Procés 4.0

Borràs se estrena en el Parlament con un alegato soberanista

El independentismo tiene cinco de los siete puestos de la Mesa, pero la CUP no vota a favor del nombre de la líder de Junts, que sólo consigue los apoyos de ERC pese a eludir a Torrent

La XIII legislatura ha echado a andar en Cataluña con la constitución del Parlament, la elección de la Mesa y la presidencia de Laura Borràs (Junts) con los votos de ERC. Una sesión repleta de contradicciones, desangelada y bronca, con el independentismo exhibiendo su mayoría en las urnas –cinco de los siete miembros del órgano rector son suyos, con un puesto para la CUP por primera vez en la Historia– y, a la vez, dejando al descubierto su maltrecha convivencia interna.

Dos detalles ejemplifican el arranque de una legislatura compleja, que vuelve al «procés» para relanzar el «desafío» entre batallas fratricidas: la CUP dio la espalda a Borràs y no apoyó su nombre –votó a su candidato o en blanco– y la presidenta del Parlament eludió a su antecesor, Roger Torrent (Esquerra), en su primer discurso en el cargo y pese a tenerle justo enfrente. De hecho, habló ante él de “trabajar para recuperar la dignidad de esta cámara, para concederle la relevancia política que le corresponde como sede de la soberanía del pueblo y protegerla para que sea una institución soberana”. En la memoria de Junts también sigue clavado que el republicano no convocara la investidura telemática de Puigdemont.

En total y por este orden, la Mesa la integran la citada Borràs (presidenta); Anna Caula (ERC) y Eva Granados (PSC), como vicepresidentas; y Ferran Pedret (PSC), Jaume Alonso Cuevillas (Junts), Pau Juvilà (CUP) y Rubén Wagensberg (ERC), como secretarios. Los comunes, el partido que cobija a Podemos en Cataluña, han quedado fuera del órgano rector de la cámara, un detalle que sirve de preludio de cara a las complicadas negociaciones para formar Govern.

Y es que la sesión constitutiva del Parlament de este viernes ha servido como antesala de la investidura del president de la Generalitat, fijada como máximo para el 26 de marzo. Esquerra negocia un Ejecutivo de corte independentista e insiste de puertas afuera en mantener su oferta de «vía ancha» –sumar a Junts, ERC, comunes y la CUP– que parece una quimera dadas las palabras de Jéssica Albiach, líder del partido morado: «ERC ha preferido a Junts antes que a En Comú Podem». «ERC nos ha preferido en la oposición», ha zanjado a renglón seguido.

A este factor hay que sumarle las siempre difíciles relaciones entre postconvergentes y republicanos –ahora con el agravante del desaire de Borràs a Torrent– y las turbulencias internas dentro de Junts.

Sí se refirió Laura Borràs en su discurso a Carme Forcadell –prometió continuar el trabajo «en el punto en el que ella lo dejó»– en unas palabras inflamadas, con dos mensajes que quiso trasladar al resto de la cámara con la vista puesta en los tribunales: «Es nuestro deber mantener la inviolabilidad del Parlament, su independencia, no permitiendo injerencias de los otros poderes, ni del ejecutivo, ni del judicial. Quede dicho como declaración de intenciones».

Una cámara «sin injerencias»

Es decir, ha anunciado y ha advertido del desacato cuando el independentismo impulse resoluciones a favor de la autodeterminación y en contra de la Monarquía pese a los reiterados avisos del Tribunal Constitucional. «Como presidenta, haré que esta soberanía [del Parlament, a la que apeló una y otra vez] sea respetada y defendida contra cualquier injerencia exterior». Porque, según sus palabras, «sin un Parlament soberano ningún anhelo de libertad de la ciudadanía será respetado». La estrategia de Junts pasa por llevar su confrontación contra el Estado al Parlament de la mano de Borràs y Jaume-Alonso Cuevillas, sus dos alfiles en la Mesa, en paralelo a la vía pragmática de ERC en el Govern.

Y en este tono, ha abierto otro camino a modo de aviso: no hizo ninguna referencia a la vía unilateral a pesar de haber basado su campaña en la promesa de reactivarla tras el 14-F , pero sí ha alertado de que en la cámara se puede legislar «sobre todo lo que su mayoría decida». «Porque el único límite que tiene este Parlamento es la aspiración de los ciudadanos de Cataluña que nosotros representamos y llegaremos hasta donde ellos, democráticamente, nos lleven», ha remachado.

«Esta legislatura marcará un punto de inflexión en el avance hacia la independencia de Cataluña», aseguró trazando un salto temporal para remontarse al punto en el que «lo dejó» Forcadell, tras la aprobación de las convulsas «leyes de desconexión» –referéndum y transitoriedad jurídica–, el 1-O y la propia DUI. Eso sí, el discurso de Borràs fue serio, sin margen para la improvisación que siempre caracteriza sus intervenciones y en el que admitió que su intención inicial antes del 14-F era presidir la Generalitat.

Al margen de las proclamas, la nueva presidenta del Parlament fue y es protagonista por su imputación en el Supremo por un supuesto caso de corrupción en su gestión al frente de la Institució de les Lletres Catalanes (ILC) entre el 2013 y el 2017 que pasará a manos del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC).

Una circunstancia que la oposición en bloque le reprocha – «no es un ejemplo de ejemplaridad, valga la redundancia. Fraccionar contratos no es ninguna corriente ideológica, sino una cosa muy fea e ilegal», denunció Alejandro Fernández (PP)– y que ha provocado un severo malestar interno incluso dentro del independentismo, especialmente en las filas de la CUP. De hecho y a modo de ejemplo, la vicepresidenta Anna Caula (ERC) sumó más apoyos en su turno de votaciones –71– que la propia Borràs, con 64, solo de su partido y ERC.

Ahora, la líder de la cámara atesora el reloj de la investidura: deberá fijar una ronda de consultas con los líderes de los distintos grupos parlamentarios y proponer a un candidato para la Generalitat. El PSC de Salvador Illa, quien se estrenó ayer como líder del socialismo catalán en la cámara, ha reiterado su voluntad de optar a la presidencia y recela del devenir de la legislatura: «Todo apunta a que la situación política en Cataluña se cronificará».

La diputada del PSC, Eva Granados es felicitada por el líder del PSC, Salvador Illa tras ser elegida como una de las dos vicepresidentas de la Mesa,
La diputada del PSC, Eva Granados es felicitada por el líder del PSC, Salvador Illa tras ser elegida como una de las dos vicepresidentas de la Mesa,Quique GarcíaAgencia EFE

La sesión de ayer también sirvió para ver a Vox ante el «cordón sanitario» del PSC, ERC, Junts, comunes y la CUP en la cámara. «Seremos su peor pesadilla», replicó Ignacio Garriga. En el exterior, un hombre intentó agredir a Santiago Abascal y al propio Garriga antes de empezar.