
Astronomía
La NASA desconcertada: hay algo extraño en uno de los cráteres de la Luna
La misión Artemis aterrizará en el lugar perfecto para estudiar el interior de la Luna gracias a un hallazgo inesperado: el asteroide que formó el mayor cráter del satélite no impactó desde donde se creía

Las próximas misiones Artemis, que devolverán al ser humano a la Luna, tienen ahora un objetivo mucho más fascinante de lo que se preveía. Un nuevo estudio científico ha convertido su zona de aterrizaje en un auténtico tesoro geológico, un lugar privilegiado en la enigmática cara oculta del satélite donde se podrá acceder a materiales de sus capas más profundas, arrojados a la superficie por un cataclismo ancestral.
A required part of this site couldn’t load. This may be due to a browser
extension, network issues, or browser settings. Please check your
connection, disable any ad blockers, or try using a different browser.
De hecho, la importancia de esta región radica en la presencia de un compuesto rico en potasio, tierras raras y fósforo conocido como KREEP. Su hallazgo en esta zona ha sido durante mucho tiempo un auténtico rompecabezas para los geólogos, ya que este material se concentra de forma casi exclusiva en la cara visible de la Luna, la que observamos desde la Tierra.
El origen de esta anomalía se encuentra en la cuenca del Polo Sur-Aitken, el mayor cráter de impacto de nuestro satélite, formado hace unos 4.300 millones de años. Durante décadas, la trayectoria de aquel asteroide ha sido objeto de un intenso debate que ahora una nueva investigación parece zanjar, tal y como han publicado en Science Alert, cambiando por completo lo que creíamos saber sobre este violento suceso. Eventos cataclísmicos como este nos recuerdan la naturaleza dinámica de nuestro sistema solar, donde todavía hoy se siguen de cerca objetos de gran tamaño, como el gigantesco cometa que ha fascinado a la ciencia por sus dimensiones y trayectoria.
Un impacto que reescribe la historia de la Luna
Pues bien, la teoría aceptada hasta ahora sostenía que el impacto se produjo desde el sur, pero las nuevas simulaciones apuntan justo en la dirección contraria. La conclusión es que el proyectil llegó desde el norte, un cambio de perspectiva que no es trivial, ya que explica a la perfección por qué los astronautas se encontrarán con material del manto lunar esparcido precisamente en esa zona.
Asimismo, esta nueva trayectoria del impacto refuerza una de las hipótesis más extendidas sobre la marcada asimetría lunar. Esta teoría postula que la corteza de la cara oculta, mucho más gruesa, empujó el magma rico en KREEP hacia la cara visible durante la formación del satélite. El asteroide habría perforado la corteza justo en una zona de transición, dejando al descubierto una capa de este material que, de otro modo, habría permanecido oculta para siempre. Este tipo de procesos formativos complejos no son exclusivos de nuestro satélite, ya que recientes descubrimientos han revelado que incluso los planetas sin sol pueden crear sus propias lunas, desafiando lo que sabíamos sobre la formación de sistemas planetarios.
En definitiva, las muestras que recojan los futuros exploradores lunares serán mucho más que simples rocas. Se convertirán en piezas clave para entender la Luna, confirmando no solo la violencia de su pasado, sino también los complejos procesos geológicos que han dado forma a nuestro satélite tal y como lo conocemos hoy.
✕
Accede a tu cuenta para comentar