Agricultura

La crisis energética impulsa la exportación agrícola almeriense  

Las hortalizas andaluzas disparan su valor ante la caída de competidores europeos  

Interior de un invernadero almeriense productor de tomates
Interior de un invernadero almeriense productor de tomatesLa RazónL. R.

La crisis energética y la retirada de competidores directos en Europa ante el aumento de los costes energéticos está disparando el interés de los mercados por la agricultura almeriense, que presenta ya un superávit de 907 millones de euros y se posiciona con la tercera mejor tasa de cobertura autonómica. Andalucía ha conseguido un nuevo récord de exportaciones tras el análisis de los ocho primeros meses del año publicado por Extenda, con un crecimiento de casi un 30% y una facturación total de 28.650 millones de euros.

Los buenos datos se han producido en todas las provincias, si bien destaca el caso almeriense al consolidar los mejores registros existentes en el mes de agosto, casi duplicando sus exportaciones y alcanzando valores de 110 millones de euros en hortalizas y hasta 48 millones de euros en frutas. La agricultura representa la mitad de los productos almerienses que se venden en el extranjero y empuja una subida de hasta el 90% en las exportaciones de la provincia. Aunque el aceite continúa siendo el producto estrella de la exportación andaluza, las hortalizas se han colocado ya en segunda posición en importancia y las previsiones no pueden ser más favorables debido, paradójicamente, al convulso contexto internacional.

Tras una campaña récord de facturación, el lastre que supone el aumento de los costes de producción es mucho mayor para la competencia agrícola en Europa, que depende estrechamente de la calefacción artificial para llevar adelante su producción hortícola. “Los elementos siguen estando ahí, sobre todo el tema energético, que ha sido básico para que un competidor como Holanda prácticamente se haya quitado de en medio”, afirma Alfonso Zamora, gerente de la Federación Andaluza de Asociaciones de Empresarios Comercializadores Hortofrutícolas (Ecohal), quien confía en que “esta campaña sea muy parecida a la anterior, lo que quiere decir muy buena”.

A la seguridad que ofrece “el clima favorable en la zona para producir” agricultura, se unen otros factores como “las limitaciones a la exportación de Marruecos, por la alta inflación, que nos está beneficiando. Incluso el Brexit, que podía pensarse nos perjudicaría, ha acabado provocando un estrechamiento del Reino Unido con Marruecos, que permite que Europa se centre mayoritariamente en nuestra capacidad de cumplir con los envíos”.

Actualmente los primeros mercados de Almería son Alemania, Estados Unidos y Francia. De noviembre a febrero solo Marruecos, Turquía y el sureste español pueden producir las toneladas hortofrutícolas necesarias para alimentar Europa. “Percibimos nerviosismo, la gente cree que les va a faltar producto”, dice el presidente de la cooperativa ejidense Ejidomar. “Los compradores quieren asegurar la llegada del género. Están buscando proveedores y asegurando los contratos”. Actualmente, cualquier evento es bueno para cerrar acuerdos de negocio con una facilidad inédita en los últimos tiempos, acuciados también por factores climáticos que provocan “un descenso en la producción que estamos viviendo también aquí y que, de momento, mantiene buenos precios. La duda es qué pasará en noviembre, cuando se entiende que llegarán volúmenes y cosechas mucho mayores de los invernaderos”.

El director de la Cátedra Coexphal de la Universidad de Almería, Juan Carlos Pérez Mesa, también entiende que “la crisis internacional está disparando el interés estratégico de la agricultura almeriense. El aumento del coste energético nos afecta como sector, pero también está favoreciendo que nos establezcamos en este periodo de frío y que nuestra posición como proveedores se fortalezca claramente”. Jesús Barranco, CEO de la alhóndiga almeriense La Unión, pone un ejemplo gráfico para explicar la situación agrícola europea, “una empresa holandesa que produce tomate Cherry en Holanda y que ha pasado de plantar 800 hectáreas a sólo 100. Si extrapolas eso a Finlandia o a cualquier país con agricultura que requiere calefacción artificial, nos podemos hacer una idea de lo que está pasando. Los mercados han pasado de preocuparse por cómo la crisis afecta al consumo, a cómo el precio de la energía afecta a la producción de alimentos”. Se intensifica la actividad comercial en “un momento de incertidumbre que hace muy estratégica nuestra presencia en ferias agrícolas o en cualquier foro donde se concentren los agentes del sector en Europa”, concluye Barranco.

Los invernaderos se convierten cada vez en un valor más cotizado. Buena prueba de ello es que el precio medio de la hectárea para ese fin subió hasta un 6% el año pasado, hasta los 216.085 euros. Según la Encuesta de Precios de la Tierra del Ministerio de Agricultura, es el tipo de superficie de cultivo que más ha aumentado su valor, seguido por el de frutales de secano de clima subtropical. Tampoco la sequía parece obstáculo para una campaña que espera cumplir las expectativas, sufriendo, pero a la vez nutriéndose, de la crisis energética mundial.