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¿Hasta donde llega el olfato de un perro policía?

Comprueban que los perros policia entrenados pueden rastrear a un sospechoso usando sudor, sangre o ADN, y acertar un 86% de las veces

Los perros policías pueden revisar muestras de todo tipo, encontrando explosivos o drogas. larazon

“Rápido, chico, huele este trapo y encuentra al culpable”. Esta frase es bastante común en series y películas policiacas, donde le dan a oler a un perro una prenda de ropa para perseguir al sospechoso. Pero la realidad es más complicada que la ficción. Si nuestro perro alcanza a alguien desconocido, ¿podemos estar seguros de que es el auténtico culpable y no una persona que pasaba por allí?

Cuando se introdujeron las pruebas de ADN en los juicios, hubo mucho escepticismo. Se necesitaron pruebas científicas para demostrar que es casi imposible encontrar dos personas con el mismo ADN. Incluso desde ese momento, las pruebas de ADN no fueron aceptadas de inmediato, sino que fueron poco a poco introducidas en los juicios hasta ser una prueba omnipresente en cualquier laboratorio forense.

Con los perros sucede algo diferente. Es difícil comprobar la fiabilidad de un perro en un juicio, aparte del testimonio del entrenador. Por eso, actualmente los perros se usan en labores de rastreo donde no sea necesario identificar el olor de alguien en concreto. Por ejemplo, en labores de rescates de víctimas, donde encontrar a cualquier persona es importante. O en batidas por el bosque, donde los perros pueden abarcar más distancia que un humano.

Está claro que hacen falta experimentos científicos que demuestren la fiabilidad del rastreo de perros, igual que se hizo con las pruebas de ADN. Si el olfato resulta ser suficientemente fiable para distinguir personas, puede usarse para generar nuevas pruebas judiciales. Por ejemplo, en Estados Unidos y Alemania se han entrenado perros policía para detectar si alguien estuvo en una sala. Si huelen la camiseta del sospechoso y entran en la habitación de la víctima, pueden indicar si estuvo en la habitación. ¿Podremos llegar a ese futuro?

Un gran olfato

La idea de usar perros para rastrear un olor es algo inteligente, ya que los perros tienen mejor olfato que los humanos. El epitelio olfativo es el tejido interno de la nariz donde residen los receptores para el olor. Los humanos tenemos esta zona del tamaño de medio billete de cinco euros, pero los perros tienen un tamaño similar a una cartulina grande, doblado muchas veces sobre sí mismo para caber en la nariz. Esa diferencia de tamaño es clave, ya que los perros pueden tener más receptores olfativos, lo que les permite reconocer olores con diferencias más sutiles y en una concentración muy baja.

Desde el punto de vista forense, esta habilidad llega a ser sorprendente. Parece que los perros no solo son capaces de reconocer el sudor, sino que pueden detectar a humanos usando restos de sangre e incluso muestras procesadas de ADN. Si el sospechoso está sangrando y escapa, el olfato del perro puede actuar como un laboratorio portátil que indique su posición a tiempo real.

El problema no es que los perros distingan el olor, sino que sepan reconocer diferencias sutiles en él. Un perro policía no debe reconocer cualquier rastro de sudor o sangre, debe reconocer el sudor y sangre de un sospechoso en concreto, y esto ya resulta más complicado.

En juicios previos realizados en Alemania y Estados Unidos, si un perro identifica a un sospechoso por el olor hace falta que cumpla tres condiciones para ser una prueba válida. La primera condición es que el perro pueda reconocer un rastro conocido en circunstancias similares. Es decir, si le damos la camiseta de alguien cercano, debe poder llegar a él igual que lo hizo con el sospechoso.

La segunda condición es que no debe ser sólo un perro policía el que reconozca al sospechoso, sino varios. Si el reconocimiento es tan bueno, varios perros deberían llegar a la misma conclusión.

La tercera condición es que el perro debe reconocer al sospechoso sin tener al entrenador presente, para evitar que se vea influenciado por él, ya sea consciente o inconscientemente.

Estas tres condiciones tienen su sentido, ya que responden a estudios científicos previos. Son las condiciones que se usan en investigación para asegurar la fiabilidad de los perros, y son las que se exigen en los juicios para tener cierta garantía de que funciona.

Además, las condiciones externas importan, ya que el rastro de olor del sospechoso no es tan estable como parece. No es lo mismo un sospechoso abrigado en invierno, que con poca ropa y sudando en verano. Tampoco es lo mismo si ha escapado hace horas y ha llovido, que si ha sido hace minutos. Cada caso se vuelve único, y por eso las condiciones deben cumplirse en circunstancias similares.

En el centro de adiestramiento de perros de la Guardia Civil entrenan a los perros para detectar restos biológicos, pero no identificar a quién pertenecen. Aquí, muestras usadas para en entrenamiento. @ Cipriano PastranoCipriano Pastrano DelgadoLa Razón

Un pequeño margen de error

Incluso si estas condiciones se cumplen, ¿estaremos seguros del todo? Sabemos que si presentamos una prueba de ADN tendremos una posibilidad de acertar de más del 99%, ¿podemos sacar un número similar para el olfato del perro?

Buscando ese porcentaje de acierto, investigadores alemanes probaron a hacer el experimento científico definitivo. Consiste en reunir a varias docenas de perros entrenados, darle a oler cientos de olores diferentes de personas, y comprobar si son capaces de reunirse con ellas en todo tipo de circunstancias, tanto en bosque como en ciudad. Y no se limitaron solo al sudor, también enseñaron a los perros muestras de ADN y sangre.

Comprobando cada rastreo, ha sido posible sacar el porcentaje de acierto de los perros para encontrar a un sospechoso, y es bastante más alto de lo esperado. Para todas las circunstancias, los perros policía entrenados en rastreo acertaban un 82% de las veces que lo intentaban.

Curiosamente, los resultados no eran iguales en todos los perros. El resultado del 82% era solo para los perros policía especialmente entrenados para la labor. En perros de caza, también incluidos en el estudio, la cifra solo llegaba al 65%.

La diferencia entre ambos perros reside en el entrenamiento. Un buen olfato parece no ser suficiente, y los perros policía deben pasar por un entrenamiento especial para poder rastrear un olor corporal y distinguirlo del resto. Incluso con el entrenamiento, sigue sin ser infalible, ya que no parece llegar al 100% en ningún caso.

Con este último estudio, la duda está sobre la mesa. ¿Podremos confiar en el olfato de los perros? Seguramente la respuesta esté en el contexto. Si un sospechoso tiene más pruebas en su contra, el olfato del perro puede ser una evidencia más que apoye su culpabilidad. Pero si es una prueba aislada y la única que poseemos, ¿realmente confiaría en condenar a alguien con un 18% de posibilidades de fallar?

QUE NO TE LA CUELEN:

  • El olfato de los perros nos parece muy especial, pero es porque el olfato humano está especialmente atrofiado en comparación al resto de animales. Nuestro bulbo olfatorio, la región del cerebro implicada en reconocimiento olfativo, está simplificado; y parece que nuestro olfato se especializa en malos olores en vez de buenos. De hecho, el 80% de los receptores olfativos se activan solo con olores que consideramos desagradables.

REFERENCIAS:

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