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Pesadilla antes de Navidad (en la Tate Britain)

La Tate Britain con la nueva instalación de Anne Hardy en la fachada y escaleras
La Tate Britain con la nueva instalación de Anne Hardy en la fachada y escaleraslarazon

Mientras unas ciudades engalanan los árboles de sus principales paseos con toda suerte de luces navideñas para gritar a pleno pulmón, por si alguien no se había enterado aún, que la Navidad había llegado ya el 24 de noviembre a medio planeta, otras optan por decoraciones a medio camino entre lo apocalíptico y lo fantasmal. Digamos, porque así lo dice ella, la artista, que es otra manera de hacer partícipe al público de estas Fiestas.

Ella se llama Anne Hardy y ha llevado la enorme caja de adornos de Navidad a la fachada de la Tate Britain con la intención de interpelar al viandante, harto de tanta bombilla derrochadora. Si hoy aterriza en Londres y se pasea por lo que fue la antigua prisión de Millbank no se sorprenda al ver las banderolas que flanquean las escaleras hechas jirones o las luces que enmarcan la fachada a medio caerse. Es la manera en que ella, Hardy, ha concebido su instalación que tiene banda sonora de veinte minutos: los sonidos que la susodicha creadora grabó durante uno de sus viajes en canoa por un río de una remota selva, es decir, pájaros, insectos y truenos.

Cuidado con los peldaños

Algunos transeúntes ya se han empezado a quejar porque no pueden subir bien por las escaleras , donde se mezclan bombillas, trozos de botellas y placas que simulan hielo o porque los pies corren el peligro de enredarse en las telas tiradas, eso sí, con cuidado, en cada peldaño. Ella, la artista, lo llama «envolturas emocionales». Dice también que no estaba nada de acuerdo con el «estado de ánimo» del edificio del siglo XIX , de ahí que se decidiera a cambiarlo cuando le dieron la oportunidad. Quería demostrar cómo se podía transformar su cara, su rostro y cómo luciría si hubiera sido presa de fenómenos naturales, intuimos que vientos, tormentas o tempestades.

Desde lejos, y desde cerca aún más, parece una suerte de museo abandonado, fantasmagórico. La Tate da mal rollo con esas luces a medio gas. Ella, Anne Hardy, si quería que el visitante se sintiera incómodo parece que lo ha conseguido con esta instalación efímera cuidadosamente descuidada. Una nueva llamada de atención, a punto de empezar la Cumbre del Clima en Madrid, sobre hacia dónde vamos y dónde vamos a acabar si seguimos empeñados en no modificar un ápice nuestro comportamiento. No vamos a dejar piedra sobre piedra, parece que nos susurra al oído; lo hemos llenado todo de basura y no respetamos ni tan siquiera las grandes instituciones, los centros del saber. Y cuando miremos atrás solamente tendremos ante nuestros ojos la memoria de los que fuimos. Y un presente completamente hecho jirones. Menuda pesadilla, Anne Hardy.