Pandemia

La «ruina» tras la recuperación de rayas fronterizas

El cierre con Portugal y la covid desbocada «asfixian» a los empresarios de Ayamonte. La alcaldesa pide responsabilidad y confía en que «la situación sanitaria se normalice»

Vista de la autovía A-49, con el puente internacional al fondo estos días
Vista de la autovía A-49, con el puente internacional al fondo estos díasJulián PérezEFE

El polen de la economía de Ayamonte, un municipio de Huelva de algo más de 141 kilómetros cuadrados de extensión y casi 21.000 habitantes, es el trasiego de portugueses. El río Guadiana y el puente internacional, comunes a España y al país vecino, son la base de la imagen del logotipo de la Eurociudad que conforman la localidad onubense y los municipios lusos de Castro Marim y Vila Real de Santo Antonio. Pero el coronavirus ha provocado que haya orillas que no se crucen. Los habitantes del triángulo ibérico vuelven a sufrir las consecuencias de la reintroducción de controles interiores en la frontera entre ambos estados europeos, por segunda vez en pandemia, que estará en vigor al menos hasta el próximo 10 de febrero. El paso entre Ayamonte-Castro Marim, situado en el punto kilométrico 131 de la autovía A49, conectada con la A-22 portuguesa, permanece abierto, pero sólo para ser traspasado en supuestos tasados. La Policía Nacional lo controla durante las 24 horas del día. A ello se suma que la elevada tasa de la Covid-19 ha empujado al cierre perimetral de la localidad ayamontina, que se ha añadido al autonómico, y al parón de la actividad no esencial.

«Asfixia» y «preocupación» son las palabras que más se repiten entre los empresarios y los hosteleros de la zona en una ciudad de calles desérticas, con la vida social en suspenso, y en la que los negocios han pasado en meses de la ebullición, a la exhibición de carteles en los que se podía leer «abrimos en primavera», para finalmente echar el cerrojazo en muchos casos. «Esto es una ruina», resume a LA RAZÓN, Rafael Hernández, conocido entre sus vecinos como «Pachi». Su suegro, Francisco Abreu Pérez, se trasladó en los años 50 de Cartaya a Ayamonte y montó allí un negocio de telas al que luego adhirió una sastrería. Sus familiares se ocupan ahora de «una tienda de ropa y tejidos, una perfumería y un supermercado de productos ‘delicatessen’». Las restricciones covid les han «afectado» hasta el punto de que, aunque despachaban unas horas por la mañana en el tercer establecimiento hasta el pasado miércoles, ya no lo hacen y han recurrido a un expediente temporal de regulación de empleo (ERTE) en las tres actividades.

Fuentes municipales cifran en «un 70%» el aporte de los portugueses a la economía de la ciudad. «Pachi» lo confirma y asevera que la ausencia de éstos y de turistas en general ha dejado al centro anquilosado. Relata que ya en la campaña de Navidad se les echó en falta. «Hay que agradecer a la gente del pueblo que compró en Ayamonte y mantuvo comercios abiertos», dice. Forma parte de una asociación de empresarios y hosteleros y ratifica que la situación que atraviesa su familia no es la excepción, sino la regla. Piden que «se les bajen los impuestos», de forma «proporcional» a lo que puedan trabajar. «No es lo mismo hacerlo 12 meses que tres», sintetiza.

La alcaldesa del municipio, la socialista Natalia Santos, sabe que «la actividad económica se ve frenada por el cierre de la frontera». «Nuestros vecinos suelen venir a hacer compras o a disfrutar de nuestra gastronomía y son muchas las visitas a lo largo de todos los días de la semana que recibimos», traslada a este diario. Agrega que los van e echar «mucho de menos» y confía en que «la situación sanitaria se normalice lo antes posible», para poder reencontrarse «a ambos lados del río». Éste vuelve a ser después de años línea divisoria natural entre dos países, entre pueblos hermanados que se la saltan por convicción. Santos, quien además preside la Eurociudad del Guadiana –catalogada desde 2018 como Agrupación Europea de Cooperación Territorial (AECT)–, apela a la «responsabilidad ciudadana» y, en especial, a «la de aquéllos que aún no son conscientes de la grave situación» que padece Ayamonte por la pandemia. «Es imprescindible que todos colaboremos en esta lucha desesperada contra la Covid-19, que sigue cobrándose vidas y sumando casos», proclama Santos. Aunque se muestra convencida, o así quiere transmitirlo, de que «con empeño, conciencia y compromiso» conseguirán vencer la compleja coyuntura que los roe.

Del otro lado, António N., vecino de Vila Real de Santo Antonio, reconoce que su país «lo está pasando muy mal» con una covid que se ha cebado con los sanitarios. «No nos podemos descuidar», dice. Relata que forma parte del grupo que atraviesa el puente para «repostar gasolina más barata», tapear o comprar bombonas de butano, pero no se plantea saltarse los controles. «Volveremos a estar unidos», silabea entre dientes. No saben cuánto estarán incomunicados ni qué factura tendrán que pagar por la ruptura temporal de lazos.

Este escenario se repite a lo largo de los 1.234 kilómetros, salpicados de otras eurociudades, que componen La Raya, como se llama a la frontera hispanolusa, la más antigua y extensa entre dos estados de la UE. Hasta que las indicaciones sean distintas, sólo grupos como los trabajadores fronterizos, sanitarios o del transporte, personas con causas justificadas o con domicilio en España, podrán avanzar en unos puestos con horarios, salvo ocho de ellos abiertos las 24 horas –en Andalucía el de Ayamonte y el de Rosal de la Frontera-Vila Verde de Ficalho–.

Agentes de la Policía Nacional comprueban el documento de movilidad de un ciudadano portugués en el paso que une Castro Marim y Ayamonte
Agentes de la Policía Nacional comprueban el documento de movilidad de un ciudadano portugués en el paso que une Castro Marim y AyamonteJulián PérezEFE

La separación forzosa ha frenado la circulación de vehículos. En el puesto ayamontino en concreto llegaron a reducirse hasta un 53,31% las salidas de España y un 51,41% las entradas el pasado 4 de febrero, según datos de la Dirección General del Tráfico (DGT). Una caída que fue del 82,87% y del 81,20%, en el mismo orden, respecto a lo registrado en 2020 por las mismas fechas. Aunque el porcentaje mayor en esa comparativa anual, ligada al periodo con el reciente cierre confinante en vigor, es del 94,89 en la ida y del 94,69 en la vuelta a la provincia de Huelva. Corresponde al domingo 31 de enero de 2021 y el mismo día de la semana que fue el 2 de febrero de 2020.

Pasará. Como diría Juan Ramón Jiménezel Guadiana nunca es viejo y ahí estará, el trazo de agua entre villas gemelas, esperando el bullicio de los que se mueven a su ritmo.