Opinión

El arte de locutar

"España es uno de los pocos países en el mundo donde se doblan las películas"

La actriz en un momento del doblaje de «Buscando a Dory»
Doblaje de «Buscando a Dory»larazon

Lo confieso, cuando era pequeño en lugar de jugar al fútbol o pasarme horas delante de una videoconsola, mi pasión era construir cualquier cosa con papel y ver películas de Jerry Lewis, Terry-Thomas o Jack Lemmon. Aquellos cómicos de la era dorada de Hollywood me inspiraban a hacer reír a los demás, a paladear la comedia y sobre todo a imitarles.

Y eso es lo que hacía, imitar voces, calcar a través de mi voz todo tipo de ruidos y sonidos, copiar tonos y soltar diálogos de películas como El mundo está loco, loco, loco, loco o Star Trek. Sé que suena terrorífico, pero de verdad os digo que era el niño más tierno que podáis haber conocido.

Ya en la adolescencia mi fascinación por el mundo del doblaje me hizo interesarme y descubrir a los grandes. Una larga lista sin fin empezando por Claudio Rodríguez, María Luisa Solá, Ricardo Solans, Pepe Mediavilla, Rosa Guiñón, Constantino Romero y muchos otros que hacen las delicias de cualquier película de calidad donde la voz, los tonos y la esencia del personaje se puede masticar con la mirada sin darte cuenta.

Una maravilla sonora que impregnó mis oídos de querer saber más de esta profesión, gran culpa de ello lo tiene el equipo de Carlos Revilla y las primeras once temporadas de Los Simpson, algo realmente extraordinario y digno de una tesis.

Años más tarde, el maestro de locutores Federico Póliz tuvo a bien darme el empuje y la formación necesaria para empaparme de las locuciones de radio, de la trinchera de las ondas y aprender día tras día a modular, a proyectar y a vocalizar las más variopintas tonadillas y sonatas de una buena cuña publicitaria, de una elegante audioguía o de un buen doblaje de los más intrépidos vídeos.

Allí en su estudio hicimos buenas migas junto a Ramón Langa, qué decir del sempiterno Bruce Willis, que todo lo empapa con sus increíbles cuerdas vocales. Pero sobre todo entendí la esencia de algo mágico y maravilloso como es el poder trabajar a través de la voz, tacharlo de mi lista de cosas pendientes por hacer en la vida y poder dedicarme en parte a ello.

En cuanto a la magia del cine y de la televisión, España es uno de los pocos países en el mundo donde se doblan las películas, algo admirado por mi y por muchos y criticado y censurado por otros.

Yo creo que un buen doblaje enriquece cualquier historia y que puede convivir perfectamente con poder ver el metraje original con subtítulos, pero en esta era de revisionismo y de “libertad absoluta” parece que ese lado levanta ampollas a algunos que se rasgan las vestiduras cuando el largometraje está doblado.

Eduardo Gutiérrez, Juan Perucho, Laura Pastor, Jon Samaniego y un largo etcétera son algunas las más increíbles voces que podemos encontrar en nuestra cotidianeidad audiovisual y que nos acercan a las grandes producciones y a nuestras pantallas historias asombrosas que nos hacen sentir más cerca que nunca de cualquier lugar del mundo.

Tenemos un idioma exquisito, un lenguaje rico y maravilloso que paladear y compartir con los demás, hagan la prueba y verán que bien se le queda a uno el cuerpo después de una grata conversación. Magia, ¿verdad? Pues a muchos nos pasa un poco lo mismo con un gran doblaje.

Con todo lo habido y por haber, la verdadera libertad del audiovisual estará siempre en la convivencia de las dos versiones.

De momento pongámonos los cascos, arrimémonos al micro, esbocemos una gran sonrisa y vocalicemos las más hermosas palabras para cautivar el oído ajeno.