Opinión
La ignorancia de la ley
Siempre me ha fascinado eso de que «el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento». Cuando una familia de Canet de Mar pidió cumplir la sentencia que obliga a que su criatura de 5 años reciba un 25 por ciento de clases en español, me sobrecogió hablar con un padre de la escuela que, indignado, llamó al programa de televisión en el que yo participaba. Llamó para decir: a) que no estaba conforme con cumplir la ley b) que él se acababa de enterar de que había que cumplirla.
Se comentó en su momento, y es verdad, que una sola criatura de 5 años estaba haciendo más por la libertad de lenguas en Cataluña que mil artículos y cien manifestaciones. Es cierto que el acoso a aquella criatura y a su familia (¿de verdad hay que volver a recordar aquí que hubo quien llamó a apedrear la casa, a boicotearles el negocio, a echarles del pueblo?) hizo volar sentimientos y emociones que a veces llegan más lejos, o llegan antes, que los principios y las ideas. Porque cuando la propaganda es muy potente, es mucha la gente buena que sin darse cuenta puede quedar atrapada en una ideología atroz.
Los aparatos de propaganda del régimen siguen siendo avasalladores pero han perdido batallas últimamente. En la Meridiana. Y sí, en Canet. Por eso intentan contraatacar orquestando una querella contra el líder de Ciutadans en Cataluña, Carlos Carrizosa, y contra dos diputados más (Lorena Roldán, del PP, y Sergio Macián, de Vox) por sus denuncias en sede parlamentaria de lo que sucedido en Canet.
Lo triste de esta anunciada querella no es el daño que pueda hacer a los querellados, que es ninguno. Las verdaderas víctimas son los querellantes. Esas familias elegidas y asesoradas como carne de cañón del acoso. Llamar «colono» o «ñordo» a tu vecino simplemente porque piensa distinto está mal. Está muy mal, y para prevenir lo que está mal se inventaron las leyes. Esas leyes cuyo inducido e interesado desconocimiento no exime de cumplirlas. Excepto en Cataluña.
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