Almagro abre el festival con prudencia y menos aforo
Tras meses de incertidumbre y de una pandemia que se ha notado especialmente en la región, el certamen inaugura al fin su 43ª edición
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Como tantos otros directores de festivales (y demás negocios del país), Ignacio García ha vivido en el filo durante todos estos meses. Parecía muy lejano el verano cuando la pandemia obligó a bajar el telón. «La temporada de los teatros urbanitas está perdida, pero esos meses serán, de algún modo, la salvación de las compañías», soñaban los teatreros a principios de abril. Sin embargo, el tiempo pasa muy rápido. Los días, las semanas y los meses caían y las posibilidades de celebrar citas como la del Corral de Comedias se complicaban. Por si acaso, la organización trabajaba en un plan B, C, D, y los que hicieran falta con tal de no perder la ocasión de reencontrarse con las tablas.
En cada llamada que se hacía a García, este había proyectado un nuevo Almagro. Más pequeño que el anterior, con compañías más cercanas (pronto de desechó la opción de Chile como país invitado), más reducido en el tiempo, con menos espacios... Pero el empeño era el mismo: celebrarlo. Y así se confirmó el 3 de junio. Ese «laboratorio» que había diseñado el director para la vuelta de la normalidad teatral había sido aprobado por el Patronato y por el Ministerio de Cultura. Tenía la puerta abierta, no para desarrollar lo que le hubiera gustado, pero sí para hacer de cocinero de estrella Michelin: era el momento de enseñar los mejores de sus platos. Reducir la programación a un menú degustación que dejase el mejor de los regustos en los comensales. Eso sí, siempre con un ojo en la pandemia. «En esta región ha impactado mucho el virus y hemos querido ser muy precavidos. Es normal que haya cierto miedo a la celebración del festival en el pueblo, por lo que garantizar las medidas sanitarias es la prioridad de esta edición tan prudente. Almagro es esa luz de esperanza en el camino hacia una normalidad en la que podamos vivir la vida en todo su esplendor», reconoce.
Para ello, no regatea en aforos. Se ha firmado que no se pasará del 50% de la capacidad y así se quedará pese a que la norma autonómica permita cubrir tres cuartas partes. Igual que los catorce espacios de otros años se han reducido a apenas cuatro (Corral de Comedias, Teatro Adolfo Marsillach, AUREA y Palacio de los Oviedo) porque, como recuerda García, «no solo son los espectadores de los teatros, sino la dinámica del municipio, que no haya aglomeraciones en las terrazas, calles, plazas...». Medidas que empezamos a interiorizar de estos tiempos en los que hay otras dos cosas que duelen especialmente al director: haber tenido que renunciar al Off, «la cantera del teatro», y a la programación de América Latina, «aunque no la vamos a perder del todo, ya estamos trabajando en ello y la última semana vamos a hacer unos encuentros con instituciones y artistas de allí para que no sea un año baldío».
Por el contrario, las apuestas del director para este festival tan raro son «continuar siendo la reserva natural del teatro del Siglo de Oro y mantener la presencia de autoras de la época» con actos como «Trovadoras», en el Corral, y «Tan sabia como valerosa». Pero hoy es día de vestirse de largo para la inauguración en el Palacio de los Oviedo. Primero, con Ana Belén, y luego con la Joven CNTC, que estrena «En otro reino extraño» bajo la dirección de David Boceta y sobre textos de Lope.