Opinión

¿De qué vamos a hablar ahora?

Que los políticos y sus asuntos copen de continuo las portadas informativas es un síntoma preocupante

MADRID.-23J.- Pedro Sánchez votará este domingo a las 9.00 horas y Feijóo lo hará a las 11.00 horas
Candidatos electoralesEuropa Press

Una vez pasado, y ojalá tarde en volver, el ruido de la campaña electoral, y una vez que se haya apagado también, y ojalá sea pronto, el bullicio final de mayorías absolutas o relativas, de pactos y alianzas, de desacuerdos y oposiciones, ¿qué noticias van a ocupar las portadas de los periódicos y los primeros minutos de los telediarios, y de qué van a hablar los tertulianos que saben de todo y pontifican con tanto aplomo sobre cualquier asunto?

¿De las sequías, tal vez, de las olas de calor –charcas de calor, las llamaba don Miguel de Unamuno–, de las lluvias torrenciales y las inundaciones que nos acechan? ¿De la pobre gente que sufre y vive asustada por esa guerra que no cesa? ¿Del futuro de la inteligencia, la humana y la artificial?

¿De las familias que no pueden hacer vacaciones, porque no disponen de medios económicos? Contando solo las que atiende Cáritas en Barcelona son más de cinco mil, y muchas de ellas con niños en edad escolar, que pasarán los días de verano sin salir de la ciudad, llevando la misma vida de siempre, muy probablemente solos en casa la mayor parte del día, y deseando quizá que vuelvan a empezar las clases para verse con los amigos y tener con quién jugar… ¿Qué significan las vacaciones para esos niños? Y al pensar en ellos, evoca uno los veranos de la infancia, trabajando en las labores del campo y guardando el ganado en el monte, pero felices y al aire libre todo el día.

¿Del fragor turístico y viajero que se apodera de todos los sitios en verano? ¿De las aglomeraciones que saturan cualquier punto que aparezca señalado en cualquier mapa? Con lo bien que sientan el silencio y la quietud, que son los mejores antídotos contra los ruidos y las prisas que a todas horas y por todas partes nos asedian… El silencio de los caminos apartados que no necesitan guía porque todos saben dónde van, la quietud del campo que hace andar más despacio los relojes, la sombra fresca de los montes por los que puede uno andar solo y sentirse en todo momento acompañado.

¿O se seguirá hablando de los dimes y diretes de los políticos, sus artimañas y componendas, sus tunerías y estratagemas para alcanzar lo que se proponen? Y el secretismo con que las maquinan, y su forma de hablar, como oráculos de alguna verdad solo a ellos revelada, con insinuaciones y circunloquios, saliéndose por peteneras o dando lugar a interpretaciones de variado signo. Como si no fueran servidores públicos y debieran todo lo que son y representan a los ciudadanos que los han elegido, y ante los cuales están obligados a dar cuenta de lo que hacen y negocian y proyectan... Que ellos y sus asuntos copen de continuo las portadas de la información es un síntoma preocupante, pues temas hay de mucha mayor importancia.