
Historia
Cuando el Cónclave del Vaticano eligió a dos papas que hablaban catalán
Alfonso de Borja y Rodrigo de Borja, nacidos en el Reino de Valencia, llevaron el catalán, en su variante valenciana, hasta lo más alto del poder vaticano

En cuestión de tiempo, los ojos del mundo estarán puestos en el Vaticano, donde el Colegio Cardenalicio eligirá un nuevo Papa. El cónclave contará con la participación de cerca de 130 cardenales de todos los continentes, en un proceso rodeado de tradición, liturgia y expectación global. Desde 1978, cuando el polaco Karol Wojtyla rompió con siglos de hegemonía italiana al ser elegido como Juan Pablo II, el papado ha estado encabezado también por un alemán y un argentino.
Sin embargo, hace más de cinco siglos, dos pontífices que hablaban catalán, en su variante valenciana, llegaron a sentarse en el trono de San Pedro: los Borja, una poderosa familia originaria del Reino de Valencia, a la que se le conoció en el Vaticano como los catalani.
La ascensión de Calixto III
El primero fue Alfonso de Borja, nacido el 31 de diciembre de 1378 en la Torreta de Canals, cerca de Xàtiva. Hijo de una familia de la pequeña nobleza, se formó como jurista y llegó a ser profesor en la Universidad de Lérida, canónigo y vicario de la diócesis. Su carrera eclesiástica dio un giro decisivo gracias al mecenazgo del rey Alfonso el Magnánimo. Durante un tiempo marcado por los cismas y las divisiones dentro de la Iglesia, se le encomendó una misión clave: lograr el fin del Cisma de Occidente (el llamado Cisma de Aviñón, cuando dos obispos, y después tres, se disputaron la autoridad papal).
Tras la muerte de Benedicto XIII en Peñíscola, Borja negoció hábilmente con su sucesor para que abdicara y reconociera la autoridad de Roma. Su éxito le valió el nombramiento como obispo de Valencia, luego cardenal y, finalmente, fue elegido Papa en 1455 bajo el nombre de Calixto III. Apenas asumido el pontificado, una de sus primeras decisiones fue canonizar a San Vicente Ferrer, también valenciano, en cumplimiento de una supuesta profecía que este le había hecho años atrás.
Durante su breve pontificado de tres años, Calixto III intentó sin éxito organizar una cruzada contra los otomanos que habían tomado Constantinopla. Pero más allá de su actividad diplomática, sentó las bases de una dinastía de poder que dejaría una huella profunda y polémica en la historia de la Iglesia.
El reinado de Alejandro VI
Su sobrino, Rodrigo de Borja, nacido también en Xàtiva el 1 de enero de 1431, se beneficiaría directamente del ascenso de su tío. De nombre completo Rodrigo Lanzol y de Borja, fue adoptado por su tío y se formó en derecho canónico, desarrollando una meteórica carrera dentro de la Curia Romana. Su talento político y la influencia de su apellido le permitieron acumular cargos de gran relevancia: fue vicecanciller de la Iglesia y cardenal diácono, además de hábil negociador y estratega.
En 1492, Rodrigo de Borja salió victorioso del cónclave y fue elegido Papa con el nombre de Alejandro VI. Su pontificado duró once años y estuvo marcado por una combinación de esplendor, intriga, ambición desmedida y una intensa actividad política. Utilizó su poder para fortalecer su linaje a través de sus hijos, Juan, César, Lucrecia y Jofré, quienes participaron activamente en alianzas matrimoniales, conquistas militares y maquinaciones diplomáticas. Bajo su papado, el poder espiritual y temporal se confundían sin pudor.
El catalán como lengua del poder
Durante el pontificado de los Borja, el catalán en su variante valenciana se convirtió en una lengua habitual en los círculos de poder vaticano. Era el idioma en que se expresaban en su vida privada, en su correspondencia y en los documentos oficiales emitidos desde su entorno más próximo. No era extraño que se les conociera en Roma como los catalani, y aunque esto podía tener un tinte despectivo en una ciudad dominada por clanes italianos, no impidió que los Borja superaran a linajes como los Orsini o los Della Rovere.
Alejandro VI no solo consolidó a los Borja como una potencia dentro de la Iglesia. También fue quien otorgó a los Reyes Católicos el título de "Católicos" y quien dio validez legal a la división de América entre España y Portugal con las bulas alejandrinas. A pesar de su reputación disoluta, Alejandro VI acogió a los judíos expulsados de Castilla y Aragón.
La caída de los Borja
Con la muerte de Alejandro VI en 1503, la suerte de su familia cambió radicalmente. El ambicioso César Borgia, que había intentado crear un principado propio en Italia central, vio desmoronarse su proyecto sin el respaldo papal. Cuatro años después, murió en combate, enterrando con él la era dorada de los Borja en Roma.
Pocas familias han generado tanta leyenda negra como los Borja, alimentada por sus enemigos y perpetuada por siglos. El intelectual Joan Francesc Mira ha dedicado buena parte de su obra a desmontar mitos y analizar con rigor el contexto en que vivieron, destacando tanto su astucia como su falta de escrúpulos. En su libro Els Borja, família i mite, Mira ofrece una mirada equilibrada que sitúa a los Borja entre los protagonistas más influyentes y fascinantes del Renacimiento.
De este modo, en una época en que el papado era también un poder terrenal, dos hombres nacidos en tierras valencianas, formados en universidades catalanas y hablantes del catalán en su variante valenciana, llegaron a la cima del poder eclesiástico. Su historia, a caballo entre la política y la espiritualidad, sigue siendo una de las más singulares del Vaticano.
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