«Como una perra en un descampado»: No ser… y existir ★★★✩✩
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Autora: Clàudia Cedó. Director: Sergi Belbel. Intérpretes: Anna Barrachina, Queralt Casasayas, Vicky Luengo, David Menéndez, Xavi Ricart y Maria Rodríguez. Teatro Valle-Inclán (Sala Francisco Nieva), Madrid. Hasta el 16 de febrero.
No sorprende, una vez visto el montaje, el éxito que había obtenido en Barcelona «Como una perra en un descampado» antes de su reciente estreno en Madrid. Y eso que tomar a día de hoy como asunto central de una obra la pérdida de un hijo antes de nacer por complicaciones en el embarazo no es un reto precisamente menor: son más las posibilidades de que la cosa acabe convertida en un desproporcionado, efectista y anticuado melodrama que en la sosegada, bonita y sincera función que ha dirigido Sergi Belbel. Probablemente, esa verdad que rezuma la propuesta tenga mucho que ver con el hecho de que Clàudia Cedó haya escrito el texto vomitando en él su propia experiencia personal después de pasar, en la vida real, por el mismo trance que la protagonista.
Sin embargo, por más que nos empeñemos en afirmar que el buen teatro refleja siempre nuestra existencia, nunca es un auténtico calco de ella: no basta con vivir para que esa vivencia, por extraordinaria que sea, se convierta en una obra de arte. Para lograrlo hay que manejar más variables y más elementos. Consciente de ello, Cedó no se ha limitado a firmar una crónica fidedigna de sus padecimientos, sino que ha tratado de extrapolarlos, trascendiendo lo particular, a una reflexión más compleja y universal acerca de lo que significa dar y tener vida, y acerca de las implicaciones emocionales y éticas –indefectiblemente unidas ambas– que ello tiene.
Tomando como punto de partida argumental a una joven, Julia, en pleno duelo por la pérdida de su hijo poco antes de nacer, la autora utiliza el recurso de desdoblar a su protagonista –bien interpretada por Vicky Luengo y por Maria Rodríguez– para plantear un diálogo del personaje
consigo mismo que le permita identificar y domesticar el germen de su dolor. A partir de este diálogo, en un onírico flashback que combina la representación de acontecimientos previos al parto con los pensamientos de la propia Julia -desgranados estos con destreza poética–, se estructura una función que Belbel, con inteligencia y oficio, simultaneando y anexando escenas, y trazando analogías con el lenguaje escénico entre las tramas y los personajes, ha dotado de una apabullante agilidad que disimula muy bien ese ligero estatismo que hay en el texto a la hora de hacer evolucionar la acción principal.