
Historia
Castilla y León en el infierno nazi: 165 nombres borrados en Mauthausen
Este lunes se cumplen 80 años de la liberación del campo de concentración y exterminio al que fueron condenados más de 7.200 españoles

Mañana lunes, 5 de mayo de 2025, se cumplen 80 años de la liberación del campo de concentración y exterminio de Mauthausen, en Austria, uno de los epicentros del terror nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Ese día, en 1945, el ejército estadounidense llegó a sus puertas y fue recibido con una pancarta escrita en castellano: “Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas liberadoras”.
Era el gesto de unos prisioneros que, tras años de esclavitud, tortura y olvido, aún conservaban la dignidad y el valor de levantar la voz. Entre ellos, más de 7.000 republicanos españoles, 165 de Castilla y León.
Una parte crucial de esta historia la rescatan los investigadores Gutmaro Gómez Bravo y Diego Martínez López en ‘Esclavos del III Reich. Los españoles en el campo de Mauthausen’ (Cátedra).
A través del estudio de más de una decena de archivos de instituciones nacionales e internacionales, han introducido el caso español en los complejos sistemas de cómputo de víctimas del Holocausto.
Durante la II Guerra Mundial, especialmente entre 1941-1942, de los 7.251 españoles internados, fueron asesinados 4.405, el 60 por ciento del total.
También, han reconstruido el paso de miles de republicanos españoles por el horror y han recuperado voces como la de Prisciliano García Gaitero, uno de los castellanos y leoneses que sobrevivió a Mauthausen. “Me robaron cinco años de juventud y probablemente hayan adelantado mi muerte unos cuatro años, pero me quitaron algo aún más preciado: la personalidad".
Su relato, escrito en un cuaderno, representa no solo el dolor personal, sino también el silenciamiento al que fueron sometidos miles de exiliados españoles atrapados entre dos dictaduras: la franquista y la nazi.
Castilla y León fue uno de los territorios de España más golpeados por esta tragedia. 165 hombres fueron deportados al campo de Mauthausen, y todas las provincias arrastraron su propio peso de dolor: Ávila perdió 35; Valladolid, 28; Burgos, 21; León, 20; Soria, 14; Palencia, 13; Zamora, 12; Segovia, 11 y Salamanca, ocho.
Eran jóvenes, muchos de ellos soldados republicanos, otros obreros y sindicalistas. Tras la derrota en la Guerra Civil y su huida a Francia, fueron detenidos por el régimen de Pétain y entregados a los nazis, con la colaboración de los servicios secretos franquistas.
Una historia de abandono
La tragedia comenzó tras la derrota de la II República. Miles de exiliados huyeron a Francia, donde fueron detenidos e internados en prisiones especiales y considerados ‘extranjeros en exceso’ , tratados no como refugiados políticos, ni siquiera como inmigrantes ilegales sino como indeseables presos o delincuentes comunes, lo que equivalía a la deportación a los campos alemanes.
El gobierno franquista, especialmente a través del ministro Serrano Suñer, no promovió directamente la deportación a los campos, pero sí influyó en bloquear las repatriaciones y en facilitar la identificación de “rojos” para su entrega a los alemanes. Así, entre julio y agosto de 1940, se censaron más de 100.000 españoles republicanos en Francia, de los cuales miles fueron enviados a Mauthausen como prisioneros ‘Rotspanier’, traducido como combatientes de la España Roja.
Entre 1941 y 1943, el campo convirtió el trabajo esclavo en el eje del castigo y la disciplina. Los españoles que sobrevivieron al año de llegada —el más mortal— lograron ocupar algunos puestos de obreros especializados, gracias a su experiencia previa en las fortificaciones de la línea Maginot. Esto les dio cierto margen de organización, algo clave para los juicios posteriores por crímenes de guerra.
En la tercera y última etapa (1944-1945), con el III Reich en descomposición, los campos se saturaron por nuevas deportaciones.
El hambre, el hacinamiento y el caos se dispararon. En abril 1945, los nazis se afanaban en la destrucción de pruebas incriminatorias pero los españoles salvaron documentos que permitieron elaborar un listado de fallecidos españoles, de supervivientes el día de la liberación y de los que fueron enviados al castillo de Hartheim, un centro de matanza.
El campo de los españoles
Durante la II Guerra Mundial, más de 9.300 españoles fueron deportados a campos nazis. De ellos, 7.251, a Mauthausen-Gusen, de los cuales murieron 4.761. Las condiciones eran inhumanas: jornadas interminables de trabajo forzado en la cantera, alimentados con migajas, golpeados, enfermos, humillados. El campo fue tan identificado con la presencia española que pasó a ser conocido como “el campo de los españoles”.
El complejo de Mauthausen fue inaugurado el 8 de agosto de 1938. Era un campo de tercera categoría, destinado a prisioneros “incorregibles”, esclavizados hasta la muerte.
Su símbolo más cruel fue la escalera de la cantera, con 186 peldaños por los que los prisioneros subían piedras de decenas de kilos, una tras otra, hasta caer extenuados.
Paradójicamente, la cohesión política y cultural de los republicanos españoles les permitió formar redes de apoyo. Muchos llegaron a desempeñar funciones internas que les permitieron salvar vidas e incluso recuperar documentación clave. Cuando en abril de 1945 los nazis intentaban destruir pruebas, fueron los españoles quienes ocultaron listas de deportados, testimonios y nombres de fallecidos, preservando la verdad para la historia.
El 11 de mayo, los reyes Felipe VI y doña Letizia asistirán al acto central de conmemoración en Mauthausen, con representantes de toda Europa, que rendirá homenaje a los más de 90.000 asesinados en el campo y sus satélites, entre ellos los más de 7.000 españoles. Será su segunda asistencia este año a un acto de este tipo, tras el que tuvo lugar en Auschwitz el pasado enero.
Hoy, 80 años después, Mauthausen no es solo un lugar de muerte, sino de memoria, el del recuerdo de los 165 castellanos y leoneses, los miles de españoles, los millones de víctimas del nazismo; el de Prisciliano y su cuaderno, que aún grita desde las alambradas oxidadas de la historia: ‘Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas liberadoras’.
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