Paleontología

Así fueron "guillotinados" estos reptiles marinos gigantes

Las evidencias fósiles muestran que la falta del resto del cuerpo no se debe a la descomposición natural, si no que las cabezas fueron arrancadas en un evento violento

Un cráneo y siete vértebras cervicales distales en articulación, del holotipo y único espécimen conocido de Tanystropheus meridensis expuesto en el Paläontologisches Museum Zürich.
Representación artística de la escena de decapitación de Tanystropheus hydroides. GhedoghedoGhedoghedo

Cuando La Tierra estaba dominada por los dinosaurios, los reptiles tuvieron que adoptar nuevas estrategias para sobrevivir. Algunos, como los pterodáctilos, alzaron el vuelo con sus alas primitivas para conquistar el aire. Otros, como el Tanystropheus, se lanzaron al agua para aprovechar la abundancia de peces y crustáceos. Estos reptiles en concreto llevaban una vida semiacuática y, aunque su estrategia funcionó durante millones de años, algunos de los especímenes no corrieron con la mejor de las suertes. Su característica más destacada era su cuello de más de 3 metros de longitud, una herramienta que les permitía cazar desde la orilla o aguas poco profundas. Sin embargo, un cuello tan largo también les hacía vulnerables, ya que sus depredadores podrían atacarlo y romperlo con facilidad, como muestra el registro fósil.

Un cuello muy, muy largo

La morfología del Tanystropheus es tan extraña que durante muchos años se teorizó sobre la forma real de este animal. Al principio se pensaba que sería una especie de reptil volador, después, que tenía una cola muy larga, pero al final, se dio con la posición más probable de los huesos: el cuello que tenían era más largo que el resto del cuerpo. Este cuello estaba formado por 13 vértebras y unos huesos parecidos a costillas que permitían apuntalar y sostener el peso de la cabeza. Así, tras varias reconstrucciones exitosas y, al encontrarse más fósiles en buen estado de conservación, se dio carpetazo a una discusión que llevada al menos 200 años encima de la mesa.

Esta fisionomía, aunque peculiar, no era única en el Tanystropheus, si no que la adoptaron otros muchos reptiles marinos. Un cuello tan largo les permitía cazar a sus presas mediante una técnica de emboscada y, seguramente, les ayudaría también a ser ágiles en el agua al utilizarlo como propulsor y timón. Fuera de los ríos y mares, seguramente, estos gráciles movimientos serían más torpes, lo que ayudaría a otros animales que, probablemente, verían este reptil como un suculento manjar con un cuello muy largo y débil.

Siempre hay un pez más grande

Un estudio financiado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología - Ministerio de Ciencia e Innovación, la Generalitat de Catalunya y la Fundación Alemana de Investigación, ha permitido obtener nuevos datos sobre cómo murieron dos especímenes de Tanystropheus. Los fósiles, de dos especies distintas, presentan únicamente la cabeza y una parte del cuello, es decir, el resto del cuerpo está desaparecido. Hasta aquí nada extraño, es bastante improbable que se encuentren los restos completos de un animal tan grande, ya que las condiciones necesarias para la fosilización son muy raras. Además, los movimientos de tierra posteriores suelen desperdigar los restos y muchos acaban en la superficie, donde son erosionados por la lluvia o el viento.

Sin embargo, estos restos eran distintos, ya que mostraban un suceso que ocurrió antes de la fosilización y que ofrecían pistas del final de la vida de los animales. La base del cuello de ambos especímenes contiene marcas y muescas producidas por las poderosas mandíbulas de otro animal. En este caso, el resto de los animales no se ha encontrado porque es posible que acabase en el estómago de otros depredadores, que arrancaron las cabezas de los fósiles que han llegado hasta nuestros días. Es decir, estos fósiles nos abren la ventana a verdaderas carnicerías que ocurrieron en la Era Mesozoica.

Dos animales, un mismo destino

En el estudio, Stephan Spiekman, investigador del Museo de Stuttgart, colaboró con Eudald Mujal, del mismo centro, e investigador asociado en el Institut Català de PaleontologiaMiquel Crusafont. Tras examinar detenidamente los dos especímenes en Zúrich, llegaron a la conclusión de que los cuellos habían sido claramente mordidos. En uno de los fósiles, denominado “PIMUZ T 2819”, incluso se observan muescas producidas por dos mordiscos.

Al reconstruir el ataque que sufrió PIMUZ T 2819, los autores hipotetizan que el depredador alcanzó al Tanystropheus desde la parte posterior y mordió su cuello una primera vez. En la segunda, con el reptil ya malherido, es probable que el mismo depredador volviese a morder y agitase violentamente la cabeza hasta decapitar a su presa. Toda esta información se puede extraer de los ángulos y las posiciones de las marcas de los dientes en los huesos del reptil. Acongoja pensar en las colosales batallas que ocurrirían entre estas bestias de más de 6 metros, que serían algo habitual en la época. Por suerte, los pocos restos que han llegado hasta nuestros días nos cuentan algunas de estas historias, muchas veces tan terroríficas como estas.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Los dinosaurios son considerados reptiles, pero distintos a lo que entendemos por un lagarto en la actualidad. Los nuevos estudios indican que podrían termorregular su sangre, su disposición anatómica es diferente a la de los reptiles actuales y muchos de ellos evolucionaron hasta lo que hoy entendemos por aves. En la era mesozoica no solo había dinosaurios, también insectos, anfibios, otros reptiles y protomamíferos.

Referencias (MLA):