
Convivir con animales
Doctor Brian Chin, psicólogo: "Dormir con mascotas puede afectar al sueño humano, especialmente con perros"
Esta práctica es muy habitual en las personas que conviven con animales y puede resultar dañina para la salud de quien la lleva a cabo

En los últimos años se ha hecho cada vez más común observar prácticas que distorsionan la naturaleza de los animales domésticos. La humanización de las mascotas ha crecido hasta convertirse en una tendencia consolidada en muchos hogares. Vestir a los perros con ropa de temporada, celebrarles cumpleaños o aplicarles tratamientos estéticos son solo algunos ejemplos de una relación que, en ocasiones, deja de basarse en el respeto a su instinto y comportamiento animal. Esta forma de convivencia ha generado un debate sobre los límites entre el afecto y la proyección emocional que muchas personas depositan en sus animales, tratándolos más como hijos que como compañeros de especie.
Aunque esta tendencia puede tener efectos positivos como una mayor atención veterinaria o un vínculo emocional más estrecho, también implica riesgos relacionados con la pérdida del bienestar animal. Forzar a las mascotas a rutinas humanas o negarles comportamientos propios de su especie puede generarles estrés, ansiedad o frustración. Uno de los gestos más representativos de esta cercanía es dormir con ellos, una práctica que va en aumento y que es especialmente habitual entre los más pequeños de la casa. Este acto, cargado de ternura y apego, refleja la transformación del lugar que ocupan los animales en la vida cotidiana, a veces más cerca del rol afectivo que del biológico.
Por el contrario, cuando compartes el sueño con tu compañero salvaje, la consecución de esta acción no solo repercute sobre la salud del animal sino que, además, es posible que atente contra el ritmo de sueño propio. De esta manera, una investigación ha dictaminado los puntos a tener en cuenta respecto a este acto. Asimismo, la especie de la mascota también juega un rol diferencial, siendo los perros los más frecuentes y los más perjudiciales. Por lo que, si realizas esta bonita estampa a menudo y has notado recientemente una mayor interrupción en el ciclo nocturno o periodos prolongados de agripnia, tal vez esta sea la razón.
Un estudio confirma los efectos adversos de dormir con tu perro
El doctor Brian N. Chin, profesor de psicología en Trinity College ha publicado en Scientific Reports, de Nature, un proyecto en el que investiga cómo afecta dormir con mascotas a la calidad del sueño del dueño de las mismas. Las declaraciones sobre los resultados del trabajo fueron las siguientes: "El sueño humano puede verse afectado al dormir con mascotas, especialmente perros", sentenció Chin. El estudio, para una mayor exactitud en sus registros, recoge el testimonio y la experiencia de 1.591 adultos estadounidenses mediante encuestas personalizadas. De todos los entrevistados, hasta 758 afirmaron dormir con animales en la misma habitación.
Los efectos de aquellos que compartían la noche con su mascota notaron una serie de deterioros que la parte contrario no percibía, sobre todo aquellos que residían con la especie ya mencionada. Por ende, compartir la habitación con un perro se asocia con una peor percepción del descanso, mayor gravedad del insomnio y más interrupciones durante la noche. El impacto en la calidad del sueño depende del tipo y número de mascotas, ya que, convivir con varias se relacionó con una mayor severidad del insomnio, dejando a un lado el aspecto más emocional y los vínculos establecidos.
Las consecuencias cambian con los gatos
Casualmente, dormir al lado de un gato no mostró efectos negativos similares e incluso, en ciertos casos, se vinculó con una ligera mejora en la eficiencia del sueño percibida. Es así como estas diferencias suscitan más dudas que respuestas. Para ello, la puerta a la investigación se encuentra más abierta que nunca y quien sabe si esta clase de consecuencias también se pueden extrapolar a otros actos cotidianos que también son compartidos con la presencial animal. En cualquier caso, la realidad es que la posibilidad sigue existiendo y solo los estudios, como el ya tratado, despejan las incógnitas que aparecen en el camino.
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