Cataluña

Los catalanes rechazan la política lingüística oficial y defienden el bilingüismo

Una amplia mayoría considera que debe garantizarse la atención en catalán y castellano en los servicios públicos y privados, frente a la política monolingüe del Govern

Gran afluencia de ciudadanos y turistas en Las Ramblas de Barcelona
EnfermerasAlejandro GarcíaAgencia EFE

El 90% de los catalanes se muestra de acuerdo (11%) o muy de acuerdo (78%) en que el personal que realiza atención al público en los servicios sanitarios atienda tanto en catalán como en castellano, y también en aranés en la comarca del Vall d’Aran (Lleida). Así se desprende de la encuesta Òmnibus del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) publicada ayer, realizada entre el 4 de junio y el 31 de agosto con una muestra de 2.451 personas mayores de 16 años y un margen de error del 1,98%.

El sondeo refleja con claridad que la sociedad catalana es esencialmente bilingüe y partidaria de la convivencia lingüística. En el sector del comercio, un 88% de los encuestados también defiende que se pueda ser atendido indistintamente en catalán, castellano o aranés, mientras que el 89% considera que las personas que llegan a Cataluña deben tener garantizado el acceso al aprendizaje del catalán. Estos datos dibujan un panorama muy alejado del discurso oficial del Govern, que insiste en políticas de inmersión lingüística y en la «preferencia» del catalán en la administración pública y en la escuela.

En la práctica, la convivencia lingüística es una realidad consolidada en la calle, en los centros de trabajo y en los servicios públicos. La mayoría de los ciudadanos alterna con naturalidad ambos idiomas según el contexto, un reflejo de la identidad plural y abierta de Cataluña. Sin embargo, una parte de la población sigue percibiendo ciertas limitaciones: un 24% afirma que no puede utilizar su lengua siempre que quiere en el ámbito sanitario, un 26% en el comercio y un 28% en bares y restaurantes. Estas cifras no revelan una confrontación, sino más bien la persistencia de desigualdades territoriales o de hábitos que impiden una plena libertad lingüística en algunos ambientes.

Lejos de respaldar la imposición, los catalanes parecen apostar por un modelo equilibrado en el que las lenguas convivan sin jerarquías ni sanciones. El catalán se percibe como una lengua valiosa que debe protegerse y promoverse, pero no a costa del castellano, que la inmensa mayoría considera igualmente propia.

Preferencia por la autonomía

Un 74% de los catalanes se muestra totalmente favorable o más bien favorable a que las distintas comunidades autónomas puedan tener diferentes leyes para responder a las necesidades y condiciones específicas de cada territorio. Son también datos de la misma encuesta Òmnibus del CEO, que también muestra un amplio consenso en torno al respeto institucional: un 83% cree que los distintos niveles de gobierno deben cumplir y respetar las competencias de cada uno a la hora de afrontar un problema, y solo un 5% se declara en contra.

Asimismo, un 78% de los encuestados es favorable a que los gobiernos autonómicos participen en la toma de decisiones junto al Gobierno central sobre cuestiones de ámbito estatal. Estas cifras revelan una sociedad que valora la autonomía y la diversidad, pero que también pide coordinación y equilibrio.

En conjunto, los resultados del sondeo ofrecen una imagen nítida de la Cataluña real: una comunidad plural, bilingüe y pragmática, que defiende la convivencia lingüística y la cooperación institucional por encima del enfrentamiento. Sin embargo, el independentismo persiste en su intento por convertir la lengua en un símbolo político. Por su parte, los catalanes parecen enviar un mensaje inequívoco: el catalán y el castellano son lenguas de todos, y ambas deben convivir con normalidad en el espacio público.