Opinión

El poder a toda costa

La invocación a la enfermedad no pasa de ser una excusa para encubrir que se trata de una consecuencia del acuerdo con Bildu

La opinión de Iñaki Zaragüeta
La opinión de Iñaki ZaragüetalarazonKike Taberner

Ya no sé si es indignación, tristeza o frustración, o los tres sentimientos a la vez, los que me invaden con cada decisión del Gobierno de Pedro Sánchez-Pablo Iglesias, lamentablemente cada vez con mayor frecuencia, que deterioran las esencias de un Estado de Derecho y demuestran partidismo por encima del principio constitucional de igualdad ante la ley.

Esta vez me refiero a la excarcelación del etarra Antonio Troitiño, condenado a 2.700 años de prisión por 22 asesinatos. El fallo ha sido de la Audiencia Nacional, pero con el visto bueno de la Fiscalía General del Estado. Sabemos, porque nos lo dejó claro el presidente, Pedro Sánchez, que la Fiscalía depende del Gobierno. Sin ese apoyo, no creo que la Audiencia actuara de la misma forma.

La invocación a la enfermedad no pasa de ser una excusa para encubrir que se trata de una consecuencia del acuerdo con Bildu, pacto que ya se ha practicado con el traslado de otros presos a las cárceles del País Vasco o limítrofes y que cualquier día culminará con la transferencia de las competencias penitenciarias a aquel Gobierno autonómico.

La «sensibilidad humanitaria» aplicada a Troitiño no se empleó, por poner un ejemplo, con Eduardo Zaplana, que estaba en pleno tratamiento de la leucemia y que, a diferencia del etarra, no estaba condenado, sino en prisión preventiva. A él se le negó varias veces la salida a pesar de los informes médicos que la recomendaban.

Nuestro Gobierno social comunista esta empeñado en enjalbegar al terrorismo aplicando medidas de gracia a convictos pertenecientes a una organización que ni ha condenado los crímenes ni ha colaborado por la resolución de más de 300 asesinatos. Aun quedan los indultos a los golpistas separatistas. El mantenimiento en el poder es lo que prima. Así es la vida.