
Agricultura
Las cañas que la CHJ no limpió inundan campos valencianos tras la dana
Los agricultores acusan la difícil tarea de erradicarlas y piden ayudas ante el peligro de que propaguen incendios en verano

En uno de los campos asoman incipientes cañas que actúan como enredaderas. Son pequeñas y aparecen entre un campo de la vid en Turís, cerca del río Magro. Este campo parece limpio, pero a unos metros las cañas ya ocupan más de un metro y bajo tierra, se están expandiendo sin control. «Al final tienes cañas y no tienes campo», explica José Ibáñez, delegado de AVA-ASAJA en Turís.
La dana provocó que las cañas que ocupaban los cauces y barrancos se desbordaran también hacia los terrenos agrícolas, provocando que entren en contacto con las plantaciones. Ahora, el problema está en su origen, pero conforme pasen los meses será incontrolable. El principal problema es que al labrar el campo y cortarla, la caña se multiplica fácilmente. «De cada trozo, sale otro rizoma y otra y otra», explica Ibáñez. «Lo que han hecho al trabajar la tierra es distribuirlas. Ahora encima si hay buena temperatura y humedad, ellas van brotando y van cogiéndose y echando más raíces».
En sí, la caña no es tóxica para el cultivo, pero su rápida expansión provoca que en pocos meses pueda dejar sin espacio a los cultivos de frutas y hortalizas. «El arundo donax es una de las especies invasoras más importantes de la Comunitat Valenciana, al invadir campos agrícolas, dificulta la siembra, el crecimiento y la cosecha de cultivos por la absorción de agua y nutrientes. Pero lo más importante es que las cañas se van a tener que retirar y esto va a suponer un sobrecoste para los agricultores», advierten en AVA-ASAJA.
El principal problema es la dificultad para poder erradicarlas, ya que son muy resistentes a los herbicidas y una vez esté plantado el cultivo, como el arroz por ejemplo, no se pueden utilizar productos químicos sin dañar el producto. «Hay que ir con mucha precaución, es una tarea que requiere un trabajo mecánico e ir retirándolas una a una y que va a generar un sobrecoste importante para los agricultores», apuntan.
Adecuar los cauces
En este sentido, desde la asociación de agricultores valencianos aseguran que el Gobierno les ha comunicado que la empresa pública Tragsa se encargará de retirar las cañas, pero esto es poco práctico. «La información que tenemos hasta ahora es que Tragsa limpiará los campos, pero nadie esperará porque tienen que trabajar los agricultores. Desde AVA-ASAJA solicitamos que les ayudan económicamente. Aún así, insisten en que el problema de fondo está en la excesiva protección de una planta invasora. «Si los cauces hubiesen estado limpios de cañas, este problema no se hubiese extendido ahora a los campos».
La Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) multa con hasta 10.000 euros a quien corte las cañas en lugares de Dominio Público Hidráulico (DPH), es decir, cauces y barrancos. El efecto taponamiento contribuyó a la cáida de puentes y al desbordamiento el día de la dana, pero desde la CHJ han defendido que limpiar los barrancos sería más peligroso al aumentar la velocidad del agua.
Fuentes de la Conselleria de Agricultura critican esta política. «El prohibicionismo que ha impedido a nuestros ayuntamientos intervenir en el acondicionamiento de los cauces y la desidia del Gobierno central en su limpieza, se han producido escenas que todos recordamos: campos cubiertos de cañas que nunca debieron ocupar los cauces», remiten a LA RAZÓN. «Ese daño debe ser asumido por quien lo ha provocado, la propia CHJ, y no pueden escatimarse recursos a la hora de compensar a las víctimas agrarias.
El pasado 2 de mayo, un juez condenó a la CHJ a pagar 612.000 euros a una empresa de Golf de Picassent que alegó que los daños sufridos por el desbordamiento del barranco Hondo en 2020 se debió a la mala limpieza del cauce. Un antecedente al que pueden atenerse los agricultores para reclamar sus pérdidas y futuras cosechas de no limpiarse sus campos.
Peligro de incendios
Uno de los principales peligros es que si no se limpian antes de verano, las cañas pueden actuar de rápido propagador de incendios. «Las cañas son la mecha de la traca. Si hay un incendio, el cortafuegos es el agricultor, pero esto va a ser un polvorín», asegura precoupado Ibáñez.
En la zona ya sufrieron las consecuencias del incendio de Cortes de Pallás del año 2012, que quemó 48.500 hectáreas, y aseguran que con la dejadez se está labrando el terreno para que ocurran desgracias mayores. «El incendio de Cortes cambió todo», admite Ibáñez, que asegura que nunca pensaron que algún día «el agua fuese peor que el fuego».
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