Guerra
El impacto ruso en Cataluña: del “procés” a los efectos económicos
El separatismo ha tratado de desgastar a España con la invasión de Ucrania con mientras la economía catalana se puede resentir en el ámbito turístico e inmobiliario
El conflicto entre Rusia y Ucrania coge a Cataluña a 3.000 kilómetros de Kiev en coche, pero sus efectos son más tangibles de lo que pueda parecer. Tanto a nivel político, donde los dirigentes independentistas han tratado de sacar tajada para desgastar a España, como a nivel económico. Ahí están el precio de la gasolina y del diésel, que han incrementado en las últimas horas, nada más estallar la guerra. Pero, más allá del impacto en el sector energético, hay territorios españoles, como Cataluña, muy expuestos en otros ámbitos, como el turismo y en el sector inmobiliario, donde la actividad económica se puede resentir sustancialmente.
A nivel político, tanto JxCat como Esquerra han tratado de usar a Rusia como arma del “procés”. En este sentido, durante la fase más intensa del “procés”, el entorno de Carles Puigdemont maniobró para tratar de buscar apoyo ruso a la independencia de Cataluña: según ha quedado recogido, Victor Terradellas, se reunió hasta en dos ocasiones con un exdiputado ruso para atraer apoyo del país que preside Vladímir Putin. Esos intentos desprestigiaron mucho al independentismo a nivel europeo porque todo vínculo con Rusia esta muy mal visto en Europa y más ahora, con la invasión de Ucrania. En cualquier caso, tanto Puigdemont como todo su entorno, como es lógico, siempre han tratado de desmentir cualquier acercamiento a Rusia.
Pero, más allá de este capítulo de Puigdemont y Rusia, también está Esquerra: por un lado, Oriol Junqueras ha comparado a España con Rusia y el caso ucraniano con el catalán; y, por otro lado, el partido ha querido aprovechar la guerra para desprestigiar a España y ha pedido explicaciones al Gobierno sobre las exportaciones de material de defensa realizadas a Ucrania y a Rusia durante los últimos años, a la vez que quiere que acudan al Congreso los ministros de Defensa y de Asuntos Exteriores, Margarita Robles y José Manuel Albares, para detallar la postura del Gobierno y sus planes de futuro.
Pero, además de la cuestión política, también están los efectos económicos. De entrada, cabe situar las cifras en su contexto: hay cerca de 2.000 empresas catalanas que exportan a Rusia, aunque el peso de las ventas no llegan ni al 1% (en torno a 600 millones de euros). Pese a las bajas cifras en este ámbito, los expertos también las ponen de relieve por el efecto tractor que tienen en la economía, aunque el principal impacto económico y más inmediato de todos puede ser el turismo ruso.
Cataluña recibió en 2019 a 795.000 turistas rusos, una cifra muy elevada, aunque se ha desplomado con la pandemia (cayó a 55.000 en 2020). Pero, además de la gran cantidad de rusos que aterrizan en Cataluña (principalmente, en la Costa Brava y la Costa Daurada) por ocio, destaca que es una población que hace un mayor gasto incluso que alemanes o británicos (175 euros al día). Es cierto que todavía quedan meses para que llegue la temporada alta, pero lo cierto es que el horizonte es borrascoso.
Pero este desembarco turístico también ha animado a muchos rusos a adquirir viviendas en la costa mediterránea. Desde 2007, ha ido creciendo el interés de la población rusa por comprar inmuebles y se ha convertido en un inversor importante (por detrás de franceses y británicos), aunque también es cierto que ya desde que estallara el conflicto con Ucrania en 2014 y se depreciara el rublo, había perdido empuje.
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