Literatura

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«Ser hijo de emigrantes te hace ver la vida de un modo distinto. Sabes lo que es el esfuerzo»

Entrevista MARI PAU DOMÍNGUEZ/ periodista y escritora de «La nostalgia del limonero»

La periodista ha escrito la obra «La nostalgia del limonero»
La periodista ha escrito la obra «La nostalgia del limonero»KIKE TABERNERLa Razón

Mari Pau Domínguez nació en Cataluña en 1963, época en la que miles de españoles viajaron a esa tierra en busca de un nuevo futuro. Ese fue el caso de sus padres y también es uno de los motivos por los que ha escrito «La nostalgia del limonero» (Edit. Espasa), un libro en el que habla de la heroicidad que hicieron aquellas personas.

- ¿Por qué decidió escribir «La nostalgia del limonero»?

- Decidí escribirlo porque pensé que se estaba olvidando la vida de muchas personas que ahora en Cataluña no interesaba recordar y yo creo que es el mejor momento para entender quiénes somos, hay que saber de dónde venimos. Creo que era una historia que le debía a mis padres y a muchos miles de emigrantes que dejaron su tierra para ir a vivir a Cataluña en busca de una vida mejor.

-Andalucía y parte de España se fueron a Cataluña en el siglo pasado, ¿cree que Cataluña todavía no se lo ha devuelto?

- Desde luego hay una parte que no, pero gracias a Dios hay otra que sí. El movimiento secesionista no quiere deberles nada a aquellas personas, y yo creo que tampoco les interesa recordar su memoria. Desde aquel momento en el que el por entonces vicepresidente Junqueras dijo que un catalán tenía en común lo mismo con un andaluz que con un finlandés es evidente que esa realidad la quieren obviar. ¿Cómo se puede decir eso de unos españoles que abandonaron a los suyos para ir a trabajar a Cataluña?, no se puede desdeñar lo que hicieron esos andaluces, extremeños, murcianos, etc. Cataluña es la que es gracias a aquella gente.

- ¿Haría usted lo que un día hicieron sus padres?, dejar su vida para formar una nueva.

- No sé si sería capaz de hacerlo, lo que ellos hicieron fue algo muy duro y estaba revestido de una heroicidad de andar por casa porque ellos nunca se sintieron héroes y yo creo que no podría hacerla. Es muy difícil lo que hicieron de ir sin preguntar lo que les esperaba en su nueva vida, sino ir porque sabían que no se podían quedar en el sitio en el que estaban.

- Nació en Cataluña, pero sus padres eran andaluces, ¿cómo vivió su infancia, notó que sus padres no fueran de allí?, ¿cree que ese cambio ahora una persona lo notaría más?

- Ahora sin duda lo notaría más. Yo lo que recuerdo era una Cataluña muy tolerante. Creo que la generación de mis padres es la que hizo el esfuerzo de integrarse y por fortuna muchos de los hijos ya nacimos integrados y sintiéndonos catalanes. Lo que sí nos inculcaron, eso es algo que nos diferencia del resto de la gente que no ha pasado por esa vivencia, es que ser hijo de emigrante te hacía ver la vida de una manera muy distinta, sabías que el esfuerzo y el sacrificio eran muy necesarios para avanzar en la vida. Mis padres se empeñaron en que sus hijos estudiaran, afortunadamente, y gracias a ese sacrificio todos nosotros hemos podido tener una vida mejor.

- ¿Cuánto de verdad y cuánto de ficción hay en el libro?

- Yo le diría que hay un 90 por ciento de verdad, he ficcionado muy poco. La mayor parte de esta trama es real y por eso me ha costado tanto, ya que es muy difícil escribir cuando algo te toca tan de cerca.

- ¿Cuál es su mejor recuerdo de la infancia? En el libro habla del limonero de su pueblo.

En los años sesenta y setenta se producía en verano un éxodo de los emigrantes que volvían al pueblo para pasar un mes entero con la familia, y lo que yo recuerdo es que pasábamos muchas horas alrededor del limonero. Pero cuando nos tocaba regresar a Barcelona lo hacíamos con el coche cargado de limones que luego nos duraban meses y muchos los regalábamos en el vecindario. Hacíamos el viaje de vuelta con el coche oliendo a limón. En el fondo era como volver a Barcelona con un trocito del pueblo, con algo que a mi padre le recordase a su pueblo.

- ¿Cómo recuerda esa llegada al pueblo y ese encuentro con familiares y amigos?

-Eso es muy curioso, la generación de nuestros padres era de allí y nosotros no dejábamos de ser los andaluces en Cataluña y como nosotros habíamos nacido en Cataluña éramos los catalanes que iban al pueblo. Siempre es verdad que había algo de respeto porque éramos los descendientes, era exótico ser la catalana en el pueblo de tus padres.

- ¿A quién le dedica «La nostalgia del limonero»?

-Se lo dedico a mis padres y a mis abuelos, que venían de Murcia. Mis padres nos enseñaron que hay que sobreponerse a los golpes más duros y esa es la mejor herencia que nos han podido dejar. La novela va dedicada a ellos y también a miles de personas que, como ellos, pasaron por lo mismo en busca de un futuro mejor.

- ¿Cree que este libro puede llegar a cambiar la opinión de gente que está metida en el secesionismo y que ha pasado por el mismo proceso de emigrar hacia una nueva tierra?

-Yo creo que no les va a hacer cambiar de mentalidad porque como el movimiento secesionista tiene mucho de irracional no les va a hacer cambiar de opinión, pero yo creo que a Gabriel Rufián le vendría muy bien leerlo, le serviría de mucho en su papel como político, ya que él también es hijo de la emigración. Creo que mucha gente que un día vino ha malinterpretado que para integrarse tenían que ser más catalanes que nadie y pretender incluso no ser españoles, eso es un error ya que yo lo he vivido, yo soy catalana y española, hija de la emigración y no tengo ningún problema. En mi juventud la gente convivía con el catalán y con el castellano y no pasaba nada. Lo que es sorprendente es que muchos de los que proclaman la independencia hace diez años decían que era una locura hacerlo, ellos sabrán.