Aproximación a un mito literario

Valentí Puig: «Josep Pla es inteligencia, astucia mental»

El escritor y periodista recupera su clásico ensayo «El hombre del abrigo» sobre el autor ampurdanés

Valentí Puig: «Está claro que en la Guerra Civil perdieron todos»
Una imagen de Valentí Puiglarazon

En 1988 ganaba el Premi Josep Pla un ensayo dedicado al escritor que daba nombre al galardón. La obra de Valentí Puig era una aproximación muy personal a la literatura planiana, firmada por quien nunca ha ocultado su interés por el autor de «El quadern gris». «El hombre del abrigo», aquel libro se recupera ahora, de la mano de Athenaica Ediciones en una edición que contiene un prólogo del periodista Carlos Mármol.

Que no engañe el lector. No estamos ante una biografía, ni un estudio riguroso sobre la escritura planiana. Lo que nos ofrecen las páginas de este libro es una introducción al escritor a partir de su narrativa, pero también de su pensamiento, de sus lectura, de su conservadurismo. Más de un cuarto de siglo después de su primera edición, el trabajo de Valentí Puig demuestra una evidente vigencia.

Puig, en conversación con este diario, cuando se le pregunta si en este tiempo ha cambiado su punto de vista sobre Pla y su circunstancia, explica que «en realidad se reafirma esa valoración al releerlo y constatar su estilo, su hondura literaria, la capacidad de observación magistral, ver como no le fallan los lectores -al contrario, capta a las nuevas generaciones- y saber que su inteligencia liberal-conservadora sigue activa, más verosímil que nunca».

«El hombre del abrigo» está firmado por quien no oculta el hecho de ser un admirador de Pla. ¿Estamos ante una defensa del autor de «El carrer estret» o «Vida de Manolo»? A este respecto, Valentí Puig añade que «ha habido intentos de arrinconarle como si fuera una antigualla ampurdanesa, un ser anecdótico. Antes y después de la guerra civil. El resistencialismo catalanista le quiso negar. Les incomodaba por su escepticismo, por negarse a vivir en las catacumbas. Él estaba en la revista “Destino” por la abertura posible, por el sentido evolutivo de las cosas. Había visto el fracaso de la Segunda República y el horror de la guerra civil. Estaba al cabo de la calle, estaba de vuelta de todo pero seguía escribiendo hasta la madrugada. Entre muchas otras cosas, su obra reconstruye Cataluña, el paisaje, la mesura y la desmesura, los grandes personajes, incluso la gastronomía. Mientras tanto, el resistencialismo creaba falsos mitos, buscaba escritores que le suplantasen. Eso no ha ocurrido. Era una falsa vía. Ya nadie se acuerda, por ejemplo, de un escritor como Pedrolo ni de las conciencias puras de la catalanidad. Pla y sus lectores saben lo que vale la vida, precisamente porque es impura».

El libro se abre con el recuerdo de la experiencia que tuvo el entonces niño Valentí Puig al encontrarse con Josep Pla en Mallorca. De esa experiencia, precisamente, surge el hallazgo que es el título de este libro, centrándose en un detalle que va mucho más allá de los tópicos con los que se dibuja al «homenot» por excelencia. «Fue un solo encuentro. Yo era un niño. Iba con mis padres a una boda, en Mallorca. Pla estaba invitado y recuerdo su figura, en el viaje en tren, años cincuenta. En uno de sus dietarios, Pla habla de esa boda. Mi padre le admiraba y le oí contar muchas veces ese encuentro, de modo que lo recuerdo por lo que vi tanto por cómo se lo oía explicar a mi padre. Mi madre se fijó en las manchas del abrigo de Pla, el hombre del abrigo», recuerda el escritor y periodista.

Querido y odiado

Josep Pla es tan querido como odiado, un personaje fascinante que no siempre ha sido cómodo y no solamente hablamos de lectores sino también de un uso político y cultural en ocasiones muy interesado. Cuando se le cuestiona a Valentí Puig si se ha entendido al escritor, responde que «contra Pla se ha inventado de todo, como si hubiese sido un espía teledirigido por Franco, un corrupto, un vendido. Recientemente alguien le ha definido como pederasta. También se le ha atribuido un anecdotario muy manipulado. En fin, se trataba de negar su literatura atribuyéndole todo tipos de taras morales. No sé si sus enemigos –digo enemigos y no adversarios- se han dado cuenta de que todo eso no funcionaba. Y ahí están sus nuevos lectores, en toda España.

Cabe, en este sentido, interrogarse por el hecho de si la narrativa planiana habría sido diferente de no ser Josep Pla un reconocido conservador. Este es precisamente uno de los grandes temas que aparecen en «El hombre del abrigo». «Una de las hipótesis de mi libro es que el Pla escritor es capital, y es así en parte porque era un conservador. No confundamos un conservador con un reaccionario o con eso que se llama ser derechas de toda la vida. Pla es inteligencia, astucia mental», concluye Valentí Puig.