Nuevo pontífice

Música
El próximo 30 de mayo vuelve a Cartuja Center la incomparable artista María Isabel de la Cinta Quiñones, «Martirio». Lo hará con un espectáculo diferente. Su nuevo proyecto musical se grabará en directo aprovechando algunos de sus futuros conciertos. Por tanto, Sevilla será una de las primeras ciudades que tenga el privilegio de disfrutarlo. Coplas ‘atangadas’ y tangos ‘acoplados’ con absoluta naturalidad, fusionados para «transmitir emociones», una propuesta que el público podrá acoger con «verdadera cercanía».
¿Qué significa reencontrarse con el público sevillano?
Sevilla es parte de mi vida. He vivido allí diez años, mi hijo es sevillano y tengo montones de amistades. Maribel nació en Huelva, pero Martirio lo hizo en Sevilla. Es un público que me tiene mucho cariño, y al que voy a ofrecer esta nueva propuesta: dar al tango argentino una vuelta por el sur. Les va a encantar porque es una formación musical espléndida.
¿Qué aportan músicos como Marcelo Mercadante u Olvido Lanza y qué buscabas en ellos?
Nunca había cantado con un violín y un bandoneón, aparte del piano, por supuesto. Jesús Lavilla (al piano), Marcelo Mercadante (un gran bandoneonista argentino), y Olvido Lanza (para mí, la reina del violín) son unos músicos que han transitado por muchísimos géneros, tienen una gran formación musical y muchísima personalidad Le confieren al tango clase, conocimiento, innovación y su propia manera de entenderlo.
¿Por qué el tango?
El espectro musical es una cosa maravillosa. Y los tangos son los que yo más he cantado o más me han gustado. Y van desde Gardel, pasando por Eladia Blázquez, por los Hermanos Expósito, el Discépolo, Canaro, Contursi, Mores, hasta llegar a Astor Piazzolla, que a mí me fascina, que es cuando en el tango entra el jazz. Y es un repertorio precioso, que tiene muchísimo que ver con las coplas, porque los compositores oían las músicas en uno y otro lado del Atlántico y se emparentaban amores, destinos, distancias, sentimientos y emociones. Las letras están llenas de descripciones y sentimientos y poesía, y vivir profundo del ser humano. Es muy bonito para teatralizarlo.
Argentina es pasión...
Llevo mucho tiempo con ganas de hacer este proyecto. Yo siempre digo que la copla es la mujer y el tango es el marido. Y después hay una cosa que hemos descubierto que es maravillosa, que hay muchísimas coplas que se adaptan perfectamente al tiempo del tango. Y puedes ‘atangar’ «No me quieras tanto», «Tatuaje» o «La bien pagá» y ¡no sabes cómo queda ‘atangada’! Es muy bonito unificar las dos culturas.
Tus letras y tu estética han sido siempre una forma de reivindicación cultural y feminista. ¿La música sigue siendo hoy ese espacio válido para el activismo?
Hay mucha música comercial, pero las cosas que perduran no solamente sirven para acompañar, para ayudarte, sino también para reivindicar y para que pienses y te conectes contigo mismo y sepas mejor lo que quieres y lo que no. La música ayuda a eso.
¿La madurez ha transformado su «yo» en el escenario?
Si fuera la misma, sería un poco patética. Llevo más de 40 años, eso se nota, se transmite en las neuronas de la voz, en la cantidad de músicas que he tocado y en la cantidad de géneros que me gustan. Todo va implícito. Y, sobre todo, lo que sigo aprendiendo es a paladear la palabra y convertir las canciones en poesía. Que cuando las cante lleguen a la gente y puedan encontrarse consigo mismos a través de la sinceridad con que se expresan.
¿En los jóvenes músicos de hoy también se puede aprender?
Hay muchísima gente muy preparada. Yo lo veo en mi hijo Raúl, que es un músico que a mí me da 300 vueltas. Sabe producir, sabe componer... Y yo escucho a mucha gente joven que me gusta como Sandra Carrasco, Silvia Pérez Cruz, Maui de Utrera, La Tremendita... Hay muchísima gente que está haciendo cosas muy, muy bonitas. Hay músicos excepcionales como Juanpe Pérez. Están muy preparados. Quizá no es lo que más se escuche en la radio, pero sí en conciertos. Te aseguro que hay una generación fantástica.
Ha cruzado muchas fronteras estilísticas. ¿El mundo del tango ha sido un terreno especialmente exigente?
El tango es un clásico muy venerado y muy defendido. Ahora, por ejemplo, ya hay muchas mujeres más que lo cantan y que lo escriben también. Se ha dulcificado un poco esa masculinidad que tiene el tango. Pero yo he tenido la suerte de haber tocado en la cumbre del tango de Rosario –Argentina–. Esos eran tangueros, tangueros. Y les ha gustado que les llevara los tangos al compás flamenco. Y después he tocado también en el Festival de Tangos de Granada. He cantado para que lo bailen. Te quiero decir que hay muchísimas connotaciones, muchos momentos en que el tango está presente en mi vida.
¿Estás viviendo un renacer de la copla o sigue siendo un arte un poco incomprendido?
La copla es para siempre, una joya de la música popular del siglo XX y XXI. Hay muchísima gente joven que ha cogido el repertorio y lo ha hecho suyo. Desde Buika, Miguel Pobeda, Pasión Vega, Diana Navarro, Estrella... muchísima gente que es mucho más joven que yo y, sin embargo, le dan su propia interpretación a unos clásicos que son imperecederos.
Por último, ¿alguna sorpresa para esta ciudad que es tuya realmente?
Bueno, llevamos unas sevillanas argentinas. Aparte, por supuesto, la sorpresa grande es ya la interpretación que hacen los músicos de estos tangos y mi interpretación que también es nueva. Y, por supuesto, lo que te decía, las coplas ‘atangadas’ y los tangos ‘acoplados’. Cuando escuchen cómo quedan de bien las coplas en el tiempo del tango, se darán cuenta de que el territorio es el mismo y las fronteras son puntos que separan pero hay muchas más cosas que nos unen.
Nuevo pontífice