El Gallinero
La coherencia del diputado Toni Cantó
Las aptitudes de Cantó no deberían caer en saco roto, sino ser aprovechadas en el actual escenario político
«Lástima que milite en un partido cuyo horizonte emerge lleno de nubarrones. Sería una gran pérdida». Era el párrafo con el que terminaba el 2 de octubre de 2020 la columna que escribí sobre las cualidades y el gran avance de Toni Cantó para eso de la política. Lo plasmé, no como presagio de los sucedido ayer, sino como augurio de la debacle que se intuía, y se intuye, en la suerte de Ciudadanos.
La disolución de Cs no se ha producido aún y, sin embargo, la de este diputado en continua fase creciente sí, añadiendo a esas cantadas virtudes la de la coherencia personal. «Si discrepo, gano o me voy». Es lo que ha hecho. Dimitir de todo, incluido del sueldo de diputado, aptitudes que no deberían caer en saco roto sino aprovecharse para el futuro en el, cada día más pobre, escenario público.
Desconozco los planes de Cantó y si su retirada es una huida de un mundo incompatible con la lealtad plena entre sus iguales o si es un retiro momentáneo para reflexionar sobre lo vivido y obrar en consecuencia con sus convicciones. Quizá descubra, o no, que sus dotes artísticas no caben en el plató político.
Si canté el acierto de Inés Arrimadas de nombrarlo coordinador general de Cs en la Comunitat, hoy tengo que criticar el destrozo que ella ha provocado en su partido. Entre los añicos se encuentra el de suscitar la marcha de Cantó, quizá para no verse obligada ella a ganar el pan con el sudor de su frente.
Esta historia no ha acabado. Así es la vida.
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