Europa.
Luxemburgo, y su homónima capital, es considerada como la joya mejor guardada de Europa, ya que ocupan una superficie relativamente más pequeña que nuestra isla balear más grande, Palma de Mallorca. Delicadamente encubierto por las fronteras de Francia, Bélgica y Alemania, literal y metafóricamente, el país es como un tesoro por descubrir. Rodeada de parques y áreas verdes, la capital luxemburguesa es una ciudad moderna y ecológica, cuyas calles son fáciles de transitar o de explorar, a través de bicicletas y trenes, teniendo el plus de que el transporte público es gratuito para locales y turistas.
Vistas y postales
Para conocer Luxemburgo, lo ideal siempre será partir desde el centro, en el área de Ville Haute o en la Plaza de la Constitución, cuya bandera flameante será un augurio de grandes aventuras. Casualmente, obras arquitectónicas y de arte como la Catedral de Notre-Dame, el Museo Nacional de Arte e Historia o el Palacio del Gran Ducado, se cruzaron por nuestro camino. Este último es la residencia del Duque de Luxemburgo y sede de actos oficiales; sin embargo, su magnificencia solo está abierta a visitas turísticas durante julio y agosto. El recorrido sigue a lo largo del Boulevard Victor Thorn hasta la torre Dräi Tier (triple puerta), abarcando un total de 600 metros. Otro destacado punto de parada es el Bock Casemates, considerado el mayor atractivo del país, por ser un magnífico sistema de túneles y fortificaciones subterráneas, que data del siglo XVII, es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, por su papel histórico en la defensa de la ciudad. En este recorrido de vistas preciosas, no podemos dejar de lado disfrutar del ambiente más local como el Grund, un pintoresco barrio situado en la parte baja de la ciudad. Siguiendo la senda del río, se encuentra también el Museo de Arte Moderno y el Fort Thüngen, una emblemática fortaleza popularmente conocida como «Las Tres Bellotas» y para cerrar con broche de oro, encontraremos al Pfaffenthal Lift, un ascensor que conecta la parte alta de la ciudad con el barrio de Pfaffenthal, tiene un ventanal abierto, y regala una vista panorámica 360 durante el trayecto.
Si creemos que la ruta de vistas preciosas acaba en la ciudad, más al norte de la región, el Belvedere de Vianden nos dejará con lágrimas en los ojos. Además de tener la posibilidad de visitar el castillo de Vianden por dentro, el pueblo, al pie del río Our nos transportará a un espacio bastante parecido a un cuento de hadas. La recomendación en este enclave es subir la montaña a través del funicular que atraviesa el río y disfrutar de un café en las alturas.
Una cultura multilingüe
A estas alturas del texto y el recorrido, ya estaremos enamorados de Luxemburgo y estaremos deseando expandir nuestra experiencia local. Conocer las costumbres locales será todo una odisea, ya que casi la mitad de los residentes son extranjeros, gracias a las excelentes oportunidades laborales. No obstante, hospedarnos en el hotel Place d’Armes, ubicado estratégicamente la plaza de armas en la Ville Haute- nos otorgará esa experiencia local, que probablemente nos haga falta experimentar. El hotel, certificado con la firma sostenible hotelera, Relais Chateaux desde 2012, es una antigua edificación luxemburguesa, que data del siglo XVIII, pero que se reformó hace algunas décadas, para convertirse en una experiencia de alojamiento único.
A través de sus interiores, veremos como las casas antiguas de Luxemburgo eran discretas y misteriosas, con varios salones y techos altos que son conectados por pasillos que esconden varias terrazas interiores a desnivel. Por supuesto, a día de hoy, la elegancia predomina en su decoración, haciendo referencia al lujo silencioso y a la elegancia monárquica del país. Su decoración representa el pasado y presente luxemburgués con un estilo que entremezcla el Art nouveau, el barroco renovado y un diseño contemporáneo. Cada una de sus 33 habitaciones, entre dúplex y suites, tiene una estructura diferente, amplia y acogedora, por lo que llegar al en diferentes ocasiones siempre será un acto singular. Un trato familiar, cercano y multilingüe es característica de la cultura luxemburguesa, y es algo que se aprecia en su totalidad en el Place d’Armes, donde ningún idioma es indiferente.
La experiencia gastronómica elevará nuestros sentidos en sus tres espacios gastronómicos: Le Plëss Rôtisserie propone el sabor local a propuesta del chef Patrice Noël. El Café de París, es el toque mediterráneo, que representa la cocina de influencia europea que habita en la ciudad, mientras que La Cristallerie, reconocido en la Guía Michelín, refleja el lado más sofisticado del país. Incluso si no optamos por hospedarnos en el hotel, visitar alguno de estos restaurantes o su coctelería, The Bar On 18, será un gran acierto. A día de hoy, el hotel es el único cinco estrellas del casco histórico y el que más se preocupa por promover la cultura local del país, apoyando y acercando a los turistas a los productos locales en sus instalaciones y amenities.
Las dimensiones geográficas que definen a Luxemburgo y las fotos que circulan sobre sus paisajes, no le hacen justicia al espectáculo visual de este sorprendente país, que lo tiene absolutamente todo.
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