Política
La crisis de Dalmau se queda en nada
Dalmau no ha resistido las tensiones a las que le somete Pilar Lima, porque no quiere ni lo necesita, entre otras cosas
El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, no va afrontar una remodelación del Consell a causa de la dimisión del vicepresidente tercero, Rubén Martínez Dalmau. Los problemas internos de Podemos no van a afectar, así lo creo, a la dinámica del Molt Honorable, poco inclinado a meter el tajo a no ser que las circunstancias le obliguen o la deriva institucional fuera insostenible.
Se limitará a llenar el puesto vacante por mal que nos venga a la prensa. «Si no lo hizo con la vicepresidenta primera, Mónica Oltra, con tantos motivos que le ha dado ¿por qué lo va a hacer ahora» comenta mi amigo Rogelio.
Es verdad que a Puig no le ha hecho gracia la baja de Dalmau al ser un colaborador fiable de su Gobierno. Una persona empeñada en ejecutar los proyectos diseñados y eludir la controversia ideológica y el enfrentamiento como bandera. «No será igual con Héctor Illueca, en la línea más radical de Podemos y, según dicen, de la de Pilar Lima, secretaria general del partido, que tiene en efervescencia las aguas, cual mar picada, de su grupo parlamentario».
Martínez Dalmau no ha resistido las tensiones a las que le somete permanentemente su jefa de filas, entre otras cosas porque no ha querido ni lo necesita. No pertenece a los grupos arribistas con la obsesión de vivir de la política porque tienen dificultades para hacerlo de otra forma. El vicepresidente saliente ha tenido siempre clara la provisionalidad de estos tres años. Ojalá ese lema estuviera más generalizado. Así es la vida.
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