Amamantando la vida
“Mi hija ha dejado de comer y solo quiere teta. ¿Qué puedo hacer?”
“Estoy agotada, en este momento veo la lactancia que interfiere en mi bienestar y el de mi familia”
En el artículo de hoy respondemos a una consulta que nos realiza una de nuestras lectoras. La situación que vive esta madre es bastante frecuente y nada extraña.
«Soy mamá de una niña de 18 meses a la que sigo dando el pecho, pero últimamente es más complicado todo, se despierta mil veces de noche, de día, si estoy yo, solo quiere pecho, no hace caso ni a su padre, y lo peor es que ha dejado de comer casi de todo, purés y sólido y sólo quiere teta. Estoy agotada, en este momento veo que interfiere en mi bienestar y el de mi familia y estoy pensando dejarlo. Lo que pasa que lo veo imposible, no sé cómo hacerlo... A lo mejor me podéis ayudar, ahora mismo es dependencia mía absoluta la que tiene...»
En estos casos, lo primero, aunque nada fácil, es mantener la calma. Habitualmente, el aumento de la demanda son fases normales consecuencia de etapas del desarrollo del bebé en las que pide ser amamantado con más frecuencia. En otras ocasiones, se producen por cambios o circunstancias que alteran la rutina habitual del lactante, como, por ejemplo, el inicio de la guardería, un cambio de domicilio, la incorporación de la madre al mundo laboral, etcétera.
Una de las etapas más críticas en la vida del bebé se da entre el año y los dos años de vida. Un periodo complicado donde van a acontecer muchos cambios en su desarrollo tanto a nivel físico, emocional, conductual y cognitivo, y que resulta complicado que sean asimilables con facilidad por un ser tan inmaduro. A esta edad empieza a tener cierta autonomía, es consciente de que es capaz de hacer cosas por sí mismo, de experimentar, tomar sus propias decisiones, tiene una necesidad imperiosa de descubrir y explorar cosas nuevas. Está empezando a mostrar sus primeros signos de independencia, lo cual, también le produce cierto grado de inseguridad, asustándose con facilidad, especialmente, si no siente cerca a sus padres o cuidadores. Podríamos resumirlo en: «Ni contigo, ni sin ti». Es como si el bebé nos dijera «mamá, papá, dejadme hacer y descubrir, pero estad cerca, porque necesito saber que todo está bien, y ante cualquier alarma exigiré de vuestra ayuda».
Qué mejor forma de proporcionarles la independencia y seguridad para cuando se sienta en riesgo que darle amparo. Por ello no debe extrañar que exija con firmeza, el pecho de mamá, un «salvavidas» para él o ella, el lugar donde encuentra resguardado y se siente seguro, por lo que no debe de sorprendernos que, en esta etapa de tantos cambios en su desarrollo, reclame tu presencia y pida con determinación que le amamantes en esos momentos de crisis, no es un comportamiento extraño, ya que, es la única y mejor forma que conoce para reafirmar que todo está bien. El pecho va a ser más que un alimento, supone la cercanía y la protección de mamá. Esta intensa demanda es algo transitorio que suele durar unos meses, reduciéndose y volviendo todo a la normalidad a medida que el bebé vaya adquiriendo la confianza y la seguridad que necesita para autoafirmarse. Se trata de un proceso evolutivo nada alarmante. Diría que lo inquietante, es la presión social que existe en relación a la lactancia prolongada pese a sus demostrados beneficios. Con el objetivo de disminuir la ansiedad de la madre y del entorno familiar, es importante estar informados sobre los posibles problemas que puedan acontecer para facilitar su solución.
A esta edad es muy normal que rechace alimentos que antes comía con normalidad, incluso que se limite a comer de forma repetitiva determinados alimentos, y nada preocupante que solo quiera tomar leche materna. Es un comportamiento muy poco entendido por la sociedad que requiere paciencia y constancia para que el bebé poco a poco vuelva a comer de todo.
Lo ideal es que se siente en la mesa con el resto de la familia y que coman los mismos alimentos, adaptados y adecuados según su edad. Así conseguimos que el lactante se adapte progresivamente a las costumbres y gustos familiares.
No es nada recomendable que el bebé coma viendo la televisión o utilizando cualquier otro tipo de distracción porque creamos una relación poco saludable con la comida. Lo más importante es darle una atención plena sin intentar por todos los medios que se acabe toda la comida. Sin elementos de distracción, será consciente de que está comiendo, de las cosas nuevas que prueba, facilitándole que regule a su vez la sensación de hambre y saciedad.
Los bebés son pequeños, pero no tontos, y cuando una madre está en plena crisis emocional y siente esa necesidad imperiosa de amamantar menos, ellos notan que algo está pasando, sienten cierta inseguridad por no entender qué es lo que sucede, están intranquilos, y aumenta su insistencia en querer mamar. A los 18 meses de edad muchos pueden entender las explicaciones, y podemos entablar una negociación con ellos. No es necesario ni recomendable destetar de manera brusca. Retirándole el pecho no hará que coma y/o duerma más, en cambio perderá un valioso alimento que le aporta mucho más que nutrientes. Las claves para conseguir que coma y duerma son, paciencia (infinita), empatía y afecto. Confiar y transmitir al bebé toda la confianza.
Durante el día puedes ir mostrándole cómo quieres que pida de mamar, negociando en qué momento puede hacerlo. Inténtalo, solo cuando te sientas preparada y consideres que tu bebé está maduro para entender. Entonces, puedes contarle de forma tranquilla y con mucho cariño que a partir de esa noche solo tomarás el pecho al acostarse, y volverá a tomarlo cuando salga el sol, pero no durante la noche, porque tú y las tetas necesitáis descansar y dormir seguido sin despertaros.
Recuérdaselo a la hora de acostarse, adviértele que en ese momento puede mamar todo lo que quiera, pero que una vez se duerma no podrá volver a tomar teta hasta que el sol salga. Puede que durante la noche se olvide, y se despierte pidiendo teta, pero en ese momento debes mantenerte fiel a lo dicho y dialogar, recordándole el pacto «las tetas están también durmiendo, como mamá y como tú». Seguro que se queja, pero no veas su protesta como algo anormal, lo fundamental es tranquilizarse, atender al bebé y calmarlo, con paciencia, pero sin sucumbir a su insistencia, ármate de paciencia y dale todo tu apoyo, así con toda seguridad volverá a dormirse.
Me gustaría aclarar que no todos los niños son iguales, cada uno tiene un proceso madurativo, puede que a los 18 meses el bebé distinga y entienda perfectamente lo del día y la noche, el sol y la luna, mientras que otros aún no. Es importante saber en qué fase está para poder acompañarle mejor.
En mi opinión, destetar de forma brusca no es una buena solución para que el bebé duerma o coma, más bien aumentamos la probabilidad de que el «problema» continúe. Tenga la edad que tenga el bebé el pecho sigue siendo un gran alimento, además durante la noche siempre es mucho más fácil dar el pecho que un biberón. En todo caso, la decisión la tienen los padres.
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