El "ritmo Mazón" para la Generalitat valenciana

Era julio de 2021. Todavía quedaban muchas cosas por pasar en el PP. Tantas que Pablo Casado era el presidente del partido. Lo que sí estaba claro era que Carlos Mazón iba a ser el candidato a la Generalitat valenciana y que María José Catalá tendría que ser clave en el proyecto. Debía recuperar la ciudad de Valencia para el PP.

Aquel día los populares volvían a la ciudad de la Artes y en un corrillo nos contaron a los periodistas que las perspectivas eran buenas. Aseguraban que no habría un tercer Gobierno de izquierdas en la Generalitat pero aún quedaba mucho tiempo.

Los discursos se sucedieron con rapidez. «Vamos a ritmo Mazón, para que os vayáis acostumbrando», dijo Catalá.

El ritmo de Mazón no da tregua. Ha demostrado en la campaña que puede ser incansable, que sus carreras matinales por el antiguo cauce del río Turia solo marcan el comienzo de una larga jornada en la se pueden hacer muchas cosas.

En 24 horas se puede acordar un Gobierno, enviar al que estaba destinado a ser vicepresidente de la Generalitat como cabeza de lista por Valencia de Vox al Congreso- Carlos Flores- para cumplir con una línea roja que marcada por Génova y a dar la cara para decir que te limitas a cumplir el mandato de la ciudadanía.

Dicen sus colaboradores que tiene una extraordinaria habilidad para negociar y que lo que quiere es ponerse en marcha ya para comenzar a gobernar.

Son todo excelentes cualidades para un presidente, pero sin caer en las interminables negociaciones a los que nos acostumbró la izquierda en la que cada palabra se revisaban hasta la obsesión, el error de permitir que Vox incluyera el término «violencia intrafamiliar» en el documento del acuerdo debe servirle de aprendizaje.

En política importan las formas, aunque sea el fondo el que mejora la vida de los ciudadanos.