Cerebro

Demuestran que tus canciones preferidas pueden combatir el dolor

Un nuevo estudio indica la mejora en la reducción del dolor puntual en los pacientes al escuchar sus canciones preferidas

Chica escuchando música
Chica escuchando músicaRoman OdintsovPexels

La música llena cada espacio de nuestras vidas. Si no lo crees, haz esta prueba: Observa cuantas canciones escuchas a lo largo de un día, tanto de forma activa como pasiva. Te darás cuenta de que es casi imposible evitarlo. Hay música en las tiendas, los anuncios, la radio de los coches, los músicos callejeros, la gente tarareando… ¡incluso tu propia mente te canta cuando está distraída!

El uso de la música y los elementos que la acompañan (melodía, ritmo, armonía…) se utiliza en diferentes tratamientos, como la musicoterapia. Con éstos se pretende ayudar a la recuperación o mejora de algunos aspectos de la salud, tanto físicos como emocionales.

Pero ¿cómo afecta la música a nuestro cerebro? Aunque su uso sea algo muy extendido, no son tantos los estudios que han indagado en las causas de esta relación ancestral que tenemos los seres vivos con la música.

Esta semana, un equipo de la Université de Montréal (Canadá) publicó un artículo que podría ayudarnos a comprender un poco mejor cómo usar la música en las terapias contra el dolor físico. El estudio, recopilado en la revista Frontiers in Pain Research, relaciona escuchar nuestras canciones preferidas con la disminución de la percepción del dolor, lo cual podría llegar a funcionar con pacientes afectados de dolor crónico.

El dolor: un mal necesario

Aunque nos resulte bastante desagradable, el dolor es un mal necesario. Nos alerta rápidamente de que algo no va bien en nuestro cuerpo y nos invita a actuar para eliminar esta sensación tan incómoda.

Si no sintiésemos dolor, estaríamos expuestos constantemente a numerosos peligros, ya que nada nos avisaría de que algo malo nos está ocurriendo. Así, si de pronto tocamos una superficie ardiendo, rápidamente quitamos la mano. Del mismo modo, si sentimos dolor, vamos al médico para ponerle remedio.

Es por ello que, las personas que padecen alguna mutación genética que les impide sentir dolor no son tan felices como se esperaría. Por el contrario, suelen terminan padeciendo daños más severos al no ponerle solución a tiempo.

El dolor se percibe mediante el sistema nervioso, que transporta el estímulo externo hasta el cerebro en forma de pequeñas señales eléctricas. En pocos milisegundos, nuestro sistema da la voz de alarma y decide cómo actuar, ya sea apartando la mano de la superficie caliente o llamando a una ambulancia para ir al hospital.

Sin embargo, cuando el dolor se prolonga en el tiempo, pierde su utilidad como mecanismo de supervivencia, pasando a ser en algunos casos incapacitante. Y, aunque existen fármacos que inhiben la respuesta física frente a los estímulos del dolor, a largo plazo pueden ser perjudiciales para la salud, generando adicciones o problemas en otros órganos como los riñones o el estómago.

Banda sonora al dolor

La disminución de la sensibilidad al dolor se conoce también como hipoalgesia. Aunque el nombre pueda sonar un tanto exótico, este estado se puede conseguir tanto por el uso de anestésicos como, simplemente, masajeando la zona donde sufrimos dolor.

El objetivo de los expertos en salud es conseguir inducir la hipoalgesia utilizando la mínima cantidad de substancias que podrían afectar negativamente a nuestra salud en pos de disminuir el dolor. Y aquí es cuando entra en escena la música.

Aunque ya se habían estudiado los efectos beneficiosos de la música relajante, en este experimento han podido demostrar que el uso de canciones conocidas por los usuarios puede llegar tener un efecto mayor en la disminución del dolor.

Para probar qué tipo de música era más efectiva para reducir el dolor, los participantes del estudio recibieron estímulos térmicos moderadamente dolorosos en el antebrazo interno. Estos estímulos se combinaron con extractos musicales, cada uno de ellos con una duración aproximada de siete minutos.

En comparación con las pistas de control o el silencio, escuchar su música favorita redujo fuertemente la intensidad del dolor y el malestar en los participantes. Por el contrario, a lo esperado, las canciones relajantes desconocidas no tuvieron el mismo efecto.

Los investigadores también examinaron si los temas musicales podían modular los efectos analgésicos de la música favorita. Para ello, entrevistaron a los participantes sobre sus respuestas emocionales al escuchar diferentes canciones. Descubrieron que, según el tema y la emoción sentida, podían modificar su capacidad para reducir el dolor.

Aunque todavía no se entiende completamente el mecanismo por el cual la música consigue bloquear la intensidad del dolor, todo parece apuntar a un proceso neurofisiológico que altera las señales recibidas por el sistema nervioso.

Los investigadores también señalaron las limitaciones de su estudio. Por una parte, el efecto que causa la música en los usuarios varía según el tiempo de exposición. Por ejemplo, escuchar música relajante durante más tiempo podría tener efectos más beneficiosos que las pistas más cortas que los participantes escucharon en este estudio.

Esperan que, en un futuro, estos resultados puedan ser aplicados en pacientes con dolor crónico o complicaciones motoras.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Para el estudio usaros música codificada, que imita la música en todos los sentidos excepto en su estructura significativa. Así, pudieron concluir que probablemente no actúa solo como una distracción, sino que es realmente nuestra reacción ante una melodía conocida la que provoca la hipoalgesia.

REFERENCIA (MLA):

  • Darius Valevicius, et al. “Emotional responses to favorite and relaxing music predict music-induced hypoalgesia” Frontiers in Pain Research https://www.eurekalert.org/news-releases/1005366