Cataluña
Las cartas desesperadas de las enfermeras durante la gripe española, en 1918
“Al menos mueren 90 personas cada día, soy la única que no me he contagiado”, relataba Louise en octubre de 1918
A pesar de las evidencias, se sigue negando la relación entre la gripe española de 1918 y la actual pandemia del coronavirus. ¿Existe la necesidad todavía de evitar el pánico? Sí, no estamos ante una pandemia tan mortal, de momento, pero los paralelismos son infinitos, desde la tardía respuesta de los gobiernos para iniciar el confinamiento de la población a la forma interesada en que se quiso mitigar su importancia, aquí no para evitar el pánico, sino para no hacer caer la moral de las tropas en plena I Guerra Mundial. Los errores, como se ve, fueron los mismos, así como el caos sanitario que provocaron. Incluso el ratio de muerte por contagiado parece seguir el mismo patrón hasta que no haya estimaciones reales, al no hacerse tests a posibles afectados asintomáticos. ¿Esto significa que el covid-19 podría acabar por matar a más de 26 millones de personas? En principio no, sobre todo si se respeta el confinamiento de larga durada, pero los testimonios de aquellos días parecen como si hubiesen sido escritas hoy día.
“Hasta 90 personas mueren cada día por la gripe. Incluso los soldados caen a docenas a diario. Hasta el momento, Felicity y yo somos las únicas chicas que no lo hemos cogido. Desde luego nos consideramos afortunadas, me puedes creer”, escribía Lucía, una joven enfermera a una amiga suya el 17 de octubre de 1918, en la primera oleada de la pandemia, en principio mucho más suave y benigna que la que vendría en una segunda oleada unos meses después. “Todas las enfermeras estábamos obligadas a trabajar al menos doce horas diarias, de siete de la mañana a siete de la tarde, sin a penas descanso para comer”, continuaba su carta. “Cuatro de los oficiales que cuidaba murieron a principios de semana. Dos de ellos estaban casados y murieron gritando que querían ver a sus mujeres. Tuve que salir corriendo a la sala de enfermeras para que no me vieran llorar”, insistía.
La gripe española se inició en los campos de entrenamiento de soldados en Kansas, Estados Unidos, y se transportó a Europa y después al mundo por el desembarco militar estadounidense para combatir en la I Guerra Mundial. El aislamiento, allí, también fue tardío e inútil para evitar la propagación de la enfermedad. “Estamos en estricta cuarentena debido a la gripe, que es fatal. He oído que al menos hay 200 casos en nuestro cuartel”, escribe el cadete C. J. Bugler, en octubre del 18 en un campamento militar cerca de Battle Creek. “Siento oir que tengáis esta horrible gripe. Nosotros también la tenemos. Al menos 50 personas mueren cada día”, le contesta Francis, su pareja, desde un pequeño pueblo cerca de Chicago.
La pandemia se inició en marzo. Un mes después ya había acabado con la vida de 1.100 soldados de su foco de inicio. En ese momento, Blanche le escribe a su amiga Bárbara. “Están hablando de cerrar las escuelas por culpa de la gripe. Dios, espero que no o no sé lo que será de nosotros”. El cierre de las escuelas sería el principio. Pronto llegaría el distanciamiento social y el confinamiento en casa. “Después de esta noche todo estará en cuarentena, iglesias, colegios, espacios públicos, cualquier lugar de reunión. En realidad, todo el estado estará cerrado”.
El historiador John M. Barry, autor de “La gripe española: la historia de la pandemia más mortal de la historia", asegura que podemos aprender una gran lección de lo ocurrido hace 100 años, y es contar la verdad. Si queremos no repetir los mismos errores, que parece que lo hemos hecho, hemos de lograr que las autoridades y los medios expliquen siempre la verdad, duela lo que duela, porque será la única forma de mirar a la cara a la enfermedad y combatirla con eficacia. Los testimonios de las personas que sufrieron la gripe española son una buena prueba de ello.
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