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Arquitectura

La Sagrada Familia rompe el récord y se convierte en la iglesia más alta del mundo

La mayor obra de Gaudí tiene por fin una fecha para tocar el cielo: en 2026 finalizará su estructura principal para convertirse en la iglesia más alta del mundo

El templo avanza hacia una fecha marcada a fuego en su historia: junio de 2026. ASSOCIATED PRESSAP

Aunque la Sagrada Familia se prepara para tocar el cielo de Barcelona, su futuro más inmediato está anclado a la tierra, concretamente a un conflicto que promete agitar la ciudad. El mayor desafío para completar el sueño de Antoni Gaudí no reside en levantar torres, sino en construir la gran escalinata de acceso en la fachada de la Gloria. Esta obra monumental requeriría la demolición de edificios cercanos, lo que anticipa un intenso y prolongado debate urbanístico que podría extenderse durante años.

De hecho, esta escalinata no es un mero apéndice, sino una pieza clave del proyecto original, ya que debe servir como la entrada principal del templo. Su construcción es, por tanto, fundamental para culminar la visión completa del arquitecto, uniendo el espacio sagrado con el pulso de la ciudad de una manera que hoy parece logísticamente casi imposible de resolver.

Sin embargo, mientras esta polémica se gesta, el templo avanza hacia una fecha marcada a fuego en su historia: junio de 2026. Para entonces, con la finalización de la torre central de Jesucristo, el edificio se coronará como la iglesia más alta del mundo con sus 172,5 metros, superando a la catedral alemana de Ulm. Este hito constructivo coincidirá con el centenario de la muerte de Gaudí, un cierre simbólico para la estructura principal de una obra iniciada en 1882 y que ha sobrevivido a generaciones enteras.

La culminación de la estructura es solo el principio

Así pues, alcanzar esta meta en 2026 no significará el fin de los trabajos. Al contrario, se abrirá una nueva fase de una década, un período dedicado por completo a la minuciosa labor de añadir los detalles decorativos y los complejos conjuntos escultóricos que deben dar vida y narrativa a las fachadas. Será una etapa de artesanía y arte que completará el discurso teológico del edificio.

Además, toda esta ambición arquitectónica esconde una profunda lección de humildad que el propio Gaudí quiso dejar grabada en piedra. El genio catalán dispuso que la altura final de su basílica no debía superar la de la montaña de Montjuïc, la cota natural más elevada de la ciudad. Se trata de un gesto de respeto de la obra del hombre hacia la creación de Dios, un detalle que da aún más trascendencia a la inminente culminación de su perfil icónico.