Opinión

Amores imposibles

Parejas memorables que han conmovido a los lectores de todas las épocas con el desenlace trágico de sus vidas

Retrato de Johann von Goethe
Retrato de Johann von GoetheLa Razón

No sabe uno de quién fue la idea de elaborar ese almanaque de efemérides que consagra cada día del año a una idea, un hecho histórico, un animal, una profesión o cualquier otra bienintencionada fantasía. El caso es que, lo mismo que antes se consultaba el santo del día en el calendario litúrgico, se puede seguir ahora este otro apostolado de carácter altruista y solidario, muy en consonancia con el espíritu más bien individualista y solitario que es propio de nuestro tiempo. Vean como muestra algunas de las celebraciones con que se adorna este mes de febrero: Día Mundial del Galgo, Semana Mundial de la Armonía Interconfesional, Día Internacional de Internet Seguro, Día Mundial de la Pizza, Día Mundial de la Lectura en Voz Alta, Día Mundial de las Legumbres, Día Internacional del Juego Responsable, Día Mundial del Barman… Y esta semana pasada, tres que tienen mucho que ver entre sí: la misma víspera del día 14, Día de los Enamorados, el Día Mundial del Soltero, y dos fechas después, el 16, el Día de los Amores Imposibles. Que pasa, este último, completamente desapercibido pero que merecería acaso un mayor reconocimiento, siquiera una pizca del que se dispensa a los más o menos felices que tienen por patrón a San Valentín, por ser esos amores imposibles los más generosos y acendrados, y los que más honda huella dejan, y los que abren heridas que ni el tiempo ni el olvido son capaces de curar.

También los que más sentidamente han inspirado a los poetas, y los que han dejado en la historia de la literatura una indeleble sucesión de parejas memorables que han conmovido a los lectores de todas las épocas con el desenlace trágico de sus vidas. Barreras sociales, enemistades familiares, rígidas convenciones y otros impedimentos han teñido de dolor y muerte el destino de algunas de esas parejas de ficción. En la Eneida, la reina Dido de Cartago se enamora locamente de Eneas, pero, ante la imposibilidad de retenerle a su lado, se suicida. Tristán e Iseo (o Isolda), protagonistas de la leyenda por excelencia del ciclo artúrico, se enamoran al beber por equivocación un filtro mágico, y finalmente Iseo expira sobre el cadáver de Tristán, que había muerto de dolor al creerse olvidado por ella. La Celestina concluye con la escena de la inconsolable Melibea arrojándose desde una torre tras la muerte accidental de su amante Calisto. En la celebérrima obra de Shakespeare, el amor apasionado de dos jóvenes, avivado por la enconada rivalidad de las dos familias de Verona a la que pertenecen, los Montesco (Romeo) y los Capuleto (Julieta), perdura más allá de su temprana muerte. Werther, el joven protagonista de la obra homónima de Goethe que se convirtió en su día en prototipo del héroe romántico, se quita la vida al no poder alcanzar el amor de Carlota.