Cultura
Este es el impresionante parador que se encuentra dentro de un Castillo medieval desde el que se vigilaba la frontera de Portugal
La fortaleza fue reconstruidad en el año 1372 por Enrique II de Castilla
Sentirse como un auténtico Rey. Eso es lo que deben de pensar la gente que se hospeda en un impresionante Parador que se encuentra dentro de un castillo de gran relevancia en la historia de España, ya que era el lugar desde donde se vigilaba la frontera con Portugal.
Todo el mundo ya ha podido comprobar que los Paradores de Turismo de España llaman la atención de todos los viajeros. Además de por su comodidad y belleza, estos rincones destacan debido al lugar donde se ubican. En este caso, los alojamientos se sitúan en sitios tan destacables como antiguos palacios, castillos llenos de historia, alcázares e incluso conventos. Asimismo, a través de ellos, se puede descubrir buena parte de la historia de nuestro país. Por otro lado, otra de las características que destaca es su situación geográfica.
Pues en esta ocasión vamos a hablar del establecimiento que se encuentra dentro de una fortaleza. Éste es el de la localidad salmantina de Ciudad Rodrigo, que está situado en lo alto de un tajo que se alza sobre la vega del río Águeda, y ocupa un emblemático castillo reconstruido en 1372 por Enrique II de Castilla, padre del linaje de Isabel la Católica.
El Parador ofrece un inmejorable enclave para admirar la riqueza monumental de Ciudad Rodrigo. En su interior, la reciente reforma de sus habitaciones luce una decoración de diseño, en la que piezas modernas conviven con el mobiliario castellano tradicional del edificio, en un vínculo que preserva la esencia medieval del castillo. Además, el Parador, dotado de parque y zona de juegos privada, es un destino ideal para toda la familia.
El establecimiento hotelero se instala en una fortificación de estilo leonés, destaca por su gran torre del homenaje cuadrada, de 17 metros de lado, y por las almenas y matacanes que se suceden a lo largo de sus impresionantes murallas. Además, su interior cuenta con una nueva muestra de obras de arte, entre la que destacan un tapiz flamenco del siglo XVII-XVIII, una talla de un rey castellano del siglo XVIII y una copia del cuadro expuesto en el Louvre “Las Bodas de Caná”, de Gerard David.
Además de las habitaciones, el parador, por su proximidad a las dehesas salmantinas, ofrece una suculenta oferta gastronómica que tiene en el cerdo ibérico y en la ternera morucha sus productos estrella. Cocina tradicional actualizada a base de ricos embutidos, suculentos asados, sin olvidar la gran enseña mirobrigense: el farinato.
Las arcadas de piedra del comedor de este inexpugnable castillo trasladan al comensal al medievo mientras contemplas los maravillosos paisajes del campo charro. En la mesa, junto al mejor jamón de Guijuelo, algunos de los platos más reconocidos por los clientes son los huevos de corral tapados con jamón ibérico y sus patatas, el farinato con yema asada a baja temperatura con patatas meneás, la pierna de cordero al horno o el solomillo de morucha a la parrilla.
Para disfrutar al máximo de la experiencia, Ciudad Rodrigo ofrece una serie de propuestas patrimoniales y turísticas de primer nivel, entre las que destacan:
- Catedral: Se trata de un templo gótico cuya construcción, promovida inicialmente por el rey Fernando II de León en torno a 1168 y continuada por sus sucesores en el trono, se llevó a cabo entre los siglos XII y XIV. Pertenece por su estilo al llamado «grupo de Salamanca», junto con la catedral vieja de Salamanca, la catedral de Zamora y la colegiata de Toro. En su interior posee tres naves escalonadas con bóvedas octopartitas. El edificio ha sufrido distintas reformas como la reedificación de la Capilla Mayor en 1550 gracias al patronazgo del cardenal Tavera.
En 1755 el famoso terremoto de Lisboa causó estragos en la catedral, derribando la torre principal. Por eso, la que se puede ver en la actualidad es del siglo XVIII.
En 1810 las tropas napoleónicas sometieron a la catedral a un intenso bombardeo, del que todavía se pueden ver las marcas de cañonazos en su fachada.
- Palacio de los Águila: Es el mayor palacio de Ciudad Rodrigo y perteneció a una de las familias con más solera de la ciudad. Fue construido entre los siglos XVI y XVII. Es mayoritariamente renacentista, aunque también presenta influencias góticas. Además, uno de los dos patios interiores es de estilo plateresco. Este patio está rodeado de arcos coronados con escudos de linajes emparentados con los Águila.
En este palacio se llegó a hospedar la mismísima reina de Inglaterra en 1692, en su viaje hacia Portugal. En 2000 fue rehabilitado y en la actualidad alberga un centro de exposiciones.
- Plaza Mayor y Ayuntamiento: La Plaza Mayor de la localidad salmantina es el epicentro del casco antiguo y el mejor lugar para empezar a descubrir la ciudad. Alrededor de la misma se asoman algunas centenarias casas y el ayuntamiento de la localidad. Este último es una auténtica joya de estilo renacentista que data del siglo XVI, aunque fue reformado en el siglo XX.
La Plaza Mayor es, además, el principal lugar de socialización, ya que está rodeado de cafeterías, restaurantes y terrazas. Y durante las fiestas de carnaval instalan una gigantesca plaza de toros móvil con una capacidad de 3.800 personas. También aquí se ubicaban las mazmorras.
- El Verraco: Frente al castillo el visitante se encuentro con otro de los emblemas de la ciudad. Se trata de una escultura de piedra de unos dos metros de longitud y que representa un cerdo. Fue realizado por los vetones, un pueblo prerromano de origen celta que se habitó estas tierras desde el siglo V a.C.
- Muralla: Ciudad Rodrigo consta de dos líneas de murallas que forman un cinturón de forma ovalada alrededor de la ciudad, con una longitud de 2.200 metros y alcanzando los 13 metros de altura en algunos lugares, y flanqueadas por cinco torreones. De las ocho puertas que tuvo en origen hoy día se conservan siete, de las cuales destacan la Puerta de Santiago y la Puerta del Sol. Aunque todavía quedan restos de la primitiva muralla del siglo XII, lo que se contempla hoy día fue construido casi todo durante la reforma del siglo XVIII.
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