Arte

Cuando el joven Dalí pidió ayuda a Joan Miró

Sale a subasta una carta fundamental para entender mejor cómo fue la relación y la colaboración entre los dos artistas catalanes fundamentales del siglo XX

La carta de Joan Miró a Salvador Dalí
La carta de Joan Miró a Salvador DalíDuran Subastas

Cuando un joven Salvador Dalí optó por dejarlo todo y marcharse con Gala, la esposa del poeta Paul Éluard, además de apostar por ser el más surrealista de los integrantes del grupo de André Breton, aquello no gustó a todo el mundo, especialmente a su padre que no dudó en expulsarlo del hogar familiar. En la habitación del artista quedaban muchas obras, entre dibujos y pinturas, además de numerosos documentos, los mismos que su hermana Anna Maria se encargó de vender con el paso de los años. Entre ellos hay una carta que el editor Gustavo Gili adquirió en su momento y que ahora vuelve a ver la luz en una subasta. Es una de las pocas de Joan Miró a Salvador Dalí en manos privadas.

Desde hace meses, como ha informado este diario, Duran Subastas, en Madrid, ha puesto en manos del mejor postor numerosos libros y manuscritos procedentes de la colección de Gili, por cierto, sorprendentemente ante la indiferencia de las instituciones catalanas que prefieren ignorar que se está vendiendo este patrimonio bibliófilo creado en Barcelona.

El manuscrito que nos ocupa no es inédito porque fue dado a conocer hace años por el crítico de arte Rafael Santos Torroella. Es una carta importante que nos demuestra que Joan Miró era un importante apoyo para Salvador Dalí en los años veinte. La misiva está fechada el 31 de octubre de 1927, unas semanas después de que Miró hubiera visitado a Dalí en Figueres para conocer sus trabajos. No había venido solo porque lo había acompañado el marchante Pierre Loeb, también curioso por saber más de lo que tenía Dalí en su taller. La carta era respuesta de otra del ampurdanés. Veamos qué es lo que decía el autor de «La Masía» desde su finca de Montroig:

«Amic Dalí: He rebut la vostra lletra, junt amb les fotos que us estimo moltíssim.

Abans de marxar ja us avisaré amb temps, i us demandaré més fotos recents i altres aspectes anteriors de la vostra obra.

Heu fet moltíssim bé en enviarne a en Pierre Loeb.No deixeu de donar fé de vida, no tement insistir.

Jo prefereixo més guardar-les i ensenyar-les jo mateix quan torni allí dalt.Prefereixo més això darrer que no pas enviar-les per correu.

Serà una manera més viva de parlar de vos, car com podeu comprendretinc ocasió d'en senyar-les a molta gent.

Desitjant-vos bona salut i bon treball, em repeteixo ben sincerament vostre,

MIRÓ»

El joven Dalí, el de los años veinte, nunca ocultó su gran admiración hacia la obra de Joan Miró, algo que iba en paralelo a su fascinación por Picasso. En este sentido, jugó un papel fundamental para que Miró y Dalí se conocieran el crítico de arte Sebastià Gasch, por aquel entonces uno de los grandes amigos del ampurdanés, aunque el tiempo y los postulados del surrealismo se encargó de distanciarlos.

En 1927 las cosas eran distintas y para el círculo cercano al pintor de Figueres era todo un acontecimiento que tan grande creador estuviera interesado en la producción del futuro padre de los relojes blandos. Buena prueba de ello es que la revista «L'Amic de les Arts», la publicación fundamental que desde Sitges se encarga de informar y divulgar lo que estaba realizando la joven vanguardia catalana, sin olvidar a los maestros, dedicó espacio en sus páginas a la visita de Joan Miró a Salvador Dalí. Eso es lo que ocurrió el 30 de noviembre de 1927 cuando Gasch, en el artículo «Les fantasies d'un reporte» se dedicaba a dar todo tipo de detalles del paso de Miró por Figueres. Antes de que eso hubiera ocurrido, comentaba el crítico de arte, el mismo Miró, ya un autor consagrado y con reconocimiento internacional, le había preguntado quiénes eran «los nombres de los pintores más dignos de interés de Cataluña». No lo dudó y citó a dos: Dalí y Francesc Domingo.

El ampurdanés, sin disimular su entusiasmo, se encargó de comunicar por carta cómo había ido todo: «La visita fue rapidísima. Miró me produjo una gran impresión personal; no hace falta decir que no hablamos casi nada. Lo que más le interesó fue las dos últimas telas que he pintado: “Bosque de aparatos” y “Aparato y mano”. Ellos coincidieron al afirmar que ciertos trozos recuerdan a Yves Tanguy, pero con una técnica muy superior, muy mejor de nature, e infinitamente más plástica. De las pinturas, dentro de la nueva objetividad, y mirando el retrato de Anna Maria, dijeron que era mejor que Sevirini. El amigo de Miró me dijo únicamente que quería estar en estrecho contacto conmigo».

Hoy se conservan en la Fundació Gala-Salvador Dalí buena parte de la correspondencia de Miró a Dalí mientras que las respuestas se guardan en los archivos de la Successió Miró de Palma de Mallorca. La carta que aparece en Duran Subastas, con un precio de salida de 1.500 euros, es una de las piezas que faltaban de ese rompecabezas y que demuestra cómo Miró quiso dar a conocer en París la labor de Dalí. La petición de fotografías citada en la misiva ahora lo corrobora. Será el próximo 25 de junio cuando sepamos si esta misiva vuelve a Cataluña, tal vez a la institución daliniana donde se guardan las otras.