Cisma
Terremoto interno en Junts por el papel de Borràs antes del 28-M
El enroque de la líder y sus afines genera choques con la cúpula y el sector moderado
La condena de Laura Borràs ha generado un fuerte terremoto en el seno de Junts, la formación heredera de Convergència. Al margen de la presidencia del Parlament, el caso ha sacudido con dureza la vida interna de un partido joven, sin liderazgos afianzados y con una fuerte división estratégica entre familias. Un rompecabezas de difícil solución teniendo en cuenta el enroque de la líder y sus afines y la cercanía de las elecciones municipales del 28 de mayo.
Para entender la magnitud de la batalla hay que tener en cuenta una modificación en los estatutos que los posconvergentes aprobaron en su último congreso en verano. El artículo, hecho a medida de Borràs, rechazaba que quedase expulsada del partido en caso de ser condenada por corrupción, como así ha ocurrido. Una maniobra para blindar a la presidenta de Junts, ganar tiempo y evitar en un primer momento la fotografía de la dirigente apeada de sus propias filas.
Ahora, el texto de los estatutos recoge una excepción: si la formación considera que la sentencia es «lawfare» – lo que el independentismo llama «persecución judicial» hacia su movimiento– se eximirá a la persona condenada de ser expulsada. Eso sí, el organismo interno que decidirá si se trata o no de «lawfare» es la comisión de garantías que preside Marga Oranich, una de las dirigentes más críticas con Borràs.
«La mayoría piensa como yo en el caso Borràs: tengo mensajes de apoyo de casi toda la dirección», desveló la mencionada Oranich en una entrevista en el diario «Ara» este jueves. Estas declaraciones evidencian la guerra de bandos y abren la caja de pandora en el seno del partido después de que los afines a la presidenta se hayan movido para pedir en solitario su restitución en el Parlament. Un paso unilateral –y que parece imposible– que no sentó especialmente bien en el resto de la formación.
De hecho, y en un insólito intento de cerrar filas y atenuar el conflicto durante la Semana Santa, el secretario general Jordi Turull se reunió esta misma semana pasada con Oranich para pedirle más discreción en público. También la convocatoria de la comisión de garantías de la formación para después de las vacaciones.
En un inicio, la intención de la cúpula de Junts era postergar el debate y abordarlo después de las municipales. Un intento que parece haber caído en saco roto después de las maniobras de los afines a Borràs en el Parlament y las críticas aireadas de Oranich. De hecho, el fuego va camino de propagarse con el veredicto de la Junta Electoral a la vuelta de la esquina y a las puertas de unas elecciones muy delicadas para Junts. El partido se juega su supervivencia en las urnas tras su abrupta salida del Govern y con la mayoría de las encuestas a la contra. Una circunstancia nada menor en la que se enmarca el caso Borràs y que puede determinar su futuro en clave interna.
Varias agrupaciones locales ya se han posicionado en contra de Oranich en esta lucha interna e incluso han pedido poner límites a sus críticas.
Por otro lado, varios dirigentes de la facción moderada posconvergente han mostrado ya su desacuerdo con Borràs y su sector. Uno de los principales alcaldables, Xavier Trias, ha dejado ver en varios momentos su distancia con la presidenta de Junts: no acudió a las puertas del TSJC con la plana mayor de la formación, y le reclamó «solidaridad» justo antes de la sentencia. Además, para encarar la lucha por Barcelona ha tratado de esquivar la marca del partidoy ha escondido sus siglas para evitar que el «caso Borràs» le afecte.
El ex presidente Artur Mas, otra de las voces con más ascendencia dentro del partido, también ha discrepado en público con Borràs y le ha pedido abiertamente un «paso al lado». De hecho, las sesiones de Borràs en sede judicial han servido para evidenciar la soledad de la dirigente dentro del independentismo –ni Esquerra ni la CUP la acompañaron, tampoco Òmnium Cultural– y dentro de Junts. Solo sus fieles, comandados por los diputados Aurora Madaula y Francesc de Dalmases, y un diplomático Jordi Turull han cerrado filas de forma unánime con la dirigente. El ex presidente Quim Torra es otro de los principales apoyos de Borràs, aunque no tiene influencia dentro de la formación.
Tras la prueba de fuego de las municipales, la siguiente guerra será buscar un nuevo liderazgo interno para competir contra Pere Aragonès al margen de Laura Borràs. El último sondeo del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) de la Generalitat pronostica un importante declive para los posconvergentes, que caerían hasta los 22-28 escaños de celebrarse ahora unos comicios autonómicos.
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