Elecciones municipales
Barcelona prepara el veredicto a los ocho años de restricciones de Colau
La alcaldesa se presenta a la reelección tras aplicar un amplio programa de restricciones al tráfico, a las terrazas, a los hoteles o a la inversión extranjera
Ada Colau alcanzó la alcaldía de Barcelona a remolque de las protestas del 15M y de la crisis de 2008. La revalidó hace cuatro años, pese a perder las elecciones con ERC, gracias a los votos de Manuel Valls, por aquello de no entregar la capital de Cataluña al independentismo en pleno «procés». Colau, por lo tanto, se enfrenta por primera vez a unas elecciones sin añadidos externos y con un controvertido bagaje de ocho años que no ha dejado a nadie indiferente. Al fin y al cabo, la agenda política de los últimos años, con el independentismo en claro fuera de juego, ha venido marcada por la limpieza, el urbanismo, la seguridad, el turismo y las restricciones. Muchas restricciones, a las terrazas, al tráfico, a los hoteles y, si pudiera, al turismo.
El vehículo privado se ha convertido en uno de los mayores enemigos de Ada Colau y su formación. El ejecutivo local ha llevado a cabo polémicas pacificaciones, como las supermanzanas, y todo tipo de restricciones en la circulación de automóviles y motocicletas, como la puesta en marcha de una Zona de Bajas Emisiones (ZBE). El gobierno municipal también puso en marcha el Plan especial de alojamientos turísticos (Peuat) a principios de 2017 para regular el crecimiento de hoteles y apartamentos en Barcelona. El plan veta la puesta en marcha de nuevos hoteles y pisos turísticos, entre otros lugares de hospedaje, en el Eixample y en Ciutat Vella. Pero también los hogares compartidos, es decir, aquellos en los que el propietario de un inmueble aloja esporádicamente y durante menos de 30 días a visitantes, estarán definitivamente prohibidos.
El Ayuntamiento, ante las quejas vecinales por el ruido nocturno en varios puntos de la ciudad, decidió tirar por el camino de en medio. Es decir, obligar a locales y terrazas cerrar antes. Así, tras el anuncio sobre la calle de Enrique Granados, le tocó el turno a Ciutat Vella. Los restaurantes, terrazas y supermercados de los cuatro puntos conflictivos, las calles de Joaquim Costa y Escudellers y las plazas dels Àngels y George Orwell, tienen que cerrar antes. No contenta con ello, las limitaciones horarias también afectaron a varias plazas de Gràcia y la alcaldesa amenaza con llevarlo a otros puntos de la ciudad en caso de seguir en el cargo. De este modo, el Ayuntamiento quiso reducir la contaminación acústica en las Zonas Acústicamente Tensionadas en Horario Nocturno (ZATHN).
Suspenso en gestión
En este contexto, según el último barómetro municipal, de diciembre del año pasado, se preguntaba por la gestión municipal del tándem comunes-PSC, es decir, Ada Colau y Jaume Collboni. Y, por primera vez a lo largo de su mandato, suspendían. Más de la mitad de los barceloneses (50,4 %) creen que esa gestión es mala o muy mala. Este porcentaje subió tres puntos respecto a junio de este año: entonces, el 47,1% de los ciudadanos de Barcelona pensaban que la gestión del gobierno municipal era mala o muy mala.
Respecto a los problemas de los barceloneses, repetían al frente de la clasificación la inseguridad y la limpieza. Según la encuesta realizada por el Ayuntamiento de Barcelona, la inseguridad acumulaba un 24,8% de las respuestas (hace seis meses eran un 22%) y la limpieza un 15,8% (en el último barómetro eran un 11,5%).
El acceso vivienda (7,6), gestión política municipal (6,6) y gestión y organización del tráfico (4,6). La organización del tráfico, supermanzanas mediante, comienza a despuntar pese a que no se introdujo en la encuesta hasta junio de 2021. Desde entonces no ha hecho más que avanzar posiciones en el listado de principales problemas para los ciudadanos. Hace año y medio era el 13º problema (2,4 %); en diciembre de 2021 era la 7ª preocupación (4%), misma posición que en el barómetro de junio de este año (3,4%). Ahora, ya es el quinto mayor problema para los barceloneses.
Proyectos perdidos
Con Colau, además, Barcelona ha perdido varios proyectos que hubiesen, al menos alguno de ellos revitalizado la ciudad. Es el caso de la instalación de una franquicia del icónico museo del Hermitage de San Petersburgo. La alcaldesa puso trabas desde el primer momento a este proyecto que iba a levantarse sobre un edificio frente al mar y, pese a que contaba con la cesión de los terrenos del Puerto de Barcelona y el beneplácito del PSC. El mencionado Peuat consiguió su objetivo y, en su momento, impidió la apertura de dos hoteles de lujo (un Hyatt en la Torre Agbar y un Four Seasons en el antiguo edificio del Deutsche Bank). La pérdida de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) es, seguramente, el mayor batacazo económico (junto, naturalmente, a la fuga de empresas) que ha sufrido Barcelona por culpa del «procés». La capital catalana tenía prácticamente todo de cara para albergar la sede (buenas condiciones técnicas y era la preferida de los empleados de la EMA), pero la sacudida política de octubre de 2017 derrumbó todas las opciones.
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