NASA y buena parte de la comunidad recuerdan que los datos observados -desgasificación de CO₂, evolución orbital prevista y ausencia de señales electromagnéticas o propulsión- son compatibles con un cometa.
Trasladado a estándares probatorios, sostienen que la “carga de la prueba” de un diseño inteligente no se cumple sin evidencias directas (morfología artificial, señales o maniobras controladas). El debate queda, por ahora, en el “tribunal de la opinión pública”: ¿pesa más la preponderancia de indicios de Loeb o la explicación cometaria convencional?
