Cultura
Valladolid, donde el teatro se vive de una forma muy intensa
Gran acogida del público a “Mil amaneceres” del dramaturgo José Luis Alonso de Santos que volverá a escenificarse esta tarde a las ocho en el Teatro Calderón de la capital vallisoletana
El Teatro Calderón de Valladolid acogía en la tarde de ayer el estreno de “Mil amaneceres”, el último trabajo del dramaturgo vallisoletano José Luis Alonso de Santos, con una gran respuesta y acogida por parte del público y la crítica, que la considera como una de las grandes obras del autor de Bajarse al moro o ¡Viva el Duque, nuestro dueño!. Una obra, que volverá a escenificarse esta tarde a las ocho en el Calderón, que aborda la historia de dos hombres que cumplen condena como galeotes en la España del siglo XVII.
Una vez libres, durante un tiempo, afrontan juntos lo que el destino les tiene reservados. La separación marca un punto de inflexión existencial, que los lleva por caminos bien distintos. Uno, a encerrarse a en el Hospicio de las Hermanas de la Caridad y otro, como afamado escritor de comedias. Tiempo después, uno de ellos, ya triunfador en la profesión de cómico, se enfrenta al recuerdo y a definir los principales valores de su vida. Evocando a su compañero, va descubriendo que las mejores armas para superar el sufrimiento son la risa y la esperanza.
‘Mil amaneceres’, que ya fue editado por el Ayuntamiento de Valladolid en 2019 y resultó galardonado con el Premio de la Crítica de Castilla y León, ha llegado a Valladolid con el montaje escénico de Reme Rodríguez, profesora de la Escuela Superior de Arte Dramático de Valladolid, y la interpretación de Luis Miguel Orcajo.
“Es un texto maravilloso que es la historia de amor y esperanza. Es una obra terapéutica por que cuando todo te vaya mal en la vida, siempre amanece y sale la luz; es un regalo de los dioses para mi”, destacaba Orcajo, mientras que Reme Rodríguez pone en valor el texto y reconoce la gran responsabilidad que tiene de llevarlo a escena.
A punto de cumplir 80 años de vida, el próximo 23 de agosto, Alonso de Santos recibirá en apenas diez días el Premio Max de Honor de las Artes Escénicas por su trayectoria, pero mantiene el pulso creativo, una férrea vocación que le impulsa a escribir “porque me gusta y me lo paso bien”, se declara “latoso” e inconformista, y aún le ataca la desazón de comprobar la distancia existente entre “el pozo de la imaginación y la realidad escénica”, punto de partida y llegada de sus escritos.
“La realidad no tiene el alcance del sueño. Nunca he estado contento ni cuando he hecho yo el montaje de mis obras”, ha explicado este narrador, ensayista y dramaturgo en declaraciones recogidas por Efe, mientras recuerda que no ha dejado de escribir en seis décadas: “he sido muy afortunado, trabajo en lo que me gusta, con palabras y versos, como un labrador que cada día acude a sus tierras, siembra y recoge cosechas, algunas mejores y otras peores”.
En cuanto a “Mil amaneceres”, Alonso de Santos asegura que dedica esta obra al público porque, según decía, “sin prójimo no hay vida”. “Mi tarea es como la de un labrador. Trabajo con las palabras y los versos que siembro para que salgan cosechas, unas veces mejores y otras, peores. Esa cosecha es para el público, que es mi prójimo”, destacaba.
La concejal de Cultura, Ana Redondo, se felicitaba porque el estreno de la última obra de Alonso de Santos en el Calderón, de la que el dramaturgo es embajador, coincida con el Festival Internacional de Teatro y Artes de Calle en Valladolid. “Ninguna ciudad tiene ahora más teatro que Valladolid. Somos una ciudad donde el teatro se vive de forma muy intensa, con un público al que no se le puede engañar”, apuntaba.
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