Tribunales

Segundo grado para los ex altos cargos de los ERE tras un mes de prisión

Los encarcelados podrán solicitar permisos ordinarios de salida cuando cumplan la cuarta parte de su condena

Francisco Vallejo, responsable de Innovación y condenado a siete años y un día y a 18 años de inhabilitación por prevaricación y malversación; y Jesús María Rodríguez, viceconsejero de Innovación y condenado a seis años de cárcel y 15 años de inhabilitación por prevaricación y malversación, ingresan en la prisión Sevilla I, este lunes
Francisco Vallejo, responsable de Innovación y condenado a siete años y un día y a 18 años de inhabilitación por prevaricación y malversación; y Jesús María Rodríguez, viceconsejero de Innovación y condenado a seis años de cárcel y 15 años de inhabilitación por prevaricación y malversación, ingresan en la prisión Sevilla I, este lunesRaul CaroAgencia EFE

Los condenad en el juicio del «procedimiento específico» del «caso ERE» que han entrado en prisión pueden pasar al segundo grado en apenas un mes. La junta de tratamiento de la cárcel Sevilla I ha propuesto que los ex altos cargos de la Junta de Andalucía que entraron en esta prisión sean clasificados en segundo grado, lo que conlleva que puedan realizar actividades grupales y cuando cumplan una cuarta parte de la pena podrán acceder a permisos ordinarios de salida, en base al artículo 154 del Reglamento General Penitenciario. En esta situación se hallan el ex consejero de Innovación Francisco Vallejo (condenado a siete años y un día de prisión); el ex viceconsejero de Innovación Jesús María Rodríguez Román (seis años de cárcel); y el ex director general de IFA/IDEA Miguel Ángel Serrano (con una pena de seis años, seis meses y un día). Todos ellos entraron en la cárcel el de 2 enero condenados por malversación.

El segundo grado es el mayoritario entre la población reclusa en España y se aplica a internos que no son peligrosos y están adaptados. La Junta de Tratamiento también aprobó que los tres ex altos cargos sigan cumpliendo la condena en esta prisión, a petición de los propios afectados. Ahora será la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias quien decida acerca de la clasificación de los condenados. Generalmente, la propuesta es aceptada, teniendo en cuenta además que las obras en la unidad de cumplimiento limitan la capacidad total de 1.100 reclusos. Si no hay partes, sanciones o informes por malas conductas, con el cumplimiento de una cuarta parte de la condena se podrán conceder permisos.

En la misma situación previsiblemente estarán la ex consejera de Economía Carmen Martínez Aguayo, en la prisión de mujeres de Alcalá de Guadaíra; y los ex consejeros de Empleo José Antonio Viera –en Huelva– y Antonio Fernández –en Puerto III–. Antes que los permisos, los agraciados con el segundo grado podrán participar en actividades. El ex diector de IDEA Miguel Ángel Serrano, según adelantó Diario de Sevilla, se habría apuntado ya a Informática.

Vallejo, Rodríguez Román y Serrano comparten un módulo de respeto con internos de más de 65 años. Son presos en ningún caso agresivos. Es más, en los módulos de respeto se tiene en cuenta en todo momento el comportamiento de los internos, desde los «buenos días» a abrir la puerta a los compañeros. Son personas totalmente reinsertables y en muchos casos arrastran condenas antiguas y a la entrada en prisión ya hacían una vida totalmente normalizada.

La vida en prisión conlleva una serie de rutinas pero también espacios de tiempo para ir la biblioteca, pasear por los jardines o ver televisión. Fuentes cercanas a los ex altos cargos vienen señalando que sus defendidos están todo lo bien que se puede estar en una prisión, esto es, sobrellevando los días.

Todavía falta una decisión definitiva sobre los condenados a los que se les ha permitido no entrar de momento en prisión debido a sus enfermedad, caso del ex presidente de la Junta José Antonio Griñán y del ex viceconsejero Agustín Barberá. El informe forense de Griñán concluyó «la no conveniencia» del ingreso en prisión y consideró el cáncer que padece «poco compatible» con la «dinámica carcelaria».