James Bond

La dama y el palizas

"La Marbella de los ochenta disfrutaba de variadas presencias estelares y la eterna voz de la canción de «Goldfinger» era una de ellas"

Sean Connery, uno de los mejores 007 de la historia
Sean Connery, uno de los mejores 007 de la historialarazon

Bond, James Bond llega tarde este año. El cabrón del «bicho» le atrancó la puerta al estreno peliculero de sus últimas peripecias. Pospuesto, igual que yo quedé intentando entrevistar a la mujer más ligada al mito 007 de todos los tiempos: La Dama (porque goza de tal título otorgado por la Reina Isabel II) Shirley Bassey.

La Marbella de los ochenta disfrutaba de variadas presencias estelares y la eterna voz de la canción de «Goldfinger» era una de ellas. Con Soraya, la repudiada emperatriz de tristes pero bellísimos ojos (¡y ya lo creo que eran!), formaba un irrepetible dúo que toda fiesta quería tener, especialmente en su barra. ¡Eran el «Gin Dúo», y cómo aguantaban las ‘jodías’!. Y allí estaba yo, con mi grabadora, ejerciendo de reportero Tribulete en las noches marbellíes, y con un insoportable careto de novato.

La Dama Shirley Bassey siempre me dedicó una sonrisa amable cada vez que le pedí –muchas–, una pequeña interviú, (coño, novato y paliza).

Mi solución final fue echar mano de Roy Boston, un ser fantástico e irrepetible. Cuando le veía, en mi cabeza Morrissey entonaba «This Charming Man». Alemán, pero que muchos creían inglés o americano. Grabó discos maravillosos como «Olé España». Socio de Jaime de Mora y Aragón en la disco Kiss, perfecto relaciones públicas, agente inmobiliario en sus últimos años y no tenía necesidad de salir del armario, ya lo hacía de su chulísimo Volkswagen escarabajo azul eléctrico.

Gracias a la radio y la música conocía a Roy, único acompañante cuasioficial del dúo Shirley & Soraya. «Tienes que presentarme a la Bassey para una entrevista», le dije. Él cumplió y fui formalmente presentado y solicitado breve charla a «micromatón» con la mujer que más veces cantó en las pelis de James Bond (tres oficiales y una cuarta que no). Mientras ella pedía bebida para todos me dijo: «Más tarde, darling»…

Nos vimos en unas cuantas ocasiones más, de las que salí en estado líquido. Siempre se lo pedí, pero Shirley Bassey jamás me dio la jodida entrevista, aunque mi higado le hace la ola cada vez que me pido un gintonic.