
Espacio
Un misterioso resplandor en el centro de nuestra galaxia lleva décadas desconcertando a los científicos... hasta ahora
Este estudio apoya una de las dos explicaciones más probables al extraño brillo cerca del corazón de la Vía Láctea
- Descubren el origen de la explosión más brillante del universo que nos bañó en 2022
- [[LINK:EXTERNO|||NOFOLLOW|||https://www.larazon.es/ciencia/encuentran-pequeno-objeto-espacial-capaz-emitir-casi-tanta-energia-como-corazon-galaxia-entera-sabemos-que_20241107672c8e8139a16c0001a46df6.html|||Encuentran un “pequeño” objeto espacial capaz de emitir casi tanta energía como el corazón de una galaxia entera… y no sabemos qué es]]

El cielo está lleno de luces y, para los profanos, casi todas son igual de misteriosas. Sabemos reconocer el Sol, la Luna y tal vez algunas estrellas. Si el cielo está despejado y la ciudad no nos deslumbra, podremos incluso contornear esa franja lechosa que cruza el firmamento y que, en realidad, es el disco de nuestra galaxia vista de perfil: la Vía Láctea. Sin embargo, los expertos conocen los cielos mejor que la palma de su mano y saben que hay resplandores más desconcertantes que otros. Ahí, oculto cerca del centro de la Vía Láctea, hay una luz que se impone sobre la blancuzca galaxia, un brillo que, hasta ahora, no han sabido explicar.
Y es que allí, cerca del agujero negro supermasivo que hay en el núcleo de nuestra galaxia, hay algo que está emitiendo una cantidad sospechosa de energía. Concretamente, un tipo de radiación conocida como gamma, una luz invisible para nuestros ojos y mucho más energética que los rayos X.Según los modelos que manejan los físicos, ahí ha de haber algo que explique el resplandor y, a juzgar por la comprensión que tenemos del universo pueden ser dos cosas. Cadáveres estelares girando a velocidades de vértigo o, tal vez, materia oscura colisionando consigo misma. Hoy, un estudio publicado en Physical Review Letters ofrece pruebas que refuerzan una de esas dos explicaciones.
El primer sospechoso
Las estrellas son grandes masas de hidrógeno y helio confinadas por su propia gravedad y las reacciones nucleares que ocurren en su interior. Dicho de otro modo: son como un castillo inflable que, si no colapsa bajo su propio peso, es porque estamos soplando aire desde dentro. Los átomos de hidrógeno y el helio de su interior se fusionan formando átomos más complejos y liberando energía nuclear por el camino, como pretendemos hacer en los tan esperados reactores de fusión nuclear comercial. Ahora bien, llega un momento en que ya no quedan átomos que fusionar y la gravedad vence (dejamos de insuflar aire en el castillo y se viene abajo).
El resultado de ese colapso dependerá del tamaño de la estrella y, si tenía entre 8 y 25 veces la masa del sol, explotará en una supernova y dejará un cuerpo de apenas 20 kilómetros de diámetro tan comprimido que sus apretadísimos átomos se comportan de forma extraña. Ha nacido una estrella de neutrones y, si por las características de su estrella originaria, el cadáver estelar rota a gran velocidad, emitirá grandes cantidades de radiación y lo denominamos “púlsar”. Hasta donde sabemos, el misterioso brillo al que nos referíamos podría deberse a púlsares extremadamente rápidos (de milisegundo), pero hay un problema: para que brillen tanto debería haber muchos más de los que hemos podido observar y eso juega en contra de esta hipótesis.
El segundo sospechoso
La segunda explicación tiene que ver con la materia oscura. Un tipo de materia que no interactúa con la luz, por lo que no la podemos ver pero que, sin embargo, parece estar ejerciendo efectos gravitatorios sobre las galaxias que vemos en el cielo. Porque, para explicar el movimiento de los discos de las galaxias que hemos observados, hace falta que tengan más masa de la que podemos observar. De hecho, se calcula que en el universo existe cinco veces más materia oscura que materia ordinaria, como la que vemos a diario. Y, si en esa zona de la galaxia hubiera más materia oscura que en las circundantes, podríamos explicar el brillo como la consecuencia de que las partículas de materia oscura, arremolinadas en aquellos lares, estén emitiendo grandes cantidades de radiación gamma.
Así pues, un grupo de investigadores de la Universidad John Hopkins ha creado simulaciones por ordenador muy precisas de nuestra galaxia que tiene en cuenta, por ejemplo, la evolución de la Vía Láctea durante sus primeros mil millones de años, durante los cuales ganó y perdió materia ordinaria y materia oscura que condicionaron su estructura actual. Según estas simulaciones, la cantidad de materia oscura esperable en este lugar de la galaxia coincide con la necesaria para emitir los rayos gamma que estamos viendo; y no solo en cuanto a la intensidad, sino respecto a las propiedades de esta radiación.
La prueba ayuda a decantar una balanza que lleva décadas indecisa, pero, por ahora, no resuelve del todo el misterio. Para ello tendremos que esperar a que esté en activo el Cherenkov Telescope Array y puedan medir con más precisión las características de estos rayos gamma. Entonces, sabremos con precisión qué está iluminando nuestros cielos.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Aunque la confirmación tardará en llegar, los investigadores proponen seguir recopilando pruebas con simulaciones de otras galaxias. Si con ellas logran predecir focos de rayos gamma, podríamos aumentar la seguridad con la que señalamos a la materia oscura como la culpable.
REFERENCIAS (MLA):
- Silk, Joseph, et al. "Fermi-LAT Galactic Center Excess Morphology of Dark Matter in Simulations of the Milky Way Galaxy."Physical Review Letters, vol. —, no. —, 16 Oct. 2025, Johns Hopkins University.
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