Pesca

El cangrejo azul en la reserva del Guadalquivir: de amenaza a negocio

La Junta ultima la autorización de la pesca controlada de la especie invasora en zonas sensibles del estuario

Este crustáceo está considerado uno de los más agresivos en cuanto a competencia alimentaria
Este crustáceo está considerado uno de los más agresivos en cuanto a competencia alimentaria EP

La Junta ultima una orden que permitirá a una veintena de embarcaciones la pesca del cangrejo azul en la desembocadura del Guadalquivir para frenar su expansión. La nueva normativa permite capturar en zonas protegidas esta especie invasora, combinando el control ecológico con nuevas oportunidades para el sector pesquero andaluz.

Originario de las costas del Atlántico occidental, este crustáceo ha colonizado a gran velocidad los estuarios del golfo de Cádiz desde su detección en 2017. Su crecimiento exponencial en zonas como el Guadalquivir ha levantado la alarma por sus efectos sobre especies autóctonas, hábitats de marisma y sistemas de engorde natural. La nueva normativa de la Consejería de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural establece criterios estrictos para la pesca con nasas tipo americana, limitando su uso a embarques autorizados y regulando jornadas, horarios, zonas de calado y seguimiento científico. En la práctica, se trata de un plan de gestión pionero que pretende transformar un problema ecológico en una oportunidad económica y de conocimiento.

El nuevo Plan de Gestión se aplicará hasta el día 31 de diciembre del año 2027, aunque podrá ser prorrogado a la vista de los informes científicos.

Alto precio en lonjas

El cangrejo azul, considerado uno de los crustáceos más agresivos en cuanto a competencia alimentaria y depredación de huevos y alevines, amenaza los equilibrios del estuario, sobre todo en los meses cálidos cuando se acumulan hembras ovadas en aguas saladas. Sin embargo, su alto valor comercial como marisco ha despertado el interés del sector: en lonja puede alcanzar precios que superan los 10 euros por kilo.

Desde 2021 ya estaba autorizada su captura en algunas zonas por mariscadores a pie, pero ahora la Junta amplía esta opción a embarcaciones menores dentro de la reserva, permitiendo así la entrada de más actores a esta actividad. Eso sí, con limitaciones: un máximo de 100 nasas por barco, caladas solo cinco días a la semana y bajo un sistema de localización satelital obligatorio (Caja Verde).

La medida viene acompañada de un ambicioso programa de seguimiento científico que contará con la colaboración de pescadores locales, quienes deberán permitir el embarque de investigadores, así como recoger y entregar muestras biológicas de forma periódica.

El objetivo es obtener datos rigurosos sobre distribución, densidad, tamaño, sexo y evolución de las poblaciones de cangrejo azul, fundamentales para ajustar la normativa cada año. Además, se creará una Comisión de Seguimiento integrada por representantes de las Consejerías de Pesca y Medio Ambiente, así como el Parque de Doñana. Este órgano velará por la sostenibilidad del plan y propondrá medidas correctoras en función de los resultados ecológicos y socioeconómicos.

La orden busca aplicar el principio de «pesca responsable»: permitir la explotación de una especie problemática, sin perjudicar al medio ni a las especies protegidas que cohabitan la zona, como la anguila europea o el camarón.

Para ello, se establecen mallas mínimas de 60 mm, zonas de exclusión y turnos rotativos para evitar interferencias en los canales de navegación del Guadalquivir. También se exige que las capturas accesorias se devuelvan inmediatamente al mar y se sanciona cualquier incumplimiento.

La llegada del cangrejo azul al Mediterráneo y al Atlántico europeo es parte de una tendencia más amplia de invasiones biológicas asociadas al cambio climático y al tráfico marítimo internacional.

La comunidad andaluza ha decidido no quedarse de brazos cruzados y abordar el fenómeno desde la gestión pesquera activa, como ya ocurre en otras regiones como el delta del Ebro o la laguna de Venecia.