Cataluña

El PSC se acerca a Aragonès ante las exigencias de referéndum inmediato de la CUP

Los socialistas catalanes se ofrecen para aprobar los presupuestos de la Generalitat

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el líder del PSC, Salvador Illa, durante la segunda jornada del debate de política general
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el líder del PSC, Salvador Illa, durante la segunda jornada del debate de política generalEnric FontcubertaAgencia EFE

El Debate de Política General está confirmando el vuelco que está dando la política catalana cuanto menos en las formas. Todavía perviven la mayoría de las diferencias de fondo que han originado el “procés” en la última década, pero el eje de los debates ha virado y el tono de las sesiones parlamentarias ha mejorado notablemente y eso permite aventurar que la dinámica de bloques (independentistas y constitucionalistas) podría resquebrajarse más pronto que tarde. En este sentido, los presupuestos de la Generalitat de 2022 están llamados a convertirse en ese punto de inflexión que reconfigure las alianzas ya que la CUP se aleja a zancadas del Govern como socio prioritario, mientras el PSC tiende la mano de manera cada vez más ostensible.

El “procés” continúa haciendo acto de presencia en el día a día de la política catalana, pero ya no patrimonializa todo el debate. De hecho, en el alejamiento de la CUP del Govern se puede constatar cómo tanto el proyecto de ruptura como las cuestiones de ámbito social y económica pesan prácticamente lo mismo. Los cuperos han lanzado un órdago al Govern y exigen que se comprometa a organizar un referéndum antes de 2025, una forma que, según aducen, permitiría presionar al Gobierno en la mesa de diálogo. En paralelo, los anticapitalistas también ponen el acento en las “transformaciones” que necesita Cataluña en su modelo productivo (ahí lanzan toda su artillería contra los Juegos Olímpicos de Invierno o el Hard Rock de Salou) y social (vivienda u orden público, donde critican a Interior por el incremento de las denuncian en las protestas antidesahucios) y entienden que la Generalitat está muy lejos de cumplir con los compromisos contraídos para la investidura de Aragonès.

Con este contexto, el PSC tiene el camino allanado para convertirse en la llave del Govern. Aunque en la sala de máquinas de los socialistas se muestran prudentes y quieren esperar a ver qué sucede en la alianza entre independentistas, en público lanzan cada vez más muestras de acercamiento a la Generalitat y los presupuestos pueden concretar ese escenario. En este sentido, el propio Salvador Illa se ha ofrecido este miércoles al conseller de Economía, Jaume Giró, a hablar de las cuentas, aunque también lo ha hecho lanzándole un dardo ya que, a su juicio, está entregado a la CUP. “No hace falta que sea el más independentista de la cámara ni que sea el más de izquierdas”, le ha espetado, comentario al que Pere Aragonès luego le ha replicado.

Los socialistas catalanes dan muestras de voluntad por implicarse en la legislatura por dos motivos: quieren evitar reeditar el papel como líder de la oposición en la pasada legislatura, que quedó como un partido volcado a la protesta y no supo traducir los escaños en una mayor capacidad de influencia o acción; y, gobernando España, dependiendo de Esquerra y en plena operación diálogo, tampoco le convienen que la política catalana vuelva a la crispación porque puede dinamitar la legislatura española.

En todo caso, aunque el eje de los debates vaya virando hacia otras cuestiones, el “procés” y los simbolismos volverán a tener mucho protagonismo mañana con varias votaciones sensibles: por un lado, están las propuestas de resolución sobre los referéndums que impulsan ERC y JxCat (acordado y con reconocimiento internacional) por una parte y la CUP (unilateral y antes de 2025) por otra; y, por otro lado, está la propuesta de resolución sobre sobre la Monarquía (la CUP pide la retirada de distinciones y homenajes al Rey Juan Carlos I). Habrá que ver si este tipo de iniciativas tienen fuerza como para hacer descarrilar la nueva tendencia de mayor sosiego y capacidad de entendimiento que se va imponiendo en el Parlament.