Sociedad

Tres de cada cuatro peregrinos que realizan el Camino de Santiago sufren ampollas en sus pies

Así lo revela un estudio realizado en dos albergues de León

Peregrino tratado de ampolla en el pie
Peregrino tratado de ampolla en el pieLa Razón

El 74% de peregrinos que realizan el Camino de Santiago presenta alguna lesión ampollos en el pie después de realizar varias etapas. Así se desprende de un estudio observacional comparativo transversal de 315 pacientes atendidos en dos albergues de la provincia de León. El objetivo de la investigación era evaluar los factores de riesgo asociados a la aparición de lesiones dermatológicas en el pie durante la práctica del senderismo liderado por la profesora de Podología de las Universidad Miguel Hernández de Elche, Esther Chicharro-Luna, con la colaboración de las Universidades de Extremadura y Málaga y difundido por el Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos.

La localización más frecuente de las ampollas fue en el metatarso del primer y segundo dedo y en el quinto dedo (meñique).

Las conclusiones principales de la investigación son que el tipo de terreno por el que se camina es un factor determinante en la aparición de ampollas y existe menos riesgo si se camina por tierra que por asfalto y que el uso de ortesis plantares (plantillas personalizadas) y el control de la humedad son factores que deben tenerse en cuenta como medida preventiva, ya que tener los calcetines mojados al finalizar la etapa se comprobó que es un factor de riesgo.

La secretaria general del Colegio de Podólogos de Castilla y León, Cristina Ortega,recomienda “que los peregrinos sean valorados por un profesional de la Podología antes de realizar esta actividad; las ampollas en los pies no son lesiones que se deban minusvalorar: pueden ser dolorosas, restringir el funcionamiento normal del pie y aumentar el riesgo de infección de las extremidades inferiores”.

Esta estudio tiene su interés porque la ampolla es la lesión dérmica más frecuente durante la práctica deportiva. Constituye hasta el 64 por ciento de las quejas médicas en los excursionistas.

La investigación ha sido realizada por Esther Chicharro-Luna y Aranza Requena-Martínez, de la Universidad Miguel Hernández (Alicante), con la colaboración de Alfonso Martínez-Nova, de la Universidad de Extremadura, y Ana Belén Ortega-Ávila y Gabriel Gijón-Noguerón, de la Universidad de Málaga.

Mediante una entrevista y exploración clínica, se recogieron variables sociodemográficas y clínicas. Se registraron variables relacionadas con el tipo de terreno (asfalto o tierra), con la mochila (peso), el calzado (peso, tipo, impermeabilidad), calcetines e hidratación (uso de cremas y cantidad de líquido ingerido). Mediante una exploración del pie se determinó la posición del pie (posición neutra, pronada o supinada).

Así pues, el objetivo de este estudio fue determinar qué factores influyen en la aparición de estas lesiones en largas caminatas, para que el deportista pueda establecer medidas de prevención adecuadas que disminuyan su prevalencia y ayuden a mejorar la calidad del ejercicio físico.

La muestra se compuso de 315 peregrinos (168 hombres, 147 mujeres) de 47 nacionalidades diferentes, que fueron atendidos en dos albergues de la provincia de León, dentro de la ruta del Camino de Santiago francés.

Para la muestra se seleccionó a los pacientes que acudían al servicio de podología del albergue mayores de 18 años y que hubiesen caminado al menos 20 kilómetros en los últimos 5 días. Se excluyó a caminantes que no porteaban mochila, mujeres embarazadas, y personas con antecedentes quirúrgicos del miembro inferior o lesiones musculoesqueléticas en los últimos seis meses.

La edad media de la muestra era de 36 años. Los peregrinos anduvieron una media de 279 kilómetros, 75 por asfalto y 204 por tierra, durante una media de 12 días.

Mediante entrevista clínica, se recogieron las variables sociodemográficas y clínicas. Se registraron todas las lesiones ampollosas y su localización en el pie, así como el peso, la talla del paciente y el peso de la mochila y del calzado.

La actividad física o entrenamiento previo a realizar la ruta jacobea se dividió en varias categorías: caminar, correr, nadar, ciclismo, senderismo y otros. También se anotó la frecuencia semanal del deporte realizado.

El tipo de calzado se categorizó en bota trekking; zapato de trekking; sandalia trekking y zapatillas deportivas y zapatilla de running trail. Se registró si el calzado era impermeable y el tipo de membrana impermeabilizante (Goretex®, Novodray®, Waterproof®, otros). Se consideró un calzado nuevo si había sido utilizado en menos de diez ocasiones y se anotó el tiempo de uso en meses.

La hidratación se determinó preguntando al paciente el uso de cremas o emolientes diarios sobre el pie y la cantidad de líquidos ingeridos al día. Para valorar la sudoración del pie, se preguntó a los participantes por la utilización de tratamiento diario para la hiperhidrosis (antitranspirantes), y la presencia de calcetín mojado a mitad y al finalizar la caminata. Se anotó si el participante cambió el calcetín húmedo por uno seco a mitad de la marcha.

Los kilómetros totales, de asfalto y tierra caminados se calcularon midiendo la distancia de partida hasta el lugar de atención podológica.

Mediante una exploración del pie se determinó la posición del mismo (posición neutra, pronada o supinada). Se registró la presencia de ortesis plantares personalizadas (plantillas) en el interior del calzado utilizado.

El 74% presentó alguna lesión ampollosa en el pie después de realizar varias etapas de senderismo. La zona más afectada fueron los dedos (38,1%), seguido de las cabezas metatarsales (más prevalentes la 1ª y 2ª), talón y 5º dedo (meñique).

El calzado más utilizado fue el zapato de trekking (38,1%), seguido de la bota de trekking (19,7%) y la zapatilla deportiva (17,8%). Fue nuevo o puesto menos de diez veces en el 38,7% de los casos. El 41,9% llevaba un calzado con membrana impermeable, a pesar de que el estudio fue realizado en verano donde la incidencia de lluvia fue baja. El peso medio del calzado fue 369 gramos. El 45,1% utilizaron bastón para caminar. El peso medio de la mochila fue de 7,63 kilos.

En relación a la hidratación, los participantes ingirieron una media de 2,19 litros al día. La hidratación diaria local mediante la aplicación de cremas y/o vaselina se produjo en el 51,7% de los peregrinos.

El 47,9% refirió tener los calcetines húmedos mientras caminaba, pero solo el 20,3% se los cambiaron por otros secos durante la jornada de senderismo y, únicamente, el 17,1% utilizaba diariamente algún tratamiento para la hiperhidrosis.