
Contaminación
Ni una sola escuela del Área Metropolitana de Barcelona ofrece aire limpio a su alumnado
Todas las zonas escolares superan los valores de contaminación marcados por la OMS

Ninguna de las 916 escuelas del área metropolitana de Barcelona cumple los valores de calidad del aire establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Así lo revela un informe presentado por el Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona (PEMB) y el Área Metropolitana de Barcelona (AMB), que alerta de una contaminación generalizada en los entornos escolares y de una desigualdad ambiental que castiga especialmente a los barrios más vulnerables.
El estudio, que analiza la calidad ambiental y urbana de las escuelas, advierte que la totalidad de los centros supera los niveles de dióxido de nitrógeno (NO₂) y partículas finas (PM2.5) considerados seguros por la OMS. Incluso con los límites más permisivos que la Unión Europea prevé para 2030, la mayoría de los colegios seguiría incumpliendo los valores legales. Los autores atribuyen esta situación al tráfico motorizado, que continúa siendo la principal fuente de contaminación en las ciudades metropolitanas.
Para medir la exposición ambiental de cada centro, los investigadores han diseñado un índice que combina datos de contaminación atmosférica, ruido, movilidad, seguridad vial y vulnerabilidad climática. Los resultados son contundentes: el 57% de las escuelas se encuentran en entornos considerados críticos para la salud infantil y un 13% están en la franja de riesgo más alto. En conjunto, el informe dibuja un panorama que los responsables califican de «inaceptable desde el punto de vista sanitario y educativo».
Las diferencias territoriales son notables. Los centros ubicados en distritos con menor renta —como Nou Barris, L’Hospitalet de Llobregat, Santa Coloma de Gramenet o Badalona— presentan los peores indicadores, tanto por niveles de contaminación como por falta de zonas verdes o sombra. La combinación de contaminación, calor y escasez de espacios naturales refuerza lo que los investigadores describen como una «brecha ambiental infantil», donde los menores de entornos más desfavorecidos son también los más expuestos.
El estudio señala, además, que un tercio de los patios escolares son demasiado pequeños para permitir una actividad física saludable y que la mayoría carece de vegetación suficiente. La naturalización de estos espacios y la reducción del tráfico en los accesos escolares son, según el informe, medidas urgentes y de bajo coste que podrían tener un impacto inmediato en la salud infantil.
Recomendaciones
Entre las recomendaciones, los autores instan a los ayuntamientos y a la administración metropolitana a restringir el tráfico motorizado en las horas de entrada y salida de clase, ampliar las llamadas «islas escolares» y priorizar la movilidad activa —a pie o en bicicleta—. También proponen que la calidad del aire y la seguridad vial se conviertan en criterios estructurales de planificación urbana.
«El derecho de los niños y niñas a respirar aire limpio debería ser tan incuestionable como su derecho a la educación», subraya el documento. En esa línea, reclama que la protección de la infancia esté en el centro de las políticas ambientales y de movilidad, y no como un beneficio colateral de otras estrategias.
El informe concluye con un mensaje claro: la contaminación del aire en las escuelas del área metropolitana no es solo un problema ambiental, sino un desafío de salud pública que exige respuestas inmediatas y coordinadas.
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