
Opinión
Opinión Alicante, su vida se apagó 8 horas en un ascensor
España se quedó a oscuras y ella se dejó llevar por el sueño para olvidar la realidad

"You are doing well, you are doing well". Una sentencia de ánimo para una señora extranjera, británica para más señas, que salió de boca de uno de los cinco bomberos que la rescataron en la parada del TRAM Marq-Castillo Alicante el día del "gran apagón".
Se quedó encerrada a las 12.30 -en pleno apagón- y hasta las 20.30 horas, cuando literalmente la extrajeron, echando abajo el techo del propio ascensor.
Su vida se apagó durante ocho horas porque, presa en la cabina del ascensor y bajo tierra, se dejó llevar por el sueño y, por esa razón, tardó en avisar de su enclaustramiento.
Nada como dormir para olvidar la realidad. Todo ocurrió el día de la prueba de llaves de la hornacina del camarín que custodia la Santa Faz, el lunes 29 de abril. Digno de una novela de Paul Auster, sin duda; solo falta que esa lágrima que, cuando rodó por la faz divina, trajo lluvias a Alicante y puso fin a la sequía se convierta ahora en orden en tiempos de incertidumbre. Aprovechando que la romería de la Santa Faz fue el día 1 de mayo. Insisto digno de la pluma de Auster.
Se apagaron los móviles, las pantallas de ordenador, de televisión y regresaron los transistores y las pilas. Perfectos desconocidos el uno y las otras para los más jóvenes.
Y de nuevo la realidad nos puso contra las cuerdas y nuestra incierta vida normal se desbarató. Y todo seis meses después de que la dana -el gran diluvio- dejara un rastro de muerte, dolor y destrucción imborrables. Ya son el 29 de octubre de 2024 y el 29 de abril de 2025 dos fechas para el recuerdo.
No hace falta ser la señora del ascensor protagonista de esta historia para preguntarnos por qué nuestra mal llamada seguridad se cae en un ¡ay! Pues eso, que nadie esperaba que un corte de luz dejara nuestras vidas a oscuras y a nuestros hogares abandonados a su suerte. Sin amparo y con demasiadas preguntas por resolver.
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