
Viaje estelar
El brutal peaje para viajar a las estrellas ya existe, pero exige 80 años de encierro en la Antártida antes de despegar
Es la mayor odisea jamás concebida por el hombre: un viaje de cuatro siglos hasta Alpha Centauri en una nave de 58 kilómetros que aspira a redefinir el concepto de sociedad y de humanidad

Un viaje de más de cuatro siglos hasta la estrella más cercana a nuestro sistema solar. Esta es la audaz premisa de la nave generacional «Chrysalis», un proyecto ganador del concurso internacional «Project Hyperion» que redefine los límites de la exploración espacial. El objetivo no es otro que alcanzar Alfa Centauri, una empresa titánica que obligaría a varias generaciones de tripulantes a nacer, vivir y morir en el interior del vehículo durante su larguísima travesía. Este ciclo vital limitado contrasta con las audaces predicciones científicas que exploran si es posible que los humanos vivan más de 1.000 años, un avance que cambiaría radicalmente la naturaleza de misiones como esta.
De hecho, la preparación de la misión contempla un sacrificio de una magnitud sin precedentes. Antes de embarcarse, la primera generación de tripulantes tendría que someterse a un periodo de adaptación de entre 70 y 80 años en la Antártida. El propósito de esta estancia en el continente helado es aclimatar por completo al equipo fundador a un aislamiento extremo y prolongado, preparándolos para las duras condiciones que encontrarán en el vacío del cosmos. Durante este periodo, los tripulantes serían testigos de cómo la vida transforma su entorno, un fenómeno observable incluso en cómo los pingüinos están modificando la Antártida para siempre a través de su actividad biológica.
Asimismo, las dimensiones de la «Chrysalis» son colosales, una verdadera ciudad itinerante concebida para surcar el espacio profundo. Con una longitud de más de 58 kilómetros y una masa que alcanzaría los 2.400 millones de toneladas, su estructura se ha diseñado como un largo tubo cilíndrico, una forma que busca minimizar los posibles daños por impactos y reducir la tensión estructural durante la aceleración, tal y como recogen desde IFLscience. Para simular la vida en la Tierra, el interior contaría con carcasas giratorias capaces de generar gravedad artificial. La necesidad de una estructura tan resistente se hace evidente ante los peligros del espacio profundo, donde los esfuerzos de defensa planetaria como el reciente desvío de un asteroide por parte de la NASA demuestran la constante amenaza de impactos.
El desafío de construir una nueva civilización en el cosmos
Por otro lado, la construcción de semejante estructura requeriría un esfuerzo logístico y tecnológico monumental. El plan prevé un periodo de entre 20 y 25 años para su ensamblaje en el espacio, concretamente en el punto de Lagrange 1, una zona de equilibrio gravitacional entre la Tierra y la Luna que se considera ideal para un proyecto de esta envergadura. Una vez en marcha, la nave alcanzaría una velocidad máxima correspondiente al 0,01 % de la velocidad de la luz, un ritmo que convierte el viaje en una travesía de varios cientos de años.
Además, el proyecto no solo plantea un reto tecnológico, sino también social. La población inicial superaría las 1.000 personas, dando origen a una nueva civilización en miniatura cuya organización interna es uno de sus aspectos más llamativos. El modelo de sociedad propuesto implica que la toma de decisiones sería compartida entre humanos, robots e inteligencias artificiales, estableciendo un modelo de cooperación sin precedentes en la historia de la humanidad.
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