Ciencia

Descubre las conspiraciones más disparatadas de 2021

Durante este año han proliferado las historias imposibles, y eso nos dice mucho sobre nosotros como sociedad.

Fotografía de stock
Fotografía de stockanónimoCreative Commons

2020 fue un año de historias increíbles que incluso nos llevaron a coquetear con la idea de estar viviendo una ficción, una película. 2021 no se ha quedado atrás y a lo largo de los meses que han pasado hemos reunido una lista casi interminable de noticias imposibles y explicaciones rocambolescas. El simple hecho de estar viviendo una pandemia es capaz de sacar de quicio a cualquiera, y en ese mundo de incertidumbre explotamos nuestra vena más rebuscada para construir historias que justifiquen todo lo que estamos viviendo. Nos referimos a esas ya famosísimas conspiraciones y a todas esas personas que han decidido no creerse nada de lo que la prensa nos pueda contar.

Nos hemos vuelto una sociedad descreída, que no escéptica. Escépticos seríamos si suspendiéramos nuestro juicio hasta encontrar la evidencia suficiente como para tomar una opinión fundada. Descreídos somos porque, incluso teniendo toda esa evidencia a nuestra disposición, decidimos inventar fábulas y negar la mayor. Es normal desconfiar de los poderes públicos, de los ricos, de los medios… del otro, al fin y al cabo. Incluso podríamos decir que existe una forma sana de dudar de todos ellos. Pero lo que hemos vivido es una segunda pandemia bajo la pandemia. Una crisis de confianza qué duda incluso del tiempo atmosférico.

Nievecionismo

El año empezó fuerte. Madrid se cubrió de nieve y todo España se hartó de ver fotos de la Gran Vía llena de viandantes intrépidos y algún que otro trineo infantil. Se trataba de Filomena y, tras ese nombre, había un fenómeno atmosférico bien estudiado y conocido por la ciencia, no la mano de Estados Unidos controlando el tiempo atmosférico de otros países para hundir su economía. Claro que, aquella sospecha tampoco fue muy original, culpar a Estados Unidos de los fenómenos meteorológicos extremos ya es un clásico. Lo realmente sorprendente fue que muchos desconfiaran de la propia nieve. Eran los llamados “nievacionistas”, personas que no creían que todo aquello fuera agua congelada.

Según ellos, algún poder gubernamental había decidido cubrirnos de plástico y vendérnoslo como una gran nevada. ¿Sus supuestas pruebas? Que la nieve no se fundía al calor de un mechero, sino que se ponía negra, como un plástico sobre una llama. No importó que los científicos explicaran que el hielo tiene un calor específico muy alto y que un mecho puede hacer bien poco contra él. En cuanto al color negro, no era más que el hollín de los productos que quema el mechero. Había respuestas, sencillas y comprobables, pero la conspiración pudo más en la mente de algunos.

Vacunas que cambian tu ADN

La estrella de todas las conspiraciones ha sido, posiblemente, la pandemia. Ya se hablaba de que Bill Gates quería introducir chips en las vacunas para tenernos controlados y conocer cada uno de nuestros movimientos. Es curioso que el dueño de una de las corporaciones informáticas más poderosas del necesitara una pandemia y un plan de vacunación para localizarnos como ya hacen las redes sociales. A las vacunas se les ha atribuido todo tipo de maldades, desde que nos vuelve estériles hasta que nos transforma en hombres lobo, cosa que tuvo que salir a desmentir el mismo presidente de Bolivia, donde el miedo a la licantropía parecía haber arraigado con fuerza.

Sin embargo, la más dañina (por ser aparentemente más cabal) es aquella que dice que las vacunas alteran tu ADN. Cierto es que vacunas como la de Moderna o Pfizer usan tecnología de ARN mensajero para introducir en tus células las instrucciones para construir fragmentos del coronavirus y que así nuestro sistema inmunitario pueda aprender a reconocerlo. Sin embargo, en ningún momento se integra este ARN en nuestro material genético, se queda dentro de la célula, pero fuera del núcleo, donde tenemos el ADN. De hecho, es una molécula bastante inestable, por lo que termina degradándose ella sola.

Volcanes de efectos especiales

El año, que había empezado con nieve, parece que va a terminar con fuego. El 19 de septiembre entró en erupción el volcán de La Palma. Era la primera erupción en 50 años y, hasta la fecha, aunque no se han lamentado víctimas mortales, los daños causados por las coladas de lava sobrepasan los 900 millones de euros. No cabe la menor duda de que nos encontramos ante una catástrofe natural muy real. Sin embargo, ya desde el principio ha habido quien dudaba de su veracidad. Llegamos a escuchar cosas como que tenían que ser efectos especiales, porque los volcanes emanaban lava por arriba, no desde sus laderas, como ocurría en este caso.

Por supuesto, esa apreciación no era nada acertada. La ladera de un volcán está formada por la lava que se solidifica y se aleja del lugar desde el que emerge, amontonándose en torno a ese punto y alargando hacia arriba la chimenea del volcán. Cuando la erupción termina, la chimenea suele colapsar y las nuevas erupciones han de buscar nuevos caminos hasta el exterior, a veces coinciden y emergen por el cráter principal, otros forman nuevas chimeneas que se ramifican de la principal. Eso es lo que ha sucedido en este caso, y es perfectamente normal. Y, como no podía ser de otro modo, incluso entre quienes aceptaron la realidad material del volcán hubo unos cuantos que decidieron volver a acusar a Estados Unidos de provocar la erupción de La Palma.

Y podríamos seguir con la lista, porque durante este año se han hecho notar otros negacionistas que han decidido no creer ni en los pájaros, ni en los australianos, ni en la existencia de Finlandia. Por desgracia, parece que no existe ningún concepto que esté a salvo. Todo esto es un síntoma más de que algo falla en nuestra sociedad, donde la desinformación prolifera sin control, mezclándose con la información, glorificando la opinión y denigrando la evidencia. La situación es tan triste que no me ha costado el gran esfuerzo escribir este artículo, la lista se ha hecho ella sola, mes a mes. Y es que son tan fantásticas que se han hecho absolutamente virales, surcando redes, medios y callejones.

No es mi propósito llamar al escarnio, sino concienciar. Porque en nuestra mano está aprender a convivir con el ecosistema informativo tan prolijo como frenético que es internet. Kant decía que con la Ilustración el ser humano había alcanzado su mayoría de edad, pero los nuevos medios han hecho que todo vuelva a empezar, y nos vemos obligados a emanciparnos por enésima vez.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • A pesar de lo que estamos acostumbrados a ver, no debemos utilizar “negacionista” como un insulto. No se refiere necesariamente a personas poco formadas ni con intenciones cuestionables. Es un término puramente descriptivo para definir a aquellas personas que parecen insensibles a la evidencia que existe sobre un tema. Dicho de otro modo, son sujetos que, teniendo la información, la capacidad de entenderla y siendo está lo suficientemente determinante. Demonizarlos, deshumanizarlos o atribuirles características o intenciones negativas solo contribuye a desvirtualizar el problema. Para enfrentarnos a los muchos negacionismos y a la actitud descreída que tiene cierto porcentaje de la población, el primer paso es comprender que no son el enemigo, sino personas (la mayoría indistinguibles de cualquier otra), pero equivocadas.

REFERENCIAS (MLA):