Gastronomía

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Aragón 58 Restaurante, Semper Fidelis

Posee la virtud de recordarnos el poder descomunal que ejerce la excelencia del binomio: producto y servicio en la restauración. Hay más que motivo.

Este artículo no podía escribirse sin la complicidad de los miembros de la sociedad gastro- enológica El Gran Colpet
Este artículo no podía escribirse sin la complicidad de los miembros de la sociedad gastro- enológica El Gran ColpetLa Razóngastronomia

Como vivimos abrazados al presente dicen que hacer justicia obliga más que nunca y rendir homenaje es una prueba de gratitud. Por estas dos cuestiones hay sobremesas que nacen con el destino escrito, en las que el gusto habla con afectos y emociones por la experiencia vivida, aunque Aragón 58 Restaurante sea una referencia más que reconocida y el menú , con nombre propio, tenga a favor la voz autorizada de los miembros de la asociación gastro-enológica El Gran Colpet.

Pero hoy no vamos a hablar que su barra archiconocida, donde los camareros se manejan con sobresaliente habilidad, mueve el centro de gravedad del gusto con la hondura exacta: entrantes que transitan por la senda gourmet de manera ortodoxa, mariscos de alto cabotaje sin necesidad de balizas culinarias, ibéricos y salazones distinguidos, ensaladas donde se mezcla el mar y la huerta.

También sobra hablar de sus notables arroces, de sus carnes vacunas maduradas de profunda huella, de su reconocido cordero lechal, del vibrante estribillo de la carta de pescados que llega a convertirse en un auténtico bálsamo, ni de su elocuente y completa bodega, sabiduría sumiller, universalmente macerada con la mayoría de las denominaciones vinícolas, cava y champán incluidos, ni del derroche goloso y el despliegue de liberación dulce que se restablece en la recta final con la excelente repostería. Siempre existe la certeza que el barómetro gustativo al final de la sobremesa registrará la máxima satisfacción.

Por razones que no se nos escapan y que a buen seguro ustedes también deben conocer la querencia declarada en el mundo de la restauración, sube y baja por momentos, pero no debe estar trucada externamente por desconocimiento. La fidelidad gastrónoma que funciona en todas las direcciones consiste en deber estar bien informados y tener buena memoria.

La velocidad de ciertas noticias sobre el covid nos llevan a un innecesario olvido. Hay algo que muchos saben y pocos dicen, han vuelto a abrir hace dos semanas tras un anunciado paréntesis, de obligado cumplimiento, por un caso asintomático en un miembro de su plantilla.

La última sobremesa celebrada la semana pasada en este restaurante posee la virtud de recordarnos el poder descomunal que ejerce la excelencia del binomio: producto y servicio en la restauración. Aunque algunos interpretan la querencia comensal como un atrezo más de la hostelería.

La única verdad es que hay restaurantes como Aragón 58 que no dejan indiferente a ningún cliente.

Sin dar más detalles, escuchar en las sobremesas es una de las reglas de oro para surcar el mundo interior de la opinión sobre los establecimientos. Nuestros ruegos son atendidos como era de prever : «Al paladar pongo por testigo» nos trasladan desde una mesa cercana un veterano cliente, «Al fin y al cabo, el único crítico gastronómico es el tiempo» nos apuntan dos clientes desde la barra. «Auténtica restauración para desaparecer dentro y no salir nunca más» nos apuntan. Confirmada la querencia reiterada y simultánea nos dejamos llevar por el optimismo sensato. Visto lo visto, por fortuna, parece imposible que esta crisis socave y revoque el gusto por estos locales.

Antes de las vacaciones

Tiempos curiosos estos, poetizando lo vivido, tanto en el comedor como en la barra, se puede considerar esta experiencia como una renovación de votos gastrónomos. Solo se puede recomendar, con una confianza ciega, que intenten visitarlo antes de que cierren por vacaciones el 1 de agosto. Si no es posible, el 25 de agosto ya estarán de vuelta tras el merecido descanso.

Como la verdad se cuenta, se siente y se transmite este encuentro superlativo nos lleva a plantearnos ciertas certezas. No sabemos cómo será el mundo de la restauración cuando el coronavirus sea un mal recuerdo y desaparezcan las limitaciones de espacio en barras y comedores. Especular al respecto parece ocioso y atrevido, meras conjeturas que el tiempo se encargará de concretar o borrar. Sin embargo, a juzgar por el comportamiento de los clientes, este restaurante seguirá siendo una referencia. Antes, durante, ahora y después Aragón 58, Semper Fidelis.

Hay más que motivo.